El pasado viernes 19 de abril en el salón de reuniones del colegio resonaba con el murmullo de voces emocionadas. Los delegados de clase, representantes elegidos por sus compañeros para canalizar preocupaciones y sugerencias, se congregaban junto al director del colegio para compartir sus experiencias diarias y discutir posibles mejoras. Este encuentro no solo era una oportunidad para expresar inquietudes, sino también un momento de colaboración y entendimiento mutuo.
El director invitó a los niños a expresarse libremente. Con entusiasmo, cada delegado compartió los desafíos que enfrentaban en sus respectivas aulas: desde problemas de convivencia hasta preocupaciones académicas y sugerencias para actividades extracurriculares.
El director escuchaba con atención, tomando notas de cada preocupación planteada para plasmarla la próxima semana a su claustro de profesores las sugerencias de los delegados de clase. Con delicadeza, guiaba la conversación, alentando a los niños a proponer soluciones y sugerir formas de abordar los problemas identificados.
El diálogo entre los delegados y el director era fluido y constructivo. Se discutían ideas, se planteaban preguntas y se exploraban posibilidades. La atmósfera era de colaboración y respeto mutuo, donde cada voz era valorada y tenida en cuenta.
Al final de la reunión, el director agradeció a los delegados por su valiosa contribución y se comprometió a trabajar en conjunto con su claustro para implementar las mejoras sugeridas. Los niños se marcharon con una sensación de empoderamiento, sabiendo que habían sido escuchados y que sus ideas podían marcar una diferencia real en la vida escolar.
Este encuentro entre los delegados de clase y el director del colegio no solo fue una oportunidad para identificar problemas y proponer soluciones, sino también un ejemplo poderoso de cómo la participación activa y la colaboración pueden conducir a un ambiente escolar más positivo y enriquecedor. En este colegio, el compromiso con el bienestar de los alumnos es una prioridad, y cada voz, grande o pequeña, es valorada y respetada.