Ligado al Día de Todos los Santos, las raíces de Halloween se hunden en festividades celtas como el ‘samhain’, que celebraba el fin de la cosecha y el mundo de los espíritus. Nuestro instituto ha tenido que recurrir a los cazafantasmas para librarse de ellos
Calabazas, brujas, telarañas… naranja, rojo, negro… ¿Qué ha ocurrido en el instituto Antonio Domínguez Ortiz este 31 de octubre? ¿Por qué nos morimos de la risa?
Pues, un año más, el centro se ha volcado con la celebración de Halloween, palabra procedente de la expresión “All Hallow Eve” (víspera de Todos los Santos), cuyo origen está muy relacionado con esta tradición cristiana, pero también con creencias paganas celtas y romanas que celebraban el fin de la cosecha y el recuerdo de los familiares difuntos.
Halloween mezcla el recuerdo a los difuntos y el consumo de frutos de otoño con prácticas “modernas”, como el famoso truco o trato o la veneración por monstruos como Drácula o Frankenstein, que el cine ha acabado convirtiendo en un fenómeno global que ha entrado en nuestro barrio, nuestro comercio, etc.
En las aulas, cómo no, también lo ha hecho, pero, más allá de ese universo de zombis, fantasmas, vampiros y terror, esta fiesta se ha convertido en una ocasión para ampliar conocimientos, desarrollar habilidades, fomentar la lectura e inculcar En las diferentes actividades realizadas por nuestros alumnos, veréis el reflejo de distintas habilidades y expresiones creativas.
Desde la plástica, en la que se han volcado los grupos más pequeños de la ESO con sus terroríficos carteles, hasta la comprensión y expresión oral de los mayores de Bachillerato, protagonistas de la lectura de relatos de miedo.