FRANCISCO ARMERO Y FERNÁNDEZ DE PEÑARANDA

Armero y Fernández de Peñaranda, Francisco. Marqués de Nervión (I). Fuentes de Andalucía (Sevilla), 3.V.1804 – Sevilla, 1.VII.1866. General de la Armada y presidente del Consejo de Ministros.

Con antecedentes familiares de ilustres militares, sus primeros años de juventud en la Marina lo sitúan desde guardiamarina en la corbeta Aretusa y en el navío Asia. Con él concurre en la defensa de Cádiz y operaciones del Trocadero contra los franceses del duque de Angulema. Restablecido Fernando VII, su buque es ahora el bergantín Aquiles de la división del capitán de navío Roque Guruceta, con el que realiza en enero de 1824 una comisión reservada a América quedando la división afecta al todavía virreinato del Perú, en donde muestra sus buenas disposiciones en el orden naval.

La división en la que navega el joven Armero a la que se ha incorporado una corbeta y dos bergantines sostiene combates y escaramuzas con buques insurgentes y bloquea varios puertos para privar a los insurrectos de recursos. Su regreso a España en el Aquiles se hizo desde Filipinas y las Marianas y por el cabo de Buena Esperanza con recalada final en Cádiz. Las privaciones y tensiones acumuladas en esta campaña, ayudaron a formar su carácter revistiéndolo de las dotes de energía, prudencia, valor y serenidad constantes a lo largo de toda su vida.

Ascendido a alférez de navío en 1828 presta sus servicios en los bergantines Manzanares y Guadalete. En su hoja de servicios se anota el heroico salvamento de un juanetero caído al agua en un violento temporal y la recompensa por esta acción de la Diadema Real.

Alejado de la política en los años  y residenciado en Sevilla en 1864 se le concedió el título de marqués de Nervión con Grandeza de España en atención a sus méritos y dilatados servicios, que no habrían de ser los últimos, ya que fue reclamado por quinta vez para el Ministerio de Marina en un llamado gabinete de notables. En esta última etapa de su mando el flamante marqués marino pudo desarrollar una acertada política de personal, mejorando los sistemas de formación y enseñanza, así como favorables disposiciones para el fomento de la pesca. En el ámbito exterior, los complicados asuntos del Pacífico parecían entrar en vías de solución, y fue a instancias de Armero la salida de la fragata Numancia para aquellos mares, en feliz navegación, salvando los recelos que había despertado la construcción del buque.

Fallece en Sevilla pero por la Real Orden de 9 de agosto se trasladaron los restos al Panteón de Marines Ilustres dándole lugar en la quinta capilla del Este. 

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