Miguel de Unamuno

La más alta figura de la generación del 98 es la del genial escritor vascongado don Miguel de Unamuno (1864-1936), vasco castellanizado nacido en Bilbao, cuyo nombre quedará unido para siempre al de Salamanca, donde vivió la mayor parte de su vida. 
Hijo de un comerciante bilbaíno, que murió antes de que cumpliera los seis años, cursó las primeras letras en su ciudad natal, y recordó siempre como el episodio culminante de su niñez el sitio de Bilbao y el bombardeo de la ciudad por los carlistas en 1873.
Después de cursar el Bachillerato en el Instituto Vizcaíno, a los diecisiete años se trasladó a Madrid para estudiar la carrera de Filosofía y Letras en la Universidad Central, estudios que cursó con gran brillantez hasta alcanzar en 1884 el grado de Doctor. Vuelto a Bilbao, y mientras preparaba oposiciones a cátedra, se dedicó a dar lecciones particulares de latín y griego para ganarse la vida, lo que no le impidió emprender un viaje a Italia en verano de 1889 y contraer matrimonio al año siguiente. 
Después de fracasar por dos veces en sendas oposiciones a cátedras de Filosofía, una de ellas la de Psicología del Instituto de Bilbao, realizó otras dos tentativas infructuosas para ser catedrático de latín, hasta que por fin, en 1891, y ante un tribunal presidido por Menéndez Pelayo, ganó la cátedra de lengua griega de la Universidad de Salamanca. En esta ciudad no tardó en iniciar su producción literaria, primero como articulista, con sus famosos ensayos En torno al casticismo (1895), y después como novelista, con la publicación de su primera novela, Paz en la guerra (1897).
Nombrado Rector de la Universidad de Salamanca en 1901, a la temprana edad de 36 años, con el comienzo del nuevo siglo empezó para Unamuno una de las más fecundas etapas de su vida de escritor, durante la cual, en la plenitud de su genio intelectual y creador, escribió casi todas sus obras fundamentales como pensador y como artista. A este período pertenecen, en efecto, sus dos primeros libros de poemas, Poesías (1907) y Rosario de sonetos líricos (1911); las dos primeras novelas típicamente unamunianas, Amor y pedagogía (1902) y Niebla (1914); los preciosos Recuerdos de niñez y mocedad (1908); su primer libro de viajes, Por tierras de Portugal y España (1911), y las dos obras más representativas de su pensamiento existencial y filosófico: la Vida de Don Quijote y Sancho (1905) y Del sentimiento trágico de la vida (1913), sin contar los innumerables artículos y ensayos publicados en periódicos y revistas de España y América. 
Espíritu paradójico y contradictorio, deseoso de remover con sus violentos ataques contra todo y contra todos el marasmo espiritual e intelectual de España, su infatigable actividad como publicista y conferenciante, ideólogo, reformador y polemista, le acarreó, después de catorce años de fecunda labor, la pérdida de su cargo de Rector, del que fue destituido en 1914 por sus apasionados artículos en favor de la causa aliada. A partir de este punto, la hostilidad del gran pensador vasco contra la Monarquía, y aun contra la persona misma del monarca, le llevó a adoptar una actitud cada vez más combativa, que culminó en 1923 con el advenimiento de la dictadura de Primo de Rivera.
En la plenitud de su genio y de su madurez creadora, Unamuno había publicado durante aquellos años siete volúmenes de Ensayos (1916-1918); dos libros poéticos, El Cristo de Velázquez (1920) y Rimas de dentro(1923), y tres de sus mejores creaciones novelescas, Abel Sánchez (1917), Tres novelas ejemplares y un prólogo (1920) y La tía Tula (1921).
Pero a causa de su violenta campaña contra el dictador, el 20 de febrero de 1924 fue deportado a la isla de Fuerteventura, de donde fue rescatado cuatro meses después por unos amigos franceses, que le facilitaron la fuga fletando un barco que le permitió trasladarse a Francia. Aunque poco después fue indultado por el gobierno español, Unamuno no quiso volver a España y eligió voluntariamente el destierro, primero en París, donde se moría de nostalgia, y luego en Hendaya, en el país vascofrancés, muy cerca de su amada tierra vasca. 
Fruto de sus ocios y nostalgias de desterrado fueron los dos libros de poemas que llevan por título De Fuerteventura a París (1925) y Romancero del destierro (1928), un libro filosófico, La agonía del cristianismo(1925), y el extraño relato autobiográfico, Cómo se hace una novela (1927).
A la caída de Primo de Rivera en 1930, Unamuno regresó triunfalmente a España, donde fue reintegrado a su cátedra con todos los derechos por orden del monarca. En 1931, al instaurarse la República, fue elegido diputado a Cortes por la provincia de Salamanca y nombrado presidente del Consejo de Instrucción Pública, pero su espíritu protestatario e inconformista le llevó muy pronto a criticar duramente el nuevo régimen republicano. 
La muerte de su mujer, en mayo de 1934, y poco después su jubilación como catedrático de la Universidad de Salamanca, en la que había profesado durante cuarenta y tres años, ensombrecieron los últimos años de su vida, durante los cuales publicó, sin embargo, sus dos mejores obras dramáticas, El otro (1932) y El hermano Juan (1934), y su impresionante novela, San Manuel Bueno, mártir y tres historias más (1933).
El trágico estallido de la guerra civil le sorprendió en Salamanca, y allí, tras dimitir de su cargo de Rector perpetuo de la Universidad, se recluyó en su casa, donde murió silenciosamente, sentado junto al brasero, en una fría tarde de invierno del 31 de diciembre de 1936.
EDICIONES._ MIGUEL DE UNAMUNO. Antología poética. Selección y prólogo de LUIS FELIPE VIVANCO. Ediciones Escorial, Madrid, 1942. Existe otra selección más breve, pero excelente: MIGUEL DE UNAMUNO, Antología poética. Prólogo de JOSÉ Mª DE COSSÍO. «Colección Austral», Espasa-Calpe, Argentina, Buenos Aires, 1952 (3ª ed.).

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