El 8 de febrero se ha cumplido el 85 aniversario de «La Desbandá». Para conocer este triste acontecimiento de la Historia de España en general, y de Torre del Mar en particular, hemos invitado a D. Javier Cabello, profesor de Instituto. Nos ha dicho que «hay que saber de dónde venimos, para saber lo que somos».
Su propia madre participó en la Desbandá siendo niña; también lo hicieron varios bisabuelos y familiares de alumnado de nuestra clase.
D. Javier nos ha contado cómo la gente huía de las tropas que habían dado el golpe de Estado contra el gobierno elegido en las urnas por los españoles. Cómo miles y miles de andaluces que huían se habían concentrado en Torre del Mar, buscando escapar hacia Almería.
Supimos que alrededor de la Estación de autobuses de nuestra localidad se agolparon miles de esas personas. Los nombres de muchos de ellos están escritos allí en unos monumentos que hay.
Nos habló de Anselmo Vilar, el farero que apagó el Faro de Torre del Mar para que no se atacara a los refugiados que huían de las tropas fascistas. Gracias a él, muchos pudieron salvar la vida. Y, como días después, Anselmo fue fusilado por haberles ayudado y enterrado en una fosa común en Vélez-Malaga, sin la presencia de sus familiares.
Nos habló del médico canadiense Norman Bethune. Había heridos y muertos por la carretera, provocados por los bombardeos de los barcos de guerra que iban junto a la costa y al ametrallamiento de la aviación alemana e italiana sobre la población que huía. Con indignación, escuchamos las palabras irónicas de Queipo de Llano que explica la decisión de bombardear a la población civil:
“A los tres cuartos de hora, una parte de nuestra aviación me comunicaba que grandes masas huían a todo correr hacia Motril. Para acompañarles en su huida y hacerles correr más aprisa, enviamos a nuestra aviación, que los bombardeó”.
Finalmente, comprendimos que esto que ocurrió en Torre del Mar sigue pasando hoy: las guerras que existen actualmente en el mundo producen miles y miles de refugiados. Como ocurrió en Torre del Mar en el pasado, huyen familias enteras (madres, padres, niños…). No son delincuentes, sino seres humanos que huyen del horror de la guerra, a los que debemos acoger y ayudar, como nos recuerda ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados.