LA FUGACIDAD DE LA VIDA

El tiempo es engañoso. Se mueve a escondidas, a nuestras espaldas, sin hacer ruido. Es rápido, fugaz y pasa desapercibido. No se tiene en cuenta, casi no se le presta atención. Hasta que alzas la vista y ves que el cajón donde solías guardar tus juguetes está vacío, que la ropa de hace años ha encogido y que tus inquietudes son otras.


Creces, maduras, vives. El tiempo sigue su recorrido, pero, entonces, ¿por qué al mirar atrás parece que fue ayer cuando empezábamos a dar nuestros primeros pasos? Parece que el tiempo se haya detenido, o, por el contrario, corra demasiado.


Al fin y al cabo, somos así. Entramos, salimos, planificamos, amamos, odiamos, trabajamos, dormimos, sin pensar que tenemos un fin, que nada es eterno.


A menudo pienso en todo lo que no hacemos y dejamos pasar o en las palabras que nunca decimos y acaban perdiéndose. Tal vez deberíamos decir aquello que no nos atrevemos a pronunciar, arriesgarnos a hacer eso que nos da miedo, saltar al vacío, perdernos, recorrer caminos, coger desvíos, perder el orgullo. Pedir “perdón”, decir “te quiero”.


Vivimos la vida esperando a que llegue algo, que termine esto o empiece esto otro cuando la mayoría de veces no tenemos la certeza de que eso vaya a suceder. Porque la vida es imprevisible y nosotros, ingenuos.


Porque es así, nunca reparamos en la fugacidad de la vida hasta que es demasiado tarde para hacerlo.

Rocío Reyes Linares – 2º Bachillerato C

También te podría gustar...

Deja una respuesta

Descripción general de privacidad

Este sitio web utiliza cookies para que podamos brindarle la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en su navegador y realiza funciones como reconocerlo cuando regresa a nuestro sitio web y ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones del sitio web le resultan más interesantes y útiles.