JUGUN IANFU Y LAS ESTACIONES DE CONSUELO, UN EJEMPLO DE VIOLENCIA HACIA LAS MUJERES EN TIEMPOS DE GUERRA

Durante los inicios de la Primera Guerra mundial y especialmente durante la Segunda Guerra Mundial tuvo lugar la expansión de una de las principales potencias a nivel mundial y, sobre todo asiática: el imperio japonés. Con el avance de sus tropas por China, Indochina, Indonesia e islas del Pacífico tuvo lugar uno de los episodios menos conocidos e infames de la II Guerra Mundial, ya iniciado durante la primera. Un vergonzoso episodio en el que las protagonistas son las denominadas Jugun Ianfu (en kanji, 慰安婦), palabras en japonés que significanmujeres de consueloy se refiere a las cerca de 200 mil mujeres de origen coreano, chino, indonesio y algunas de ellas europeas, que fueron obligadas a ejercer de esclavas sexuales al ejército japonés de ocupación.

Estas mujeres fueron sometidas, secuestradas y forzadas a la esclavitud sexual mediante un sistema de reclutamiento de mujeres jóvenes, siendo engañadas con la falsa promesa de un puesto de trabajo en hospitales, etc. Sistema que fue llevado a cabo por las tropas del Ejército Imperial Japonés cuyos líderes lo idearon, supuestamente, para prevenir enfermedades venéreas, violaciones cometidas por sus soldados en los países ocupados y evitar así conflictos con las poblaciones locales.

Estas mujeres eran encarceladas en las llamadas estaciones de consuelo, o lo que es igual, burdeles militares. El psiquiatra japonés Hayao Torao escribió que “el propósito fundamental de estos recintos es apaciguar a los soldados, satisfaciendo sus deseos y prevenir las violaciones, que merman el honor del ejército imperial”. La primera estación de consuelo documentada surgió en Shanghai, ciudad donde el Imperio Japonés emprendió su campaña de conquista sobre China, en septiembre de 1932.

En estos recintos las jóvenes estaban obligadas a prostituirse con los soldados nipones, atendiendo a una media de 30 hombres al día. Además, debido a la extensión de la creencia de que al enemigo (militarmente hablando) se le puede hacer todo aquello que en la casa nunca se haría, el número de violaciones tanto rurales como tras la línea del frente fue considerablemente alto.

Progresivamente comenzó una construcción masiva de estos prostíbulos militares, aunque las agresiones sexuales en contra de las mujeres de los países ocupados no se detuvieron. El doctor Yoshiaki afirmó que para formar estos “centros de solaz” se desencadenó una preferencia por las mujeres locales por parte de los japoneses más que por las mismas japonesas. Dichas estaciones funcionaron en distintos lugares de Asia como China, Corea, Hong Kong, la Indochina francesa, Malasia, las Indias Orientales Neerlandesas y algunas islas del Pacífico como Filipinas, Papúa Nueva Guinea, Palaos y Okinawa.

Durante décadas el gobierno japonés negó la existencia de las Jugun Ianfu, pero en enero de 1992 fue emitida la primera disculpa oficial por lo sucedido después de que el historiador japonés Yoshimi sacara a la luz pruebas irrefutables de la participación activa y oficial del país en la gestión del sistema de estos “centros de solaz” durante la guerra. En 1994 el gobierno de Tokio elaboró un fondo de mujeres asiáticas para establecer una compensación adicional a las víctimas en Corea, Filipinas, Taiwán e Indonesia, recibiendo donaciones de los propios ciudadanos. Por su parte el primer ministro de Japón del momento, Ryūtarō Hashimoto, emitió una declaración pública donde afirmaba: “Extiendo de nuevo mis más sinceras disculpas y el remordimiento a todas las mujeres que se sometieron a las experiencias inconmensurables y dolorosas y sufrieron heridas físicas y psicológicas incurables como mujeres de consuelo”.

La coreana Kim Hak-soon (señora de la izquierda), durante ocho años fue obligada a servir de esclava sexual del ejército nipón. En agosto de 1991 relató que cuando a la edad de 14 años Corea fue colonizada por Japón “éramos muy vulnerables. Todos los ciudadanos, todos los coreanos vivíamos en estado de esclavitud. Los hombres fueron enrolados por el ejército japonés, incluso los niños. Con las mujeres Japón no hizo diferencias de edad, utilizaron y forzaron a todas las mujeres, a muchas niñas incluso”. Fue la primera mujer de Corea del Sur que rompió el silencio tras más de 50 años de silencio, animando a las demás supervivientes de toda Asia para que empezaran a contar también sus casos.

Respecto a los agresores de estas mujeres, también existen varios testimonios arrepentidos. Un ejemplo es el del teniente japonés Seidai Ohara, el cual confesó cómo había constituido una estación de consuelo en la isla de Moa (Indonesia), utilizando a cinco esposas de rebeldes locales que habían luchado contra el kempeitai (policía política japonesa), las cuales fueron obligadas a prostituirse. Otra declaración de un soldado japonés Yasuji Kaneko, relató que “las mujeres gritaban, pero no nos importaba si ellas vivían o morían. Éramos los soldados del Emperador. Ya sea en burdeles militares o en las aldeas, violábamos sin reticencias”.

Desde las primeras declaraciones de víctimas hasta la actualidad ha habido una serie incesante de procesos políticos y judiciales pidiendo o reclamando indemnizaciones, disculpas o reclamaciones de cualquier tipo ante los gobiernos (al japonés principalmente) por parte de las mujeres supervivientes de este vergonzoso hecho histórico. 

Tal y como expone Julián Casanova en uno de los capítulos de su libro “Una violencia indómita” de cómo se encontraba el panorama de la violencia del siglo pasado y el efecto de guerras, revoluciones, genocidios, etc. en hombres y mujeres, podemos comprender, situarnos y/o valorar nosotros mismos, en concreto, la violencia sexual hacia las mujeres durante los conflictos bélicos a lo largo del siglo XX. Y con violencia sexual no solo nos referimos a agresiones sexuales, sino también a la mutilación genital, el rapado de pelo, matrimonios y embarazos forzosos y vejaciones públicas, actos sin duda deshumanizadores que atentan contra cualquier forma de libertad y dignidad humana para demostrar la supremacía, el poder, la exaltación del orgullo y la alimentación del ego del vencedor. 

A lo largo de la historia la mujer ha sido infravalorada y menospreciada ante el hombre y por el hombre, ya fuera por prejuicios religiosos, filosóficos o de cualquier otro tipo. Ha sido tratada como si de un trofeo se tratase, pues se ha visto sometida a miles de formas de violencia durante las guerras a modo de que su humillación era sinónimo de victoria y regocijo. Pero aún con ese pasado tan oscuro, aún con tanta negatividad arrastrada, el surgimiento del movimiento para alcanzar una igualdad entre hombres y mujeres ha sido determinante para que, con el pasar de los años, nos estemos haciendo con avances, mejoras, evoluciones y una adquisición de valores transmitidos por generaciones para avivar esa llama interior, para elevar la voz por aquellas que ya no pueden hablar, para lograr un mañana donde podamos estar orgullosas de nuestros logros y hacer que valga la pena cada acto con el objetivo de alcanzar una vida plena, vivir en una sociedad en el que nacer mujer no suponga dificultades.

La revolución será feminista o no será.

REFERENCIAS WEBGRÁFICAS

  • «Las Jugun Ianfu: las esclavas sexuales del ejército japonés durante la Segunda Guerra Mundial», publicado el domingo 23 de agosto de 202 por Héctor Fuentes, en Guioteca, https://www.guioteca.com/mitos-y-enigmas/las-jugun-ianfu-las-esclavas-sexuales-del-ejercito-japones-durante-la-segunda-guerra-mundial/#:~:text=Uno%20de%20los%20episodios%20m%C3%A1s,parte%20de%20las%20tropas%20del. Consultado el 10 de marzo de 2021.
  • «Esclavas sexuales de Japón en la II Guerra Mundial«, publicado el 23 de noviembre de 2020 por Consuelo Peláez Sanmartín y Andrés Zaragoza Alberich, en Infolibre, https://www.infolibre.es/noticias/club_infolibre/librepensadores/2020/11/21/esclavas_sexuales_japon_durante_guerra_mundial_113534_1043.html. Consultado el 10 de marzo de 2021.
  • «Al cabo de 70 años «la mujeres de solaz» hablan para que la verdad no muera«, publicado el 2 de septiembre de 2015 por Paula Allen, en Amnistía Internacional, https://www.amnesty.org/es/latest/campaigns/2015/09/70-years-on-comfort-women-speak-out-so-the-truth-wont-die/. Consultado el 9 de marzo de 2021.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

  • CASANOVA, Julián, 2020, «Una violencia indómita», Editorial Crítica.

 Guadalupe Ortiz Mastropietro

1º Bachillerato-A

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