El 2 de febrero es algo así como el Día de la crêpe, más conocido en Francia como la Chandeleur, una festividad cargada de simbolismo que combina tradiciones cristianas, paganas y gastronómicas, y una excusa genial para hincharse a comer estos soles de harina.
La crêpe es el orgullo culinario francés (uno de tantos). Ese plato que han exportado y que es, aparentemente, sencillo, pero que, precisamente, en su sencillez está la belleza, su buen sabor y su complicación. Porque no es tan sencillo como parece hacer una buena crepe. Desde su masa a saber darle forma redondeada y, sobre todo, saltarla o darle la vuelta bien. Y aunque admite de todo, dulce o salado, en la combinación de esos ingredientes está la clave.
En el área de francés, con nuestra maestra María Aroza, nos ha encantado conocer la cultura francesa y además disfrutar de su gastronomía.