NO FRENES; PISA, PISA.

Mira que me ha resultado feo desvincularme del andorreo por aeropuertos, sentarme a imaginar vidas mirando a otros pasajeros, llegar a mi destino y perderme en calles muy distintas a las de mi pueblo, aprender olores, paisajes y gastronomías, aprender con otros profesionales lejos, muy lejos de casa, … Cambiar todo eso por el sillón y la mesa de trabajo, por las webinar, por las vidEo+quedadas, ¡agggggg!
Cuando lo pienso, casi que me echo a llorar, ¡uuuuy!

Echo de menos las jornadas de formación, coincidir con antiguos conocidos, conocer gente nueva. Bueno, antiguos conocidos es una manera de hablar porque los contactos más antiguos que tengo en el mundo de Erasmus ¡son de cuatro años!

Echo de menos las conversaciones locas sobre sueños por cumplir y proyectos por hacer. Quedarme con la boca abierta al escuchar a quien se ha enfrentado a un país desconocido; más aún, ¡que se ha despegado de su zona de confort y se ha lanzado al trabajo por la internacionalización de su centro llevando por bandera el trabajo y la aventura!

Echo de menos el relato de anécdotas desastrosas; procurando no olvidar ninguna por si me viera yo en las mismas.

Nunca fui arriesgada, sí algo locuela, pero dentro de unos márgenes razonables, claro. ¡Vaya tela, ainss !
Hago un alto para explicar que esos márgenes han gobernado mi vida durante muchos años y, cuando me ponía en carretera, me llevaban a adelantar con MUCHA PRECAUCIÓN a los camiones. “Demasiada precaución” -decía el tío Pepe Luis- “No frenes, pisa, pisa.”

Esta semana viajé a Granada por cuestiones médicas y durante el trayecto me acordé en varias ocasiones del tío cura. Heeeeey, no falto el respeto a nadie porque uno de los hermanos de mi madre era sacerdote.

Como os cuento, en esta ocasión viajé a Granada acompañada únicamente por mis pensamientos. Y en ellos siempre está el ErasmusPlus y toda su retahíla.
Mis coordinadoras amigas y nuestros planes, claro que también.
Entonces, extrapolé a mi tío Pepe Luis y sus dichos al Erasmus del alma mía y concluí que los riesgos por contagio no nos permitirían disfrutar de las jornadas de formación, ni de las movilidades, ni de los encuentros durante un tiempo, llegando a la conclusión soñada de que esta situación no se eternizaría, porque no hay mal que cien años dure ni cuerpo que lo aguante. Así, que ¿y si empleamos la fuerza y parte de la energía en seguir formándonos para lo que venga?
Eso, eso, y sin dejar de cuidarnos, sin descuidarnos, ¿vale?

Maite

https://www.facebook.com/jose antonio.garciaamezcua Él es el ilustrador preferido en casa y en nuestra familia.

PD: Por si me expliqué mal, no reniego de las vidEo+quedadas con mis coordinadoras amigas, ¡que no por favor! Que me dan la vida y me ayudan a seguir creciendo e ideando.

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