EDUCAR EN LA EMOCIÓN PARA LLEGAR AL APRENDIZAJE

Sin emoción no hay curiosidad, no hay atención, no hay aprendizaje, no hay memoria”.

Francisco Mora.

Francisco Mora, nació en Granada, en 1945 y es doctor en Neurociencia por la Universidad de Oxford y catedrático de Fisiología de la Universidad Complutense. Es un referente en educación y según él la emoción es elemento esencial en el proceso de aprendizaje.

Siempre que leo y escucho sobre la relación entre la emoción y la cognición me planteo que la escuela debería encontrar espacios para educar emocionalmente. Sabemos que actualmente este tipo de competencias encuentran poco espacio en los desarrollos curriculares, pero si ambas van de la mano, ¿no deberíamos invertir tiempo en la construcción de aprendizajes que procuren el desarrollo de la inteligencia emocional?.

Cuando comencé a trabajar en la escuela pública empecé hacerlo en aulas de centros de compensación educativa. El alumnado procedía de entornos desfavorecidos, poco motivados, que  carecían de autoestima y que vivían en realidades complejas. Suelo contar que de mis primeras veces, a principios de curso, entregué una ficha para que el alumnado la rellenara con sus datos básicos. Una ficha estandarizada que preguntaba cosas como ¿a qué se dedica tu padre?. Recogí fichas que contestaban a esa pregunta con la siguiente respuesta: «es traficante». 

Tengo que reconocer que no tardé en entender qué consecuencias tendría eso en mi aula. Las personas no siempre estamos abiertas al aprendizaje, el contexto y nuestro equilibrio emocional nos condiciona en nuestro progreso. Tenemos que tener en cuenta que aprender es crecer y no siempre se dan las circunstancias. No nos enseñan a identificar las emociones, a entenderlas y a poderlas controlar, tampoco a reconocerlas en los demás ni a saber relacionarnos en diferentes contextos. Este es un aprendizaje subyacente que se adquiere de los modelos familiares o de nuestros círculos más cercanos, pero no es un aprendizaje reflexionado, dirigido y elegido.

«Las personas no siempre estamos abierta al aprendizaje, el contexto y nuestro equilibrio emocional nos condiciona en el progreso»

En 2008 se publicó el Informe Fundación Botín: Educación emocional y social. Análisis internacional. Santander, Fundación Marcelino Botín en el participaron más de medio millón de estudiantes de diferentes etapas educativas desde la educación infantil hasta la secundaria.

Este estudio concluía que los programas de educación emocional sistemáticos promueven el desarrollo integral de alumnado, mejoran sus resultados académicos, mejoran el clima de convivencia, incrementan los niveles de motivación y afloran actitudes más positivas hacia el aprendizaje.

La emoción y la cognición van de la mano. Por ello, es imprescindible plantearse que hay que generar climas emocionales positivos que ofrezcan entornos seguros al alumnado y por ende mejoren el aprendizaje.

Escucharles, interesarnos, incluso por cuestiones no estrictamente académicas y mostrarles respeto es esencial para generar un vínculo pedagógico. La empatía es fundamental para educar desde la comprensión.

Recientemente, por la situación de pandemia, ha puesto de manifiesto la necesidad de trabajar ese acompañamiento emocional, si bien debiera ser algo que haya venido para quedarse.

Desarrollar habilidades intrapersonales e interpersonales nos permite afrontar situaciones conflictivas con mayor éxito. Por ello, es esencial que se programen actividades que permitan potenciar la inteligencia emocional desde edades tempranas en la escuela.

Daniel Goleman la definió como «la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos, los sentimientos de los demás, motivarnos y manejar adecuadamente las relaciones que sostenemos con los demás y nosotros mismos» (Goleman, 1998, pg. 430).

Goleman (1998), propuso un modelo mixto de competencias emocionales basado en la cognición, personalidad, motivación, emoción, inteligencia y neurociencia, incluyendo tanto procesos psicológicos cognitivos como no cognitivos.

En su libro «La práctica de la inteligencia emocional» este modelo consiste en cinco habilidades emocionales y sociales básicas, que son:

      1. Conciencia de sí mismo.
      2. Autorregulación.
      3. Motivación.
      4. Empatía.
      5. Habilidades sociales.

Teniendo en cuentas estas categorías deberemos implementar actividades, dinámicas y ejercicios que permitan trabajar cada una de ellas. Trabajar el autoconcepto, la autoestima, aprender a reconocer nuestras propias emociones, desarrollar técnicas de autoregulación, empatía, responsabilidad social y la adaptabilidad serían aspectos imprescindibles.

A ellas, yo incluiría la RESILIENCIA como clave para la superación de las dificultades que nos encontraremos en la vida, habilidad que permitirá incrementar la resistencia a la frustración y fomentará una actitud de aprendizaje constante en la vida.

En próximas entradas contaré como trabajamos en mi aula estos aspectos, ¿Trabajáis estos aspectos? ¿Cómo lo hacéis en vuestra aula?

3 respuestas a «EDUCAR EN LA EMOCIÓN PARA LLEGAR AL APRENDIZAJE»

  1. Tienes mucha razón en eso de que esta situación de confinamiento ha dejado al descubierto la necesidad de la educación emocional. En mi aula solemos tratarla de forma cotidiana; todos y todas entendemos que cuando algo nos afecta, nos preocupa, nos alegra, etc., debe ser compartido. De esta forma, vamos creando hilos que se van uniendo, entrelazando, y tejiendo toda una red que nos proporciona seguridad. No nos juzgamos, nos escuchamos, compartimos, nos da igual qué dice en nuestro horario que toca trabajar, en ese momento nada importa más que nuestra red. Esa red, como la de los pescadores, a veces se rompe por algún lado, por lo que es el momento de extenderla y darle una solución a esa rotura. Nuestras aportaciones serán las que conformen esa aguja que cierre el hueco que se nos ha creado. Todos y todas debemos aprender a llevar encima esa aguja que todo lo arregla.

  2. Cuando enseñamos tenemos la obligación de generar emociones a nuestros alumnos, que ese aprendizaje le haga reflexionar y modificar sus conocimientos, «llenar su mochila» con la adquisición de nuevas estructuras cognitivas.
    Este tipo de entendimiento, adquirido a través de vínculos emocionales quedarán en nuestro alumnado para siempre.

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