HISTORIA Y DESVENTURAS DEL DESCONOCIDO SOLDADO SCHLUMP – Hans Herbert Grimm

A las trincheras sólo van los tontos o los que han hecho alguna maldad.

La Primera Guerra Mundial supuso un brusco cambio para la sociedad, política, artes,… afectando también a la Literatura, lo que generó corrientes y escritores influidos por el conflicto bien integrándolo, evadiéndose, buscándole algún sentido,…

Una de esas formas sería la literatura antibelicista o pacifista, un género o subgénero que no era nuevo pues podemos encontrar obras en contra de la guerra desde hace siglos como canciones, teatro (ya desde la vieja burla al miles gloriosus o ), novelas,… E incluso en un siglo XIX con ideas de gloria y honor, sacadas de Walter Scott y Kipling (que lo de pegarse un tiro en mitad de las montañas de Afganistan debe sonar bien escrito en un tranquilo despacho), hay otros como Mark Twain que narran el esperpento de los voluntarios al inicio de la Guerra de Secesión.

De esa manera, a partir de la década de 1920, como consecuencia de la hecatombe, se publicaron este tipo de obras, como Sin Novedad en el Frente de Remarque o El buen soldado Švejk de Hašek,… Entre ellas se podría incluir la presente obra, publicada de manera anónima en 1928, pero que se vio oscurecida ante el éxito de la novela de Remarque. Aunque eso no impediría que en el ejercicio de su “crítica literaria” los nazis enviaron a la hoguera al llegar al poder.

Su autor adoptó un perfil bajo e incluso se afilió al NSDAP (quizás hoy alguien quiera quemar el libro por ello), mientras se dedicaba a la enseñanza, en la que efectuó una resistencia menor al recomendar o leer a sus alumnos libros prohibidos. Tras la guerra sería purgado por su pertenencia al partido, y tras una reunión con las autoridades de la Alemania del Este se quitaría la vida.

La obra que ocultó tras una pared no sería reeditada hasta 2014.

¿Qué ofrece el libro? Pues de manera semibiográfica, nos narra las aventuras de su protagonista, un muchacho de 17 años alistado voluntariamente en el frente occidental, que se nos muestra como un sujeto ingenuo y optimista (un poco como el del Rojo emblema al valor), a quien su fortuna hace que le asignen inicialmente a un puesto en las zonas ocupadas en relación con la población francesa, mayormente femenina.

Pero la guerra es la guerra y va más allá de esos aspectos costumbristas, y nos trasladará al protagonista al corazón de la misma, en ese frente para tontos, donde los generales solo aparecen para hacer turismo, los bomberos (artillería) son odiados por los infantes y los conocidos desaparecen; o bien a la retaguardia en los hospitales donde acaba varias veces o a través de sus galanteos donjuanescos en las zonas civiles.

Es un mundo con algo de absurdo y esperpento, pero también cruel, mostrando también sin ambages la hambruna que se vive en Alemania. Por supuesto una guerra donde los oportunistas hacen el agosto, y todos buscan obtener su porción, y donde los más vociferantes suelen quedarse en la retaguardia, mientras ni en la victoria se espera que los soldados de las trincheras sean recompensados.

Aunque todo ello va limando el carácter y comportamiento del buen Schlump, y llegue al punto de “¡Matad a ese cerdo seboso!”, quizás el personaje peca de excesivamente optimista, y buena fortuna.

En resumen ofrece una visión de la guerra mundial un poco desenfadada pero también por momentos brutal.

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