EL VEREDICTO DE CÉSAR – Steven Saylor

“Si la nariz de Cleopatra hubiese sido algunas líneas más corta, toda la faz de la tierra sin duda hubiera cambiado.” (Blaise Pascal).

Y de nuevo nos encontramos siguiendo las andanzas de Gordiano el Sabueso, en concreto su octava aventura (si descontamos las tres precuelas y sus dos libros de relatos). Pero a diferencia de sus anteriores novelas que se centran en su mayoría en Roma o en territorios cercano a la Urbs, ésta en concreto nos lleva a un mundo más exótico y lejano, a Alejandría, a lo que se consideraría el granero de Roma. Estamos en el año 48 a.C y Gordiano, junto con su esposa y sus sirvientes se encaminan, más bien navegan, en dirección a Egipto para cumplir uno de los sueños de su querida esposa Bethesda (sumergirse en el Nilo) y de paso hacer un viajecito que tan merecido lo tiene esta pareja sin par. Pero de lo que no se ha dado cuenta Gordiano (o no ha querido) es que no ha elegido muy bien la época para realizar este trayecto pues fue justamente en ese tiempo cuando las fuerzas de Julio César derrotaron, o más bien destrozaron, a las de Pompeyo Magno en Farsalia, y este último acabó huyendo con su exigua flota a pedir ayuda al faraón-niño Ptolomeo XIII para, por un lado huir de su ignominia y a la vez reclutar fuerzas para un futuro. Así que sin comerlo ni beberlo, Gordiano y sus allegados llegan justamente cuando se produje el trágico asesinato de Pompeyo y la llegada de César a Alejandría. Es por ello que, sin comerlo ni beberlo, se ve envuelto en lo que podíamos llamar las famosas Guerras Alejandrinas o Batalla del Nilo (47).

Podríamos tomar la novela de El veredicto de César como una continuación, muy directa, de su anterior aventura, La adivina de Roma, ya que a diferencia de otras novelas de la saga de Roma Sub Rosa ésta se tiene que leer muy de seguido ya que no es posible demorarla mucho en el tiempo, pues el lector podría perderse muchos datos y referencias anteriores. Desde mi punto de vista esta novela es la menos detectivesca de ellas, ya que del 100% de toda la novela solo en un 15% se produce una investigación criminal. Es como si a Steven Saylor solo le interesara más el hecho histórico que narra que meter una thriller. A veces me ha dado la impresión de que lo ha introducido más como tributo a sus lectores. Con calzador. De todas maneras a mi no me ha importado que por una vez, sirva como excepción puntual, este hecho detectivesco no aparezca como nos tiene acostumbrado, pues la novela histórica en sí y toda lo que narra en torno a los hechos ambientados en Alejandría y Egipto en aquel año crucial de la historia romana han sido soberbios.

Y es que la novela me ha enganchado de principio a fin. Steven Saylor nos lleva a la llegada de Julio César a Alejandría tras el descalabro de Cneo Pompeyo y no solo nos muestra el punto de vista romano, sino que a través de los tumbos que va dando Gordiano nos sitúa otras veces en la óptica de los egipcios de aquel tiempo; en como eran las tropas de Ptolomeo XIII y de cómo vivía o sufría el pueblo en aquellos días. Es un paseo por el delta, por las calles de alejandrinas y por sus monumentos y palacios que vale la pena frecuentar. Además la lectura de El veredicto de César también es un regalo para todos aquellos que adoramos la película Cleopatra de Joseph L. Mankiewicz (1963). Aquí he de apuntar que Saylor no fusila la película, ya que se apoya en autores como Dion, Apiano, Suetonio, Plutarco, Plinio o Lucano, pero a los amantes de este film si nos pone el vello de punta leer frases o rememorar escenas ya conocidas. Ver aparecer a Cleopatra envuelta en la alfombra, a César recorrer los pasillos de los inmensos palacios alejandrinos o defender su perímetro de las huestes de Aquilas y del populacho enfebrecido; observar las truculencias de Potino o las miradas desdeñosas de Ptolomeo, entre otros y otras cosas hacen que esta novela se convierta en algo especial.

El veredicto de César es de esas novelas históricas que casi todo el mundo sabe lo que va a ocurrir dentro de sus páginas pero el ver que el autor resucita de nuevo la figura de sus personajes principales y recorre con mano diestra los entornos y ambientes de aquel Egipto sumergido en plena guerra civil, y que además lo haga con mano diestra hace que sea una lectura deliciosa además de entretenida y si a eso le añadimos una pizquita de misterio que la complemente tenemos un libro inolvidable para cualquier amante de la narrativa histórica de primer orden.

Steven Saylor, El veredicto de César. El Ateneo, 2006, 320 pp.

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