La pequeña montaña de las vacas
Por Alejandro Asensio
Un día, una de las vacas miró a otra montaña que había enfrente y pensó que si se repartían entre las dos montañas habría más espacio para todas. Y así lo hicieron, algunas se quedaron y otras se marcharon. Desde entonces todas son muy felices y no dejan de visitarse cada tarde para pastar juntas y caminar un poco.
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