Soy una fiel defensora de la necesidad de incluir la Educación Emocional en todos los Centros Educativos, pero, con mayor urgencia, en los centros que cuentan con un programa de Compensación Educativa, ya que es este alumnado el que presenta un mayor desaliento ante el aprendizaje, lo que produce a menudo un enorme desfase curricular y el abandono, por tanto, del sistema educativo.
¿Por qué creo tan necesaria la Educación Emocional?
El término inteligencia emocional fue acuñado por los profesores Mayer y Salovey en 1990, quienes definieron el concepto como la capacidad para:
– Identificar y expresar asertivamente las emociones propias y ajenas
– Percibir y comprender las emociones propias y ajenas
– Gestionar adecuadamente esas emociones
Dicha capacidad permite interpretar fenómenos sociales positivos y negativos, y dar una respuesta adaptativa a los mismos.
Las personas emocionalmente inteligentes presentan muchas ventajas respecto a las personas que no han sido educadas emocionalmente:
– Resuelven de manera adaptativa los problemas cotidianos y extraordinarios
– Son más creativas y flexibles a la hora de afrontar adversidades
– Toman decisiones más acertadas
– Se convierten en personas capaces de motivar a otros hacia un fin concreto y satisfactorio
Difícilmente se ven implicadas en conflictos en el ámbito escolar o privado
En 1996, Daniel Goleman difunde con éxito el término. En su libro “Inteligencia Emocional” explica para qué sirven las emociones, sitúa las bases del autoconocimiento y su importancia en la educación.
Goleman es, actualmente, uno de los mayores expertos y divulgadores de la inteligencia emocional.
Puedes ver al autor en:
¿QUÉ ES UNA EMOCIÓN?
Una emoción es una alteración dinámica y de elevada intensidad del estado de ánimo. Surge como respuesta a un estímulo y da lugar a reacciones automáticas como la risa, el llanto, el grito o la huida, entre otras.
El proceso sería el siguiente:
• Aparición de un estímulo externo o interno (a veces un simple pensamiento)
• Interpretación subjetiva del mismo
• Desencadenamiento de una acción
Existen muchas emociones distintas. Una de las clasificaciones de las emociones más extendidas es la realizada por Salovey y Mayer (1990) en la que distinguen entre seis emociones primarias y sus funciones asociadas:
• Ira: cuya función es predisponernos a la lucha
• Tristeza: cuya función es calmar la actividad y ralentizar el metabolismo
• Miedo: cuya función es prepararnos para la huida
• Alegría: cuya función es la búsqueda del bienestar
• Sorpresa: cuya función es activar la curiosidad y animar a la investigación
• Asco o aversión: cuya función es alejar a la persona del objeto en sí
Como puede verse, las emociones están relacionadas, principalmente, con la supervivencia.
¿POR QUÉ ES IMPORTANTE LA EDUCACIÓN EMOCIONAL EN EL AULA?
Para vivir de manera adaptativa y saludable, es indispensable una gestión emocional adecuada. Gestionar adecuadamente las emociones significa aprender a regular las emociones positivas o negativas, de forma que seamos capaces de afrontar los retos cotidianos y extraordinarios de la manera más asertiva posible. La gestión emocional se aprende, Por eso la escuela es, junto con la familia, el lugar más idóneo para su enseñanza. Además, está comprobado que los niños y niñas que saben gestionar sus emociones son menos propensos a verse envueltos en episodios de violencia escolar, por lo que la gestión emocional no es sólo esencial para el desarrollo del individuo, sino también para la convivencia.
Paradójicamente, la escuela tradicional se ha centrado exclusivamente en los contenidos académicos e intelectuales dejando de lado el desarrollo social y emocional del alumnado. Aunque cada vez son más los centros educativos que incorporan programas de Educación Emocional a su enseñanza, aún queda mucho camino por recorrer y muchos muros que derribar. El desconocimiento de lo que verdaderamente significa la educación emocional, hace que su implementación en los centros educativos se vea obstaculizada por varias creencias falsas entre nuestro propio colectivo, como por ejemplo:
• Que no forma parte de las competencias de un docente
• Que está reñida con la exigencia y excelencia académica
• Que el normal desarrollo y temporalización de los contenidos curriculares
puede verse afectado por la inclusión de actividades ajenas a la materia
• Incredulidad en el poder del docente y de ciertas dinámicas para generar
cambios en los demás
Para que la educación emocional contribuya a una mejora del autoconocimiento y el autoconcepto, su práctica debe centrarse en los siguientes objetivos:
• Adquirir mayor conocimiento sobre las emociones propias. • Identificar las emociones en terceras personas.
• Aprender a regular las emociones propias.
• Prevenir los posibles riesgos de las emociones negativas.
• Aprender a generar emociones positivas.
• Desarrollar la habilidad para la automotivación.
• Adquirir una actitud positiva ante la vida.
(Merino González, 2017)
Según Goleman, se han de promover las siguientes competencias clave:
• Autocontrol: ser consciente de las propias acciones y tener en cuenta las posibles consecuencias o resultados.
• Autoconfianza: la confianza en uno mismo y en su capacidad para el éxito
• Curiosidad: tener la necesidad de buscar y aprender cosas nuevas movidos por el sentimiento de satisfacción.
• Intencionalidad: poner a disposición de un objetivo las distintas habilidades y recursos que se poseen.
• Relaciones: la implicación con los demás individuos a través de la empatía.
• Capacidad de comunicar: expresar con claridad las ideas propias y respetar las opiniones ajenas.
• Cooperación: ser capaz de trabajar de forma conjunta, pues el ser humano vive en sociedad, es decir, convive. Gestiona adecuadamente las emociones, implica gestionar adecuadamente tanto las relaciones como las metas personales y sociales.
También, como es lógico, se señalan algunas habilidades que ha de desarrollar el docente que se suma al fascinante mundo de la Educación Emocional:
• La habilidad para percibir las emociones: identificación de la expresión de las emociones
• La habilidad para reconocer las emociones: identificar las causas o estímulos que las provocan.
• La habilidad para regular las emociones: manejar de manera provechosa las emociones
• La habilidad para facilitar el pensamiento: poner la educación emocional al servicio de las personas implicadas.
Te dejo alguna bibliografía que me parece interesante por si te interesa profundizar en este tema:
Dilts, R. (2004). “Herramientas para el cambio”. Urano
Goleman, D. (1996). “La inteligencia emocional”. Buenos Aires: Javier Vergara Editor
Goleman, D (1999). “La práctica de la inteligencia emocional”. Kairós
Iré publicando bibliografía actual, pero creo que esta bibliografía es la base y por eso me parece ideal compartirla.
Si te interesa este tema, en próximas publicaciones compartiremos prácticas muy sencillas.
Nos leemos en breve!