DESCONEXIÓN DE LA INVESTIGACIÓN EDUCATIVA EN LA EDUCACIÓN PÚBLICA

Conocemos el negacionismo científico. Gente que piensa que la tierra no es redonda, o que las vacunas esconden chips y que matan más que evitan enfermedades. Seguramente, hay médicos que niegan la eficacia de las vacunas, o astro-físicos que digan que la tierra es plana, pero seguro que son los de menos, y que escondan intereses distintos a la ciencia para contradecir toda su experiencia como científicos.

¿Existe negacionismo en las ciencias de la Educación? No se puede afirmar categóricamente, casi nada es contingente. Y no se puede decir porque es algo que empieza a moverse recientemente, en nuestro mundo. En nuestro marco de la Educación Pública existe una desconexión completa entre lo que se hace en las aulas y las evidencias científicas que se obtienen de la investigación científico pedagógica. No tenemos un vademecum (el libro que los médicos utilizan para saber que medicamento corresponde a los síntomas que se le presentan). No hay una guía de actuaciones educativas basadas en evidencias científicas que sirva al profesorado para aplicar las actuaciones educativas más certeras para la situación que se le presenta en su aula. Evidentemente, el símil con la medicina no es algo exacto, pero puede servir para entender la desconexión. Las causas de las mismas podemos desgranarlas, pero creo que debemos empezar por nosotros mismos. Al entrar en la docencia como funcionarios públicos no nos preguntaron que tipo de actuación sería la más adecuada según lo investigado, lo que se sabe que funciona, lo que es sostenible y transferible con cierto grado de eficacia. No nos preguntaron como funcionan las ciencias de la Educación, por tanto no profundizamos en ello, ni le damos mucha importancia. No se trata de ser investigadores e investigadoras, si no de ser profesionales que aplican lo investigado y aplican la evidencia científica. Si no sabemos como funciona, no tenemos porque confiar en ellas, no tenemos porque confiar en la ciencia. Pero el caso es que la robustez de la construcción de la ciencia y del conocimiento pedagógico es contundente. Y no hablo de leyes del universo como en la física, hablo de la existencia de patrones más o menos transferibles y/o similares. Negarlo es como negar que aprendemos a leer y escribir por como estamos configurados como seres humanos. Es un patrón, aprendemos a leer y escribir.

La ciencia funciona así, las evidencias científicas, se engloban en dimensiones y estas configuran teorías. Nos ayudan a entender el mundo de la educación, en nuestro caso. Decir que algo es demasiado teórico como algo negativo, es negar la ciencia. Por ejemplo, existe una evidencia científica, la de las altas expectativas o efecto pigmalion. Miles de informes científicos han transferido los mismo estudios y han llegado a las mismas conclusiones. Aquellas clases donde se mantienen las altas expectativas ayudan al éxito educativo de un mayor número de estudiantes. Podemos negarlo, de hecho, se hace. Estas investigaciones, además se han realizado desde teorías positivistas, interpretativas y socio críticas. Visiones del mundo a la cual más distinta, y todas llegan a las mismas conclusiones.

La iniciativa de lanzar un curso como «INICIACIÓN A LA INVESTIGACIÓN EDUCATIVA: LA EDUCACIÓN BASADA EN EVIDENCIAS (22Q9901AV320)» era arriesgado, estaba fuera de toda gran demanda individual del profesorado. Se hace porque es una gran línea de desarrollo profesional docente, porque desde la agenda 20/30 europea es fundamental, porque tenemos la intuición como profesorado que puede ser relevante. Pero los encargados de diseñar la misma, sabíamos de la desconexión, conocemos qué habilidades, qué niveles de desempeño y qué complejidad de contenidos están implicados en la misma. Se ha rebajado a lo mínimo, el objetivo no es convertirnos en investigadores e investigadoras educativas, si no entender la utilidad que las evidencias científicas nos pueden ofrecer, y darle importancia a la mismas.

El aprendizaje basado en la indagación, no es fácil de aplicar en el aula, es complicado hacerlo si no conocemos los rudimentos de la ciencia. Hilda Taba lo hizo, porque además de profesora conocía esos rudimentos de las ciencias de la Educación. En todo caso, esta actividad formativa no trata de esa actuación educativa, el inductivo básico, en el caso de Hilda Taba. Trata de como observar, medir y analizar los resultados de ese modelo de enseñanza en el aula y de hacernos sentir seguros de que esa actuación educativa va a funcionar.

Por cierto, mi entrada en la investigación educativa fue porque (además de tener la suerte de tener un profesorado que me acompañó adecuadamente) la filosofía fue para mi una asignatura fundamental tanto en bachillerato, como luego en las libre configuraciones que me pillé en la Universidad. Esta asignatura va más allá de saber pensar y reflexionar.

Publicado por

Antonio Jesús Orellana Ríos

Asesor de Formación en el CEP de Almería. Ha trabajado como maestro en la Red de Escuelas Publicas de Andalucía com tutor en Infantil y Tercer ciclo de Primaria; ha sido jardinero en el Kintergarten de la Escuela Libre de la Alpujarra durante tres años; es colaborador en el Master Interuniversitario de Educación Ambiental; coordinador de dos grupos de profundiza y

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