Fundamentalismos islámicos y dictaduras

El llamado «fundamentalismo» islámico no brota, en el Pakistán, del pueblo. Se le impone desde arriba. Los regímenes autocráticos encuentran útil abrazar la retórica de la fe, porque el pueblo respeta ese lenguaje y se resiste a oponerse a él. Así es como las religiones apuntalan a los dictadores; rodeándolos de palabras poderosas, de palabras que el pueblo se resiste a ver desacreditadas, privadas de sus derechos, ridiculizadas. Pero lo de hacer-tragar-por-la-fuerza es verdad. Al final, uno se harta, se pierde la fe en la fe, si no como tal fe, desde luego como base de un Estado. Y entonces el dictador cae, y se descubre que ha arrastrado a Dios con él, que se ha deshecho el mito justificador de la nación. Eso deja sólo dos opciones: la desintegración o una nueva dictadura… no, hay una tercera, y no seré tan pesimista que niegue esa posibilidad. La tercera opción es sustituir el antiguo mito por otro nuevo. He aquí tres de esos mitos, todos ellos disponibles en almacén para su rápida entrega: libertad; igualdad; fraternidad. Yo los recomiendo vivamente.

Vergüenza (Salman Rushdie)

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