LAS PIEDRAS DE CHIHAYA: LA NUBE RASGADA – Sergio Vega
El primer volumen de esta trilogía, que está siendo publicada por la editorial Quaterni, fue la revelación del pasado año, como así lo atestiguan los dos premios Hislibris —mejor novela y mejor autor novel— con los que fue galardonada Las piedras de Chihaya: el hilo del karma. Quedaba por ver si la segunda entrega estaría a la altura. Y puedo atestiguar que lo está: Sergio Vega nos regala una nueva obra magníficamente escrita y narrada, con ritmo y buen hacer, con acción, batallas, asedios, pero también momentos íntimos de paz y meditación.
En La nube rasgada seguimos las andanzas de nuestro joven protagonista en un Japón que se verá envuelto en un conflicto entre los partidarios del emperador Go-Daigo y el shogunato Kamakura, liderado por el clan Hōjō. Aunque Japón estaba gobernado teóricamente por un linaje de emperadores que decían descender de la diosa solar Ammaterasu, el poder real descansaba en manos del shogunato. Este gobierno militar había emergido tras la Guerra Gempei (1180-1185), donde el clan Minamoto había derrotado al Taira, y Minamoto Yoritomo recibió el título de Shogún, marcando así el inicio del shogunato Kamakura, nombre debido a la ciudad de Kamakura, base de operaciones de Yoritomo. Tras la muerte de Yoritomo, sus descendientes demostraron no estar a la altura, y así la ambiciosa familia Hōjō se hizo con el control político y militar en el shogunato mientras gobernaban como regentes (shikken). Así, Kato Danjuro y Tadakuni deberán luchar junto a la facción afín al emperador Go-Daigo, enfrentados a un ejército muy superior en cuyas filas cabalga el vil y ambicioso Yami, capaz de todo para seguir ascendiendo en el orden social.
Sabremos también del destino de la dama Kiku y del fortachón Tomayuki, quienes serán ayudados por el pícaro Nasen, un personaje tan bribonzuelo que se permite un famoso juego de palabras atribuido a Quevedo para ganar un apuesta, uno de los muchos guiños que el autor introduce en la obra.
Tenemos así de nuevo un reparto coral que no olvida a ningún personaje de la primera parte, donde seremos testigos de algunos giros inesperados que nos dejarán con la boca abierta. La línea conductora de la narración será de nuevo el joven aprendiz de monje dotado de unos extraños poderes que poco a poco deberá ir controlando. Y es que, en esta segunda parte, el componente místico-mágico se hace algo más presente, contrastando con la crudeza de la narración de la guerra y el realismo con el que son tratados los personajes. Pese a ser un elemento extraño en una novela histórica, lo fantástico encaja casi como un guante aunque no dudo que a lo más puristas pueda hacerles removerse un poco en el asiento o alzar una ceja; un consejo: hay que dejarse llevar por la narración sabiendo que estamos ante una novela donde convergen los fantástico, lo sobrenatural y lo histórico, en cuyas páginas leeremos sobre samuráis idealizados y otros no tanto, mortales duelos de esgrima, ninjas que usan extrañas técnicas junto con una documentación histórica excelente, un crudo realismo en las batallas y unos personajes llenos de matices y muy bien construidos. Así, poco más puede pedirse a una segunda parte cuando te deja deseando que llegue septiembre para poder leer la conclusión de la saga, cuyo título será El dragón y el crisantemo.
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