LA MÚSICA AMANSA FIERAS Y VINO EN MI AYUDA
De la familia de mi madre nos queda solamente mi tía Encarnita; bueno, la tía Encarnita y la tía Sole. Para todos nosotros ellas son una; son amigas de toda la vida y viven juntas desde siempre (ejem, ese «siempre» se remonta al momento en que empiezan mis recuerdos). Encarnita era la más pequeña de los seis hermanos. En su casa fue la niña, ese título se hizo extensivo a Sole y fueron las niñas para todos nosotros: para mi madre y sus hermanos, para mí y los míos, para mis hijos y mis sobrinos.
La historia que cuento hoy, totalmente real aunque disparatada, me sucedió hace varias semanas. Como en otras ocasiones, esta vez con mi hija, aprovechamos una visita al médico para acercarnos a su casa. Echamos una tarde de charlas, merienda, risas y crecimiento; eso sí, para dar la tarde como buena hay que escuchar y reír. Los temas son siempre variados: sobrinos, hermanos, amigos, conocidos, política, … Nos ponemos al día de los que están pasando un mal momento, de médicos y revisiones, hablamos de proyectos, de lo que nos quita el sueño; también volvemos la vista atrás para compartir recuerdos. Solemos acabar la tarde con consejos y mantecados.
Una vez terminada esta tarde de chicas, dejé a mi niña en el centro de Granada e inicié el camino de vuelta a casa.
Hmmm, me hace mucha falta patear Granada porque no sé por dónde eché que me perdí. De una calle muy oscura me iba a otra más solitaria aún. Varias vueltas me llevó llegar a un cruce de caminos. Iba muy despacito cuando descubrí en el otro lado varios chicos con guitarras.
Miré por los espejos
no venía nadie
reduje la marcha
aparqué a un lado
bajé el cristal
y como si estuviese en lo alto de un cerro les grité:
¡Socorro! ¿Podéis ayudarme? Es que me he perdido!
No sabía dónde estaba, me faltaba la iluminación de la Gran Vía para sentirme tranquila porque soy muy valiente y decidida, pero dentro de la seguridad que me da el coche.
Entonces, uno de ellos dejó la guitarra
cruzó la calle
se acercó al coche.
Había empezado a hablarme
cuando va y me dice:
«Yo te conozco a ti, soy Ismael del IES Alonso Cano, compañero de Cati. y tú eres Maite de Erasmus. No te creas que estás tan perdida, nuestro local de ensayo está aquí al lado. Cuéntanos qué necesitas»
Ainssss, ¡qué risa! Ismael es el coordinador Erasmus en su IES. Uno de los músicos me guió hasta la circunvalación. Desde ahí, la vuelta a casa se hizo muy amena. Físicamente, iba sola en el coche, claro, pero mezclar en mi cabeza todo lo que me pasó esta tarde me llevó a sonreír, a seguir maquinando y a viajar acompañada.
Guadix, donde la tierra te abraza, a 4 de diciembre de 2022
Maite
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IXDCC–XXIII