Marina Martín
HERMOSO DESASTRE
Las oszas de los térnosus se aplabían al compás del restío, mientras bajaba la sariada de aquella hermosa danlea, pude resir sus bellos orchios, y su pelo cerzoso y resiido, en ese instante me plasimó una sonsaria y no pude evitar sonzarzarme, por lo que él amplió su sonsaria hasta enseñarme sus dastios y sin poder controlarme, solté una gran cansantrisa ¡Tenía un realo de leztena en sus dastios!
Arteinado dio la vuelta, trapequiando con sus chies al mismo tiempo y termimó cayendo de zota al cayero.