DESDE EL CORAZÓN

Esta semana tuve el placer de disfrutar de dos tardes de formación con mis coordinadoras amigas, fundadoras y peleantas, reivindicativas y luchadoras.
Elisa Jiménez, Asesoría en Educación Secundaria, Ámbito Lingüístico en el CEP de Granada y nuestra formadora Alicia Garrido, Área de Comunicación, Información y Registro, Unidad de Apoyo a Dirección en el SEPIE nos lo hicieron superfácil. Han sido dos tardes de chicas en las que hemos disfrutado, nos hemos reído un montón y hemos aprendido mucho más.

Y me he acordado de mi niñez y de la cocina de casa  que siempre fue punto de encuentro preferido para todos nosotros, lugar para contar secretos o idear trastadas; para hacer los trabajos  del cole o zurcir calcetines. Allí era donde nos juntábamos a comer los siete chicos: Torcuato, MCarmen, RosaM, MInés, PepeLuis, Rafael y yo. Mis padres comían solos en el comedor/salón, lugar para recibir visitas/zona de descanso porque mis otros tres: Julio, Julián y JuanCarlos eran grandes y estudiaban fuera. Pocas veces al año los veíamos, pero los adivinábamos llegar porque entonces se preparaban comidas especiales: a JuanCarlos le gustaban las lentejas y el cocido, pero no le gustaba nada el arroz con leche; a Julián le gustaban las patatas y berenjenas rellenas. Recuerdo que Julio solo tomaba el gazpacho que hacía mi madre hasta que le gastamos una broma con la autoría de esta colorada sopa fría y aprendió a querer gazpachos ajenos.

Tengo guardadas tantas anécdotas de mi niñez que pasaría riendo muchas tardes si me dedicara a contarlas. A mi hermana gemela y a mí la carne se nos hacía bola y no había forma de pasarla; mi hermano Torcua nos señalaba al techo y, o bien nos quitaba las patatas fritas o nos volcaba su sopa en nuestro plato, …
Los ratos de la comida eran complicados pero había una estrategia que funcionaba y era que mientras mi madre nos contaba historias Charo, Paquita o algunas de mis tías que se pasaban por la cocina a echar una mano aprovechaban para ir metiéndonos cucharadas bien repletas. En un pispás habíamos terminado y ya estábamos preparados para coger la mochila y volver al colegio.

Y bueno, volviendo a estas jornadas de formación uno de los aprendizajes que hice fue algo que ya sabía porque en las venas lo llevo y es inherente a mi yo: la forma más fácil y cercana al hacer  difusión de nuestros proyectos Erasmus+ es cuando aprovechamos para contar nuestras historias desde el corazón.
 Guadix, donde la tierra te abraza, a 19 de mayo de 2022

 

Maite

http://sepie.es/

PD: Cuando abrí cuenta en Twitter, cuando pensé en cómo llamar a mi blog no caí en la cuenta que podría dar lugar a confusiones. Aich, tras unas semanas en las que comprobé que me citaban porque por defecto y por orden alfabético era de las primeras en aparecer he decidido dar un paso adelante y arreglar este desaguisado (siempre rondando la cocina). Necesitaré consejo y unos pocos días; creo que para mi nueva denominación haré uso de la entrada de hoy y del consejo de una nueva amiga.

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VIIDLXXX – XI

 

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