TRUMP Y EL BREXIT, ACASO MÁS QUE PUROS ACCIDENTES O VOTANTES QUE NO SABEN LO QUE VOTAN

La victoria de Trump, acaso, no sólo sea un mal para la gobernanza global, sino un síntoma (uno más) de la profunda conmoción que estamos comenzando a atravesar y que dio su primera gran bofetada en el Brexit.

Para intentar comprender es inevitable salirse del discurso fácil de los votantes engañados que no saben lo que hacen para intentar comprender sus razones (aunque podamos no estar de acuerdo con ellas).

Igual que el Brexit, los primeros datos nos hablan más de zonas rurales, menos estudios y una mayor media de edad. Normalmente clases medias afectadas por la crisis y que, entre sus miedos, se encuentran la emigración incontrolada, el paro, la falta de referentes cosmopolitas, el nacionalismo…

¿No será un síntoma de un malestar más profundo del que queremos conceder?

Tal vez el malestar sea más profundo que simples clases poco informadas que consumen los mensajes rápidos de las televisiones y nos encontremos con algo mucho mayor.

Acaso hay un castigo a los políticos “profesionales” que no arreglan los verdaderos problemas de la gente.

De un castigo (inconsciente pero real) a la globalización económica que el propio marido de Hillary promovió y que se ha demostrado claramente parcial, beneficiando a los capitales pero no a las personas (aumentando así el flujo de emigrantes), que deslocaliza empresas y crea bolsas de paro en los países desarrollados (especialmente entre los menos formados), que facilita los acuerdos comerciales transnacionales (desde la Unión Europea a la NAFTA o el Transpacífico) que mejoran las cifras comerciales pero empobrecen a grandes masas humanas (pues sólo ponen el acento en lo económico, pero no en lo social, como claramente estamos viendo en la UE).

Un castigo movido por el miedo (al emigrante y su cultura o religión distinta, a la pobreza, a la falta de referentes culturales en una sociedad marcada exclusivamente por el consumo rápido) y azuzado por la demagogia que tan fácilmente cala en los que entran en pánico.

Acaso, y aún más, la primera gran reacción a la silenciosa pero cada vez más potente rebelión de las élites que se inicia con la era Reagan y se multiplica exponencialmente en la última crisis (en principio financiera para convertirse, desde hace años, en puramente humana), con unas clases medias cada vez más atacadas y desvalijadas por esas élites (¿No son eso los recortes?) que tienen suficientes mecanismos financieros y políticos para eludir impuestos, recayendo cada vez más el peso fiscal en las medianías (a las que, además, se las ha empeorado sus salarios y condiciones de trabajo).

¿No son acaso suficientes argumentos para dejar de pensar en unos votantes idiotas que no saben lo que hacen?

 

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