Una de las formas de expresión más comentada en los últimos tiempos es el lenguaje de los jóvenes. Son muchas las voces que se alzan en relación a que los jóvenes están reduciendo, empobreciendo y perdiendo formas de expresión. Desde aquí queremos subrayar también sus valores y sus contribuciones al desarrollo y el cambio en las maneras de expresar, las más de las veces, las mismas cosas.
A nadie se le escapa que la lengua es un instrumento vivo y en continuo cambio, evolución, trasformación. Y nadie ignora que en todas las culturas existen formas de expresión que son las consideradas correctas (pedir las cosas por favor, dar las gracias cuando las recibimos, etc.) Pero también es cierto que evolucionan, se adaptan a las nuevas formas de vida y a las nuevas relaciones sociales.
Los jóvenes son los actores de este cambio, ellos nos traen sus nuevas costumbres, asimilan rápidamente las nuevas relaciones sociales y la incorporación de nuevos lenguajes y sistemas, como el de las nuevas tecnologías en la actualidad. Parecen groseros, mal educados, respondones, y en algunas situaciones despreciables. Pero, quizá se nos olvida muy a menudo, que en otra época de nuestra vida, éramos nosotras y nosotros a los que se nos tachaba de lo mismo y con ello, se nos olvida cómo hemos visto incorporar nuestras costumbres al lenguaje habitual y ya no parece tan exageradamente fuera de tono, incluso muchas de ellas han pasado a ser habituales de nuestras expresiones cotidianas, (llamar tío o tía a un hombre o a una mujer, poder decir que algo es un coñazo sin que suene escandaloso, etc.) Y olvidamos la economía en el lenguaje que es regla general para todas las lenguas orales a través de la cual tendemos a reducir los requisitos para expresar un mensaje.
Más bien, diría yo, que lo que hay que hacer es escuchar más a la gente joven, observar muy de cerca su evolución, los cambios en sus costumbres y en sus formas de expresión, y valorar en ellos lo que tienen de mejora en cuanto a las relaciones humanas. Hay que aprender a seleccionar la frescura y la nobleza de la juventud en su permanente aporte de innovación en todos los aspectos de nuestra vida, y dejarnos de cargar sistemáticamente contra ellos como si fueran unos apestados y no tuvieran nada que aportar.
CONSERVAR LA INQUIETUD DE LA JUVENTUD, ES EL RETO DEL PASO DEL TIEMPO QUE RESECA SIN PARAR EL JUGO DE LA AVENTURA DE VIVIR.
HASTA LA SEMANA QUE VIENE.
2 comentarios
Maravilloso, me ha encantado. Me ha dado mucho que pensar 🙂
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