Mikel Houston; el último cuento de Dani



Había una vez un niño que quería ser astronauta, pero sus padres no tenían suficiente dinero para pagarle la carrera universitaria. El niño se llamaba Mikel Houston. Estaba en el instituto en la prueba final para pasar a la universidad y ver si le daban la beca. Tenía que hacer un trabajo de la carrera que quería estudiar. Se lo habían dicho hacía tres meses y él había hecho una estación espacial con su cohete. Sacó un 8,5. Al mes, le enviaron un correo diciéndole que le habían escogido y que le daban la beca.

A los cinco años, después de una larga preparación física, le enviaron a la Luna. En el lanzamiento, comentaron por los megáfonos «3… 2… 1… inicio», pero se rompió uno de los cinco motores, aunque eso no impidió que despegara cohete. Al llegar a la Luna, al cabo de dos años, sus primeras palabras fueron: «este paso es pequeño para el hombre, pero un gran salto para la humanidad».

Cuando quisieron volver, solo les faltaba una semana y, de repente, empezaron a perder combustible. Antes de que chocaran contra un meteorito, dijo Mikel Houston:

– Ha sido un placer llegar hasta aquí con vosotros. 

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