El reciclaje o la segunda vida de nuestros residuos

Este 17 de mayo celebramos el Día Mundial del Reciclaje, una oportunidad para recordar la importancia de las llamadas 7R del consumidor ecológico que conforman los comportamientos más recomendables para respetar y cuidar el medioambiente: rediseñar, reducir, reutilizar, reparar, renovar, recuperar y hoy, especialmente, hablamos de reciclar.
El reciclaje ayuda a que nuestra basura no sea simplemente un residuo, dándole la oportunidad de tener una nueva vida. Gracias a él, cada vez que depositamos nuestros residuos en el contenedor de reciclaje ayudamos a preservar los recursos naturales de nuestro planeta. Gracias a lo que reciclamos entre todos, en 2021 se evitó la emisión de 2,05 millones de toneladas de CO2 a la atmósfera, cantidad que equivale a lo que emiten 1.000.000 de calefacciones de Asturias en un año; se ahorraron 20,5 millones de m3 de agua y 5,27 millones de Mwh de energía.
Además, es algo muy sencillo que podemos hacer por el medioambiente cada día. Solo debemos aprender qué tipos de contenedores existen y qué debe ir en cada uno de ellos. A los llamados puntos limpios, repartidos por nuestras localidades y a los que podemos llevar residuos como electrodomésticos, se suman en nuestras calles y nuestros colegios distintos tipos de contenedores. Estos son de diferentes colores: amarillo, azul, verde, marrón y gris, en función de lo que debemos depositar en cada uno de ellos.
Así, en los contenedores verdes, que suelen tener forma de iglú, solo debemos tirar el vidrio; en los amarillos, los envases de plástico, las latas y los briks; en el contenedor azul, los envases de cartón y papel; en el contenedor marrón, residuos orgánicos como la piel de un plátano y en el contenedor gris el resto de los residuos que no cuenten con un sistema de recogida específico.
Reciclar es una práctica muy sencilla e importante con la que ayudamos al medioambiente y reducimos las emisiones de CO2
Una manera muy sencilla de comprender qué debe ir en cada uno de ellos está en pararse a analizar qué residuos se generan durante el día: en la pausa del recreo, en el comedor escolar y en casa. Si comemos una pieza de fruta, la piel o el hueso irá al contenedor orgánico; por el contrario, los briks de zumo y los envases de yogur irán al contenedor amarillo. Ahí es donde empezará su nueva vida.
En la siguiente infografía puedes consultar dónde depositar cada tipo de residuo.
¡Reciclar es muy sencillo!
Más allá de aprender dónde debe depositarse cada residuo, este Día Mundial del Reciclaje es una buena ocasión para desmontar mitos y descubrir que el reciclaje es muy sencillo. De hecho, seguro que en el cole muchos escolares reciclan sus yogures, pero ¿sabías que no es necesario lavar los envases de yogur antes de depositarlos en el contenedor amarillo? Lo mismo ocurre con las latas de bebida o con las conservas: una vez hemos terminado su contenido solo tenemos que depositarlas en el amarillo; en la planta de clasificación se encargarán del resto.
Dar una segunda vida a nuestros residuos y mantener limpia la naturaleza son gestos fundamentales
También se reciclan los envases de plástico más pequeños, como las tarrinas de lácteos o los botes de los batidos, si las depositamos en este el contenedor.
Otra curiosidad es lo que ocurre con los briks. En casa o en el colegio, los tiramos en el contenedor amarillo, y una vez que llegan a la planta de reciclaje se separan sus capas ya que están hechos de papel, plástico y aluminio. Con el papel se hacen productos como cajas o bolsas y con el aluminio y el plástico se genera energía tras convertirlos en gas.
Esas bolsas o ese gas en los que se convierten los briks no son los únicos productos y materias que nacen con el reciclaje. Con los envases de plástico que reciclamos, por ejemplo, se hacen cosas tan distintas como vaqueros, ropa de deporte, tuberías o juguetes. De este modo, con 40 botellas de plástico se puede hacer un forro polar, con 550 latas de aluminio se hace una silla y con 8 cajas de cereales se puede hacer el próximo libro que se lea en clase.
Dar una segunda vida a nuestros residuos, mantener limpia la naturaleza y consumir de forma responsable son gestos fundamentales: harán que las generaciones futuras puedan seguir disfrutando de un planeta verde y azul.