Esta historia es la de un nexo en común. Ahora hay que encontrar otro, me dijo. No es tarea fácil tropezar con paisajes comunes, ni en la literatura, ni en la vida. Almudena Grandes: primero; me encandiló como lectora, me convenció de que leyera “la decisión de Sophie” y “El legado de Humboldt”; y luego, fue nexo de unión de una amistad (entre Pepa y yo) como escritora: y no puede haber algo más útil que esto. Las dos obras de la literatura gringa las presentó en un programa que tenía junto a Juan Cruz en la ventana. Y por San Cervantes, que es imposible que no te convenciera de que leyeras algo. Además, El legado de Humboldt de Below provocó otro relato situado en ese extraño lugar entre la literatura y la vida. Mucho antes había descubierto al Luis García Montero, de cuyo poema “completamente viernes” le saqué hasta la criadillas: lo usé como maestro, como lector y como lamentable y fracasado seductor. Seguramente, fue Pepa Alcalá la que me contó que Luis García Montero y Almudena Grandes estaban juntos. De las cuestiones de los mentideros granainos está bien puesta. Y entonces caí que lo mismo aquel poema estaba dedicado a Almudena Grandes, como más tarde vi en la dedicatoria “A Almudena”, tenía sentido que aquel poema que da titulo al Poemario, fuera dedicado a su amor. He vuelto a releer “completamente viernes”, me parece que sobra cualquier obituario después de que te hayan dedicado esta maravilla de poema. Será siempre “completamente viernes” Almudena.