Oda a Felipe Ruiz (Fray Luis de León)

ODA V – DE LA AVARICIA

A FELIPE RUIZ

En vano el mar fatiga
la vela portuguesa; que ni el seno
de Persia ni la amiga
Maluca da árbol bueno,
que pueda hacer un ánimo sereno.

No da reposo al pecho,
Felipe, ni la India, ni la rara
esmeralda provecho;
que más tuerce la cara
cuanto posee más el alma avara.

Al capitán romano
la vida, y no la sed, quitó el bebido
tesoro persiano;
y Tántalo, metido
en medio de las aguas, afligido

de sed está; y más dura
la suerte es del mezquino, que sin tasa
se cansa ansí, y endura
el oro, y la mar pasa
osado, y no osa abrir la mano escasa.

¿Qué vale el no tocado
tesoro, si corrompe el dulce sueño,
si estrecha el ñudo dado,
si más enturbia el ceño,
y deja en la riqueza pobre al dueño?

Las célebres naves portuguesas simbolizan el afán de lucro, la avaricia; y con ellas no se alcanza la tranquilidad del ánimo sino el desasosiego y la inquietud de espíritu (‘No da reposo al pecho’) (‘que más tuerce la cara/ cuanto posee más el alma avara’), etc.

Para apoyar su tesis, el poeta lo ejemplifica con dos personajes de la Antigüedad clásica: uno, histórico (Craso), que pudiera ser un cónsul romano que, junto a César y Pompeyo, formó el triunvirato; y el otro mitológico (Tántalo), legendario rey de Lidia, que fue arrojado por los dioses a un lago junto al que crecían árboles frutales. Devorado por la sed y el hambre, si deseaba beber agua el nivel de estas descendía y si intentaba comer, las ramas de los árboles se elevaban y quedaban fuera de su alcance.

Los encabalgamientos suaves de las dos primeras estrofas imprimen a la oda un ritmo pausado con el que se reproduce la lenta progresión de las naves por las aguas del océano.