Concurso de microrrelatos

Aquí os dejamos los microrrelatos seleccionados para el concurso convocado por el CEPA Yucatán Soto  del Real (Madrid). Dentro del texto se tenia que introducir la frase de «pero con exactitud, de una manera precisa, no sabemos qué es la imaginación»  de Pio Baroja.

 

Entera y crujiente

¡Qué inconsciente es el amor! Hay unos predestinados a entenderse y otros a destruirse. Nos absorben, nos desmenuzan y aún así seguimos aferrándonos a ese romance tóxico. La intensidad nos ciega. Una mañana fui testigo de uno de esos amores tan efímeros como demoledores. La una era muy entera y de tez blanca, la otra más crujiente y morena. Con las legañas aún en mis ojos, no era consciente de la trama enfermiza a la que estaba a punto de asistir, pero con exactitud, de una manera precisa, no sabemos qué es la imaginación. Vi como se dejaba la piel por alguien que al más mínimo contacto, acabaría con su vida al instante. La galleta, ciega por amor, se sumergió en la leche del vaso. Se desintegró. El desayuno estaba listo. “¡Buenos días!”, dijo mi madre con ímpetu al hacer su entrada en la cocina, haciéndome volver a la realidad.

Autor: Sant

 

En el silencio de la noche

Cada día me despierto antes, supongo que es la edad, pero la teoría más consolidada en mi cabeza es que esto me está pasando factura ya. Hace demasiado tiempo, cuando entré, no había día que no pillara el toro en el recuento. De unos años aquí, ya me despertaba con el timbre. Hace unos meses me desvelaba con el ruido de la llave que abre la cerradura media hora antes del recuento. El cenit de mi exaltación matutina, ha llegado hace una semanas que llevo ya un rato desvalijando pensamientos cuando escucho abrir la cancela del funcionario. Divagando con mi compañero muchas veces le digo: sé que aún no me vuelvo loco, pero con exactitud, de manera precisa, no sabemos que es la imaginación hasta que empiezas a tener dudas de que si en algún momento la tuviste.

Autor: SFL

 

Sus rizos naranjas

 

Llegó y me nubló la razón. Ocurrió lo inevitable, me enamoré de él hasta perder la cordura. Fui preso de sus encantos y, sin darme cuenta, me regaló un billete directo al mismísimo tártaro. En noches como estas me embriagó de éxtasis hasta convertirme en un adicto a su olor, al tacto de su piel y al roce de su aliento sobre mi cuerpo. El amor ya murió y lo que queda entre los dos es el límite de la obsesión, pero como Prometeo, estoy condenado eternamente a no olvidar sus rizos naranjas. Mi corazón me habla y pide una tregua, pero con exactitud, de una manera precisa, no sabemos qué es la imaginación. Deambulo por las calles y sus demonios confunden mis sentidos: ahí está de nuevo, trastorna mi voluntad y dócilmente me dejo arrastrar. Cual buitre, devora mis entrañas y corrompe mi alma cocainómana. La tortura no cesa.

Autor: Mickey

 

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