Continuamos con el tema del mes “Familia y Educación” hablando de uno de los temas más importantes en relación a la educación y la familia, la educación en valores
Las familias se plantean esta cuestión a menudo y es una pregunta lógica que esconde una inquietud razonable en la que nos planteamos no sólo cómo van a ser nuestros hijos e hijas, sino mucho más importante, qué tipos de cosas les habrán inculcado. Ya tratamos la semana pasada este tema, de la importancia de la imitación en la familia.
A veces nos sorprende la vida en situaciones admirables en las que sentimos un gran orgullo al ver en lo que se han convertido nuestros descendientes. Algunas personas felicitan por ello a los padres y madres de tales hijos e hijas y nos sentimos súper bien al contemplar el resultado de lo que podríamos llamar “nuestra obra”. Pero también he oído a menudo decir a la gente “¡qué suerte con el hijo o hija que te ha tocado!” o “¡qué mala suerte cómo te ha salido!”. Como si los hijos e hijas fueran champiñones que salen de una forma u otra por casualidad, como por azar y al que le toque le tocó, pero esto no es así.
Es en la familia dónde se inculcan los valores fundamentales que guiarán nuestra vida, y es la familia al completo la responsable de vivir, trasmitir, y hacer respetar los criterios que después queremos ver y recibir en el futuro. Aunque lamentablemente no siempre todos los miembros de la familia se implican de igual modo y suelen ser las madres las que se responsabilizan de esta tarea y por ello se hace más difícil y a veces imposible.
En familia todo lo que queremos trasmitir además lo debemos vivir habitualmente. Si queremos que en nuestra familia se viva respetando a los demás deberemos vivir respetando y exigiendo respeto a nuestro alrededor. Si queremos que se valore el esfuerzo, la responsabilidad o la solidaridad, debemos mostrar esos valores en nuestra vida de forma habitual, debemos trasmitirlos a nuestros hijos con el ejemplo, ya que esta es la forma más efectiva en la familia de trasmitir algo. Si queremos que sean sinceros habrá que tratarlos con sinceridad y cumplir nuestros compromisos con ellos y ellas. Si queremos que aprendan a no destrozar lo común, a respetar y cuidad el medio ambiente o a no ser desconsiderados con el resto de las personas, debemos comportarnos con todo el mundo y en todo momento de esa forma y así trasmitiremos esos valores.
Lo que está claro es que en un ambiente familiar en el que nadie respeta a nadie ni a nada, por más que se exija respeto no se va a conseguir. De igual manera en un ambiente desordenado y poco higiénico, no vamos a enseñar nunca ni el cuidado de las personas, ni la responsabilidad de cada persona con sus cosas y las de los demás. Si no mostramos solidaridad con los demás y esfuerzo por conseguir lo que queremos, no podremos esperar que nuestros hijos e hijas sean solidarios o se esfuercen por conseguir un futuro para ellos mismos. Y si no vivimos como queremos que se viva no podremos exigir, ni a nuestros hijos e hijas ni a sus profesores y profesoras que tengan esos valores y los trasmitan.
LA EDUCACIÓN EN VALORES EMPIEZA EN LA FAMILIA Y NO SE PUEDE RESPOSABILIZAR A OTROS DE LO QUE TÚ DEBES HACER.
HASTA LA SEMANA QUE VIENE.
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