Las emociones forman parte consustancial de nuestra vida, de nuestro día a día. Condicionan nuestras ideas, razonamientos, actitudes, y finalmente, nuestras acciones. Sin embargo, durante mucho tiempo, la escuela tradicional olvidó sistemáticamente que los niños/as (y a menudo, también el profesorado y las familias) no son ladrillos que se apilan sobre una pared, u objetos inanimados que automáticamente producen de forma rentable. Afortunadamente, de un tiempo a esta parte, las propias leyes educativas ya recogen en el currículum de Primaria y Secundaria, la necesidad de que nuestros alumnos/as aprendan a reconocer, definir y gestionar sus emociones, como un pilar básico de su desarrollo integral y un derecho humano básico. El bienestar individual y social, la atención y concentración, la empatía, la cooperación emocional, el respeto a las ideas y emociones entre iguales, la expresión oral… entre otras, son consecuencias directas, y muy positivas, del trabajo de las emociones en las aulas.
Bajo esta premisa, el profesorado del CEIP Vista Alegre lleva años formándose en Educación Emocional y ampliando, en horario y acciones concretas, su conocimiento teórico y práctico en la materia. En este sentido, está siendo fundamental la tarea de nuestra Orientadora de referencia, Pilar Espejo, no sólo en la atención directa con el alumnado, sino también en la formación del profesorado.
En este nuevo curso 2021-2022 estrenamos una nueva área de Educación Emocional en el CEIP Vista Alegre, dotada de una sesión semanal de una hora en los cursos de 3º, 4º, 5º y 6º de Primaria, horario de libre configuración de los centros de Primaria (Orden del 15 de Enero de 2021) y cuenta con acreditación oficial de la Delegación Provincial de Educación y el visto bueno de la Inspección Educativa. Su objetivo principal es aprender a percibir, comprender y regular las propias emociones, y las de los demás, siendo una excelente forma de desarrollo de la denominada Inteligencia Emocional, dentro del ámbito de la Salud Mental y Emocional.
Esa primera toma de contacto con la educación emocional está demostrando enormes beneficios no sólo a nivel personal, sino social. El bienestar individual y social, la integración, la empatía, la cooperación, el respeto a las ideas y emociones entre iguales, entre otras, son consecuencias directas, y muy positivas, del trabajo de las emociones en las aulas. Bajo ese paraguas, se ha demostrado en nuestro centro un menor índice de agresividad, acoso y violencia escolar.