TODOS LOS DÍAS DEL AÑO
¿A principio de año y reteniéndonos a la hora de pedir deseos?
Que no hombre, que no. Llevamos tanto tiempo ajustándonos a restricciones que sin darnos cuenta hemos aflojado el paso de nuestra marcha. Tan adiestrados, tan encauzados han sido estos últimos meses que no nos conocemos y los ímpetus de cambio y de innovación en nuestros centros se están volviendo demasiado contenidos, demasiado educados.
Y está pasando factura, ¿no lo habéis escuchado acaso en los mentideros de Erasmus? Es un tema quizás silenciado, del que nadie habla abiertamente. Siendo posible que, vosotros o incluso yo, en algún momento lo hayamos nombrado. Os reconoceré que tiempos de debilidad he tenido en los que la desgana ha sido compañera de camino; los bucles del covid son muy repetíos, demasiado cansinos. ¿Algún momento digo?
Más, han sido muchos más que varios momentos en los que no solamente lo he pensado, hasta en alguna frase, de la que me arrepiento, ¡hasta en alguna frase lo he afirmado!
Malos momentos, malos he tenido, pfff
No voy a estirar mucho más el tema porque tan cansino es no saber cuándo volveremos a la normalidad como lo es el exceso de abatimiento. Así que toca cambiar el chip y reaprender a pensar en grande; toca volver a subirnos en el dron de la internacionalización y continuar la senda de la apertura, dando vida a propósitos de aprendizaje y socialización.
Vamos a dar cañita en nuestros grupos de WhatsApp, a resetearnos con los amigos, a vitaminarnos con las amigas y vamos a ofrecer ayuda al tiempo que la pedimos porque solos ni llegamos más lejos ni tampoco lo hacemos mejor. Mi supervivencia se nutre del codo con codo, de charlitas arrancando minutos a los ratos, de encuentros fugaces, de agradecimientos, de avanzar en el camino siempre acompañada.
Esta es mi experiencia y estos mis deseos para vosotros: que cada día del nuevo año sea un tomar impulso para hacer de la frugalidad seña de identidad del nuevo yo.
Guadix, donde la tierra te abraza a 4 de enero de 2022
PD: Feliz venga el 2022, que felices lo recibiremos.
Un fuerte abrazo para aquellos que a veces caen en el desánimo. Un abrazo multiplicado por cuasiete a quienes consiguen desapegarse, sé cuánto cuesta mantener el tipo.
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VCMLI +XI
El desánimo no dura nada si te rodeas bien. Con una buena red siempre podremos levantarnos, reinventarnos, porque juntos somos más fuertes. Nos llevamos de la mano.
Claro que sí, las alegrías compartidas son más; las penas que se comparten acaban siendo menos.
Vamos, te alargo mi mano, dame la tuya.