UNIDAD 2.- REVOLUCIÓN INDUSTRIAL Y SU DIFUSIÓN.
LOS CONTRASTES SOCIALES
1.- Introducción.
A mediados del siglo XVIII se produce en Europa occidental un proceso histórico conocido como Revolución Industrial, proceso que cuenta con las siguientes características: en primer lugar, se produce un descenso considerable en la importancia del sector primario, base de la economía preindustrial, frente a los sectores de la industria y el servicio que aumentan considerablemente. Este hecho será el causante de la segunda característica, la pérdida de importancia del mundo rural dando lugar a un progresivo proceso de urbanización. La tercera característica será el progresivo crecimiento en la innovación tecnológica, proceso que afecta a todos los sectores productivos. Y para finalizar la última característica viene dada por un crecimiento demográfico que afecta a todos los países de Europa occidental.
Por lo tanto los cambios procedentes de la industrialización de mediados y finales del siglo XVIII provocarán una serie de transformaciones que afectarán al plano político, laboral, social y cultural.
Otro aspecto destacado sobre la Revolución Industrial es el profundo debate historiográfico que ha causado entre los historiadores, debate que afecta a todos los aspectos del proceso, lo que ha provocado que no exista una única definición de Revolución Industrial.
Destacamos a LANDES quien otorga dos sentidos a la expresión Revolución Industrial: cuando se escribe en minúscula se refiere a las innovaciones tecnológicas que dan lugar a la economía moderna, así como cualquier transformación económica rápida e importante. Sin embargo cuando se escribe en mayúscula se refiere a las primeras circunstancias históricas de cambio de una economía agraria y artesanal a otra dominada por la industria y la manufactura mecanizada. Para MATHIAS la Revolución Industrial se refiere a “las primeras fases del proceso de industrialización en el largo plazo.
Otro aspecto a destacar sobre la Revolución Industrial y el proceso de industrialización será su periodización, siendo la siguiente:
- Iª Revolución Industrial (mediados S.XVIII- mediados S.XIX) destacando el desarrollo de la industria textil y metalúrgica.
- IIª Revolución Industrial (finales S.XIX- 1914) destacando el desarrollo de la industria siderúrgica, automóvil, electricidad y bienes de equipo.
- IIIª Revolución Industrial (a partir de 1970) destacando el desarrollo de la microelectrónica, la informática y las comunicaciones.
En conclusión, la Revolución Industrial es un proceso de crecimiento económico, a través de la innovación tecnológica y organizativa, dando lugar a una profunda transformación en la economía y la sociedad.
- Factores de la revolución industrial.
2.1.- El pensamiento económico: Adam Smith.
Gran Bretaña dispuso de una burguesía empresarial emprendedora, imbuida de un gran espíritu individualista que persigue un fin fundamental: el beneficio. Los sucesivos gobiernos ingleses, también actuaron en apoyo de estas posturas individualistas en el periodo 1750-1850, suprimiendo todas las trabas y barreras proteccionistas y monopolísticas. La doctrina del laissez faire, laissez passer, lema del liberalismo económico, caló profundamente en el Estado y la sociedad inglesa.
Adam Smith fue el principal teórico del liberalismo económico. Smith expresó las líneas básicas de su pensamiento en dos obras fundamentales: “Teoría de los sentimientos morales” y, sobre todo, “La riqueza de las naciones”. En esencia, los puntos más importantes de su obra son:
- El egoísmo y el interés individual son las principales virtudes del hombre, necesarias para el progreso humano. La suma de todos los enriquecimientos individuales fomentará el desarrollo de la humanidad.
- El mercado está regulado por la ley de la oferta y la demanda, sin ningún obstáculo al desarrollo económico.
- La ley de la oferta y la demanda también se aplica al mercado de trabajo, regulado a través del contrato laboral.
- El Estado no interviene en economía, simplemente es garante y defensor de la libertad económica individual.
Su teoría era profundamente antimoral, fundamentalmente por las dosis de cientifismo y racionalismo que posee, a pesar de que olvida las cuestiones sociales fundamentales de ese momento.
La política librecambista interesaba a Inglaterra, y a la burguesía industrial, ya que ningún país podía competir industrialmente con los productos ingleses, de bastante calidad y precios no muy elevados (bajos salarios, máquinas). Además, algunos de estos objetos sólo eran fabricados por Gran Bretaña (p.e. las máquinas textiles).
- 2. El crecimiento demográfico.
A partir de 1740 se produce un cambio en las tendencias demográficas europeas (sobre todo en Inglaterra), se entra en lo que llamamos “transición demográfica”. La población de Inglaterra pasó de 6 millones de habitantes a 20 millones entre 1740 y 1850. Este crecimiento tan espectacular, junto con la miseria de las clases trabajadoras, fue lo que llevó a Malthus (1798) a formular su teoría: la población crece en progresión geométrica, mientras los recursos lo hacen en progresión aritmética, lo que conduce al desequilibrio, lo que se ha venido a llamar el maltusianismo.
Lo que no está claro es la relación entre la revolución industrial y el incremento de la población, ¿causa o consecuencia? Sin duda el incremento de la población permite mantener los salarios bajos, lo que permite a su vez unos grandes beneficios empresariales que pueden reinvertirse; además aumenta el mercado interior de productos industriales, lo que permite aumentar la producción (causa). Por otra parte, el crecimiento de la población se produce, en parte, por el aumento de la natalidad gracias al abaratamiento progresivo del grano y de los productos de primera necesidad (consecuencia).
Evolución demográfica: En la Europa preindustrial las tasas de natalidad eran altas (35-40 ‰) y las tasas de mortalidad también (30-40 ‰), pero más oscilantes. El crecimiento de la población a largo plazo era muy pequeño; a corto plazo incluso podía ser negativo. A partir de 1740 en Inglaterra se nota un cambio en la tendencia de las tasas: la natalidad era en 1720 del 35 ‰ y la mortalidad era del 34 ‰. En 1760 estas tasas eran del 39,6 ‰ y del 31 ‰. Por lo tanto se da un doble fenómeno de aumento de la natalidad y descenso de la mortalidad, lo que provoca un importante crecimiento vegetativo.
En cuanto a las causas en la disminución de la mortalidad, sin duda hay que tener en cuenta la disminución de las crisis de subsistencias como consecuencia de los cambios que paralelamente se estaban dando en la agricultura: con ello disminuyó la mortalidad catastrófica. Mejora también la higiene: adoquinado de calles, recogida de basuras en depósitos, se sacan los cementerios del centro de las ciudades, etc.; o de la medicina, con lo que el hombre tiene cada vez más recursos para enfrentarse a determinadas enfermedades.
Respecto a las causas del aumento de la natalidad, parece claro que las nuevas oportunidades de trabajo, como consecuencia del proceso de industrialización, hacen que la tasa de nupcialidad aumente en las regiones industriales, al mismo tiempo que se adelantaba la edad del matrimonio: aumentó también el número de hijos que, a su vez, tenían grandes posibilidades de emplearse.
La emigración a las ciudades: Las transformaciones agrícolas dejaban un número importante de campesinos sin trabajo, lo que se agravaba por el aumento de la población. Sin embargo en el XVIII (con la excepción de los irlandeses), no se detectan grandes movimientos migratorios del campo hacia la ciudad. Los nuevos trabajos necesarios para cercar las tierras y la industria doméstica parecen haber retenido al principio esa población en el campo y, por lo tanto, el crecimiento de las ciudades en el XVIII, se debe sobre todo, al crecimiento vegetativo.
A partir del XIX, el éxodo parece acelerarse, de modo que en 1851, cerca del 45 % de la población de las 72 ciudades más grandes había nacido fuera de ellas. Las causas de esta emigración hay que buscarlas en el progresivo desarrollo de las fábricas, que fueron desplazando el trabajo a domicilio y a la crisis agrícola posterior a las guerras napoleónicas.
“La población, si no encuentra obstáculos, aumenta en progresión geométrica. Los alimentos tan sólo aumentan en progresión aritmética. Basta con poseer las más elementales nociones de números para poder apreciar la inmensa diferencia a favor de la primera de estas dos fuerzas. Para que se cumpla la ley de nuestra naturaleza, según la cual el alimento sea indispensable a la vida, los efectos de estas dos fuerzas tan desiguales deben ser mantenidos al mismo nivel.Esto implica que la dificultad de la subsistencia ejerza fuerza sobre el crecimiento de la población una fuerza y constante presión restrictiva. Esta dificultad tendrá que manifestarse y hacerse cruelmente sentir en un amplio sector de la humanidad”.
R. Malthus. Primer ensayo sobre la población.
2.3. Las transformaciones agrícolas.
2.3.1. El proceso de cercamiento de tierras (enclosures).
A principios del siglo XVIII la estructura de la propiedad de la tierra era:
- a) 200 grandes familias latifundistas poseían el 25 % de las tierras que explotaban mediante arrendatarios.
- b) La pequeña nobleza y algunos no nobles enriquecidos, tenían propiedades de tipo medio. En total un 50% de la tierra, que cultivaban por medio de arrendatarios.
- c) Los pequeños propietarios, muy numerosos, pero que sólo poseen el 25% de la tierra.
El proceso de cercamiento de tierras trasformó la estructura de la propiedad de la tierra en Inglaterra: el proceso afectó no sólo a las tierras privadas, sino también a las comunales, ya que el Parlamento apoyó a los grandes propietarios. Ya hacia 1700, sólo la mitad de las tierras se cultivaba por el sistema de campos abiertos (openfield) y el proceso se aceleró a partir de 1760, lo que hizo que el Parlamento publicara unas leyes (enclosure acts), con las que se legalizaban multitud de apropiaciones de terrenos arables e incluso pastos y yermos. Hay que tener en cuenta que en Inglaterra había desaparecido el feudalismo en el campo con las revoluciones del XVII.
Los precios altos de los cereales invitaban a reclamar cercamientos a los terratenientes (mercado protegido) y a la resistencia a los pequeños campesinos. El proceso, como reflejan los datos, se disparó a partir de la Enclosure Act de 1801.
ACRES CERCADOS (1 acre = 0.4 hectáreas) | ||
1727-1760 | 1761-1792 | 1802-1815 |
74.518 | 78.259 | 739.743 |
Las principales consecuencias en el campo inglés por los cercados fueron:
- a) La aparición de empresas agrícolas explotadas de forma capitalista y la desaparición de los openfields.
- b) La expulsión de muchos arrendatarios, al pasar muchos propietarios a trabajar las tierras con asalariados.
- c) Disminución de la pequeña propiedad: muchos pequeños campesinos no pueden pagar los cercados o la legalización de su propiedad, y han de vender.
- d) Los campesinos sin tierra empeoran sus condiciones de vida, ya que, al desaparecer las tierras comunales, ahora no pueden pastar sus animales, ni coger leña, ni cazar…
- e) Mejora la productividad, aumentando los excedentes que permitieron un importante crecimiento de la población
- f) Estos cambios permiten una mayor extensión de la industria en el campo, ya que muchos campesinos tenían más tiempo y necesidad de recursos, lo que a su vez, permitió la extensión de la moneda en zonas rurales.
“El movimiento de los cercados se reemprende con vigor en el siglo XVIII, especialmente a partir de 1760. (…) Los squatters que vivían en sus tierras comunales son expulsados; campesinos pobres que poseían ínfimas parcelas no puede soportar los gastos del cercado y no pueden vivir en las malas tierras recibidas; se van, como muchos otros a quienes la extensión de la ganadería ha hecho inútiles; como otros, también obligados a vender su granja al propietario vecino. (…).
Gracias a estas transformaciones en la propiedad y explotación agrícola, queda disponible una numerosa mano de obra, privada a menudo de lo esencial. Con ella podrá acrecentarse la producción manufacturera y minera.”
Beaud. Historia del capitalismo: De 1500 a nuestros días.
2.3.2. Los cambios en los métodos de cultivo. La mecanización del campo.
Algunos historiadores insisten en que ya en la primera mitad del siglo XVIII se producen ciertas innovaciones técnicas que permiten algunas mejoras. Por ejemplo, el arado Rotherhan que removía la tierra con mayor facilidad y podía ser arrastrado por sólo dos animales (llevaba ruedas).
Ahora bien, las transformaciones agrícolas fundamentales hay que situarlas a partir de la segunda mitad del XVIII: estos cambios, que se conocían en Holanda desde el XVII, fueron fundamentalmente:
- a) Sustitución del barbecho por cultivos rotativos. La rotación más generalizada fue: cebada o avena-trébol-trigo-nabos (sistema Norfolk de lord Townshend).
- b) Cuidado más racional de la ganadería, lo que permitía la utilización de abonos naturales de origen animal que reconstituían la riqueza mineral de la tierra.
- c) Incorporación de nuevas plantas: patatas, maíz y tabaco, que junto a las nuevas técnicas de drenaje (bomba Newcomen), permitían regar zonas antes inutilizadas.
Todos estos cambios son en realidad una mejora de las técnicas preindustriales. La mecanización del campo tuvo lugar a partir de 1840. Así, en 1834 se construyó la primera máquina segadora, pero sólo después de 1850 se puso en marcha su fabricación en serie; el primer sistema de labranza a vapor se utilizó en 1851, y hacia las mismas fechas, se utilizaron trilladoras de vapor. La extensión de todos estos elementos por el campo inglés fue muy rápida, ya que las dimensiones de las explotaciones permitían rentabilizar la inversión en un corto periodo de tiempo.
2.4. La financiación de la revolución industrial.
Hasta el siglo XVIII había muy poca necesidad de invertir capitales en la industria, debido al corto número de máquinas utilizadas en los talleres. Los capitales entonces se dirigían hacia el comercio o la tierra. Las primeras innovaciones necesitaron pocos capitales, pero no las que siguieron: la compra de una máquina de vapor constituía ya a finales del siglo XVIII una costosa inversión, y mucho más necesarias se hicieron las inversiones en maquinaria textil y siderurgia, así como en los ferrocarriles. ¿De dónde salieron esos capitales?
2.4.1. El papel del capital comercial y agrario.
De entrada es interesante insistir en el hecho de que la geografía de la revolución industrial en los siglos XVIII y XIX coincide con las grandes zonas de acumulación de capital en el comercio ultramarino (esclavos de África hacia América; azúcar, café, cacao, algodón hacia Europa; oro y marfil de África a Oriente; especias y artículos de lujo de Oriente hacia Europa). Sin embargo, la relación no es sencilla: Holanda, un gran centro comercial, apenas aportó nada a la revolución industrial.
Los capitales obtenidos en la agricultura tampoco parece que se hayan invertido masivamente en la industria; el interés de los propietarios fue más el de revalorizar sus tierras invirtiendo en cercados, ganado o mecanización. Por lo tanto, podemos concluir que los capitales acumulados en el comercio y la agricultura no se invertían directamente en la industria y, por lo tanto, no provocaron la revolución industrial, aunque de manera indirecta sí que favorecieron el proceso.
2.4.2. La autofinanciación de la industria: la explotación del trabajo.
De hecho, los capitales necesarios para el arranque de las primeras industrias eran poco considerables; en el origen de muchas empresas industriales se encuentra una aportación de capitales, individuales o familiares, de poco valor, pero suficientes, y lo que explica el rápido crecimiento del capital es, sin duda, la reinversión de los beneficios, reinversión favorecida por los buenos negocios.
La mecanización no representaba en sus comienzos un considerable gasto de capital y tampoco los edificios: muchas fábricas comenzaron situándose en granjas, hangares, molinos, casas particulares… cuyo coste era mínimo.
Sin duda, los buenos negocios, permitían crecer a las industrias reinvirtiendo los beneficios, beneficios muy importantes debido a la explotación de los trabajadores (proletariado). Lo que caracteriza a estos trabajadores, es que venden su fuerza de trabajo a cambio de un salario, el trabajo se convierte en mercancía cuyo precio depende de las leyes del mercado (oferta y demanda). El crecimiento de la población y el éxodo rural hacían que este precio fuese muy bajo.
Efectivamente, durante toda la revolución industrial los salarios fueron por detrás de los beneficios industriales, de forma que el crecimiento de la producción y la riqueza fue a manos de una clase reducida de innovadores empresarios que supieron aprovechar la oportunidad y que permitió la reinversión de los beneficios.
2.4.3. El papel de la banca.
En el transcurso del XVIII se crearon numerosos bancos, especialmente después de 1760, y tuvieron un rápido desarrollo. Esto permitió que existieran entidades dispuestas a prestar parte del capital que necesitaban los empresarios. Además los bancos contribuyeron a la revolución industrial facilitando el crecimiento de los medios de pago (cheques, papel moneda) y las inversiones en obras públicas.
Podemos concluir que se constata un desarrollo paralelo de la banca y de la industria, sin que sea posible distinguir la causa y el efecto.
2.5. El desarrollo de los mercados: la producción a gran escala.
En las sociedades preindustriales el mercado gira en torno a los ricos, que piden artículos de lujo en pequeñas cantidades, pero con un elevado margen de beneficio por venta. Los pobres tenían poco dinero y casi siempre producían sus propios bienes de consumo a nivel doméstico o local.
La industrialización cambió este panorama, ya que la producción masiva de productos baratos, al alcance de los pobres, multiplicaba el mercado. Ahora bien, ¿cómo se presentaron en la Gran Bretaña del siglo XVIII las condiciones que condujeron a los hombres de negocios a revolucionar la producción? Hay que tener en cuenta el mercado interior, el mercado exterior y el papel del gobierno.
Respecto al mercado interior, sólo podía crecer de 4 maneras importantes: aumento de la población (= más consumidores); difusión de la moneda (= facilita las transacciones); un incremento de la renta per cápita (= la gente tiene más capacidad de comprar); y que los artículos producidos industrialmente sustituyeran a las manufacturas (= fabricar mucho, rápido y barato). Sin embargo, el crecimiento del mercado interior preindustrial no era suficiente como para provocar la revolución.
A ello contribuyó también el mercado exterior. Entre 1700 y 1750 las industrias para el mercado interior aumentaron su producción un 7%, en tanto que las orientadas a la exportación, lo hacían un 76% entre 1750 y 1770. La manufactura del algodón, primera que se industrializó, estaba vinculada esencialmente con el comercio ultramarino. Desde finales del XVIII ya era una industria que exportaba la mayor parte de su producción total (2/3 hacia 1805).
En el Siglo XVIII sólo se podía crear un rápido crecimiento por dos vías principales: controlando los mercados de terceros países y destruyendo la competencia interior dentro de otros, a través de la guerra y la colonización. El país que conseguía concentrar los mercados de exportación de una amplia parte del mundo, podía desarrollar sus industrias de exportación enormemente (caso de la Gran Bretaña del XVIII).
La conquista de mercados por la guerra y la colonización requería no sólo una economía capaz de explotar esos mercados, sino también un gobierno dispuesto a financiar esos sistemas de dominación en beneficio de los empresarios británicos. A diferencia de otros países, Inglaterra estaba dispuesta a subordinar toda su política exterior a sus fines económicos, que no eran comerciales y financieros únicamente, sino también, y con signo creciente, industriales. Detrás del éxito de la revolución industrial inglesa, está su proyección en los mercados coloniales y “subdesarrollados” de ultramar y la victoriosa lucha para impedir que los demás países accedieran a ellos.
- Las transformaciones técnicas y organizativas.
3.1. De la manufactura a la fábrica.
La industria antes de implantarse el factory system (sistema de fábricas) tenía tres formas típicas de organizarse: producción artesanal y producción protoindustrial.
La producción artesanal es la forma de producción de bienes elaborados típica del mundo medieval, y se basa en los gremios. Este tipo de producción es básicamente urbano, ya que todo gremio tiene el monopolio del oficio en una ciudad. Por otra parte la reglamentación del gremio para evitar la competencia hacía muy rígida la producción. En la Inglaterra preindustrial, las reglamentaciones artesanales habían desaparecido, aunque los talleres artesanos de las ciudades continuaron existiendo dedicados a la producción para el mercado local, o bien asimilados al domestic system.
En cuanto a la producción protoindustrial, la ampliación del mercado, sobre todo después del s. XIII y la rígida reglamentación gremial empujaron a muchos comerciantes a buscar mano de obra “industrial” entre las familias campesinas. Así, poco a poco, se fue introduciendo en la economía medieval, esencialmente agrícola, la fórmula del trabajo a domicilio (domestic system, putting out system…). Mediante este sistema, los comerciantes distribuían materias primas entre las familias campesinas para que pudiesen realizar en sus casas pequeñas acciones artesanales; después, el comerciante se encargaba de comercializar en los principales mercados urbanos. Posteriormente, el sistema evolucionó: el comerciante llegó a facilitar incluso equipos y materiales muy costosos a los trabajadores a domicilio.
El trabajo industrial casero y rural fue el antecedente más claro y directo de la organización industrial de la producción. Además el trabajo a domicilio fue un medio rápido de crecimiento de la producción industrial antes de la adopción del sistema fabril. Fue también Inglaterra el país donde más se extendió este sistema de producción, cuya expansión iba paralela a las transformaciones que tenían lugar en la agricultura, que forzaban a las familias a completar sus ingresos con el trabajo artesanal.
De la industria doméstica a la fábrica |
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Año | Organización | Energía | Localización | Producción | Distribución |
1750 | Sistema doméstico | Hombre
Animal Hidráulica |
Rural | Pequeña | Mercado Local |
1850 | Sistema
fabril |
Hidráulica
Máquina de vapor |
Urbana | Grande | Mercado nacional e internacional |
3.2. El factory system.
Entendemos por factory system (sistema de fábricas o de factorías) un nuevo sistema de producción aparecido en Europa occidental a mediados del siglo XVIII marcado por tres grandes características:
a) MECANIZACIÓN DE LA PRODUCCIÓN.- se produce un aumento de la difusión de la maquinaria accionada por energía inanimada, destacando sobremanera la aparición de la máquina de vapor de Watt en 1790, así como el aumento en el uso de la energía hidráulica, fundamentalmente con la aparición de la turbina en 1830.
b) USO DE LA ENERGÍA INANIMADA .- la mayor consecuencia de este hecho será el aumento de la productividad, aunque el desarrollo de las nuevas fuentes de energía se producirá a partir de finales del siglo XIX con la aparición de la electricidad y el motor de explosión.
c) TRANSFORMACIÓN DE LA ACTIVIDAD LABORAL.- la mayor consecuencia será la aparición de los trabajadores asalariados, produciéndose un cambio en los hábitos de trabajo con jornadas de trabajo intensas y extensas de 14 horas diarias. Igualmente la aparición del empresario provocará un cambio en la disciplina del trabajador imponiéndose los castigos. Igualmente se producirá una intensificación en la división del trabajo, dando lugar a un aumento considerable de la productividad. Y finalmente la mecanización del trabajo provocará la reducción de trabajadores cualificados, apareciendo el obrero no cualificado, siendo normalmente estos niños y mujeres.
El sistema fabril |
Características |
∙ Concentración de los medios de producción en grandes fábricas bajo una dirección centralizada.
∙ Aplicación de máquinas, especialización y división del trabajo en los procesos productivos. |
Consecuencias: |
∙ Incremento de la producción y la productividad y grandes beneficios.
∙ Disminución de los costes de producción y del precio de las mercancías. ∙ El trabajo humano se supedita al ritmo de la máquina y se somete a la disciplina fabril. |
3.3. La máquina de vapor.
La primera máquina de vapor de émbolo fue desarrollada por Papin. Ahora bien, fue Newcomen, un herrero, que conoció los estudios de Papin, quien inventó la primera máquina con aplicación práctica (principios del XVIII): creó una bomba de agua utilizada, por ejemplo, en las minas. Pero esta máquina tenía serios inconvenientes para su aplicación a la industria: altísimo coste de carbón de piedra y necesidad de transformar el movimiento alternativo y rectilíneo en otro continuo y circular.
Ambas tareas fueron llevadas a cabo por Watt, que mejoró la máquina de Newcomen patentando en 1769 la llamada primera máquina de Watt (Belcebú), que era, en definitiva, una bomba automática notablemente desarrollada. Posteriormente se asoció con Bulton (1871), patentando la “segunda máquina de Watt”, que mediante un sistema de ruedas dentadas, convertía el movimiento de oscilación en movimiento circular, capaz por lo tanto de accionar todo tipo de mecanismos.
En 1800 había en funcionamiento 110 máquinas de vapor, que dadas sus dimensiones, implicaban fábricas. Su aplicación a los transportes también fue notable y facilitó indirectamente el proceso de industrialización (ferrocarril, barco de vapor).
3.4. La mecanización de la industria textil
La producción de textiles tiene dos procesos (hilado y tejido) que se complementan y se van superando el uno al otro. La producción artesanal (rueca) de hilos de principios de siglo, era insuficiente para los tejedores, pero lo que provocó un estrangulamiento, fue la invención de la lanzadera volante de Kay en 1730: se trataba de guiar la lanzadera sobre unos raíles para que pasara más rápido y conseguir tejidos de mayor anchura. La lanzadera volante provoca escasez de hilo y un aumento de sus precios.
La escasez de hilo se agudizó a partir de mediados del XVIII, lo que llevó a la Society of Arts a ofrecer un premio (1763) para “el mejor invento de una máquina que sea capaz de hilar seis hilos de lana, lino, algodón o seda, al mismo tiempo, y que exija el concurso de una sola persona para su funcionamiento”. Paul y Wyatt habían logrado crear, treinta años antes, una máquina que satisfacía esos condicionamientos (el torno de hilar), pero que sin embargo, no había logrado imponerse, bien por los fallos de sus mecanismos, bien por la escasa calidad del hilo que fabricaba.
El primero en crear una máquina ahorradora de trabajo fue Hargreaves, que en 1764 inventó la Jenny, capaz de hilar en su primera versión hasta 8 hilos a la vez. Hargreaves, carpintero de profesión, hizo su descubrimiento por casualidad y su máquina constituyó una verdadera revolución en el hilado: pronto se hicieron versiones de hasta 100 y 130 husos y cada máquina podía abastecer a dos telares a pleno rendimiento (antes hacían falta 5 ó 6 hiladoras a mano para cada telar). La energía que movía la Jenny era humana, y dadas las reducidas dimensiones de la máquina, ésta se adaptó a la industria doméstica, por lo que no hubo ningún cambio en la organización del trabajo.
El siguiente paso, en 1769, lo dio un barbero analfabeto (Arkwright) al lograr construir la water- frame. Al principio tenía 8 husos y era movida por una rueda girada por un caballo y, más tarde, por el agua. La máquina se difundió rápidamente.
En 1779 Samuel Crompton, un joven trabajador que conocía la Jenny y había estudiado de cerca la water-frame, combina los mecanismos y principios de ambas y crea la mule, capaz de hacer un hilo muy fino y resistente. Al aparecer en su primera versión, tenía 48 husos y pronto llegó a los 650. El uso de la mule implicaba el factory system, por las dimensiones y complejidad de la máquina, y la aplicación de la máquina de vapor, a partir de 1785, a las máquinas de hilar.
La radical transformación del hilado en los años 60 y 70 llevó a un nuevo estrangulamiento y a un descenso importante del precio del hilo: la solución llegará de la mano de Edmund Cartwright. Cartwright patentó en 1785 un telar mecánico movido por vapor y que necesitaba sólo dos trabajadores. Su difusión fue lenta, en parte por la resistencia de los tejedores manuales y por las dificultades técnicas de la máquina. En 1803 sólo había 2.400 telares mecánicos; treinta años más tarde 100.000.
El telar mecánico cerraba así una fase histórica, potenciando la difusión del factory system que conquistó, con gran rapidez, una posición central en el sistema económico: la revolución industrial era ya un hecho.
3.5. La siderurgia.
El hierro se presenta en la naturaleza en forma de óxidos, y para eliminar el oxígeno, se sometía a combustión con carbón vegetal en altos hornos: el resultado era un hierro lleno de impurezas (hierro colado) que “forjado” mediante un martillo hidráulico que homogeneizaba su estructura.
La primera invención fue el uso del carbón de coque por Abrahan Darby (1709), en lugar del carbón vegetal: el proceso resultaba lento y costoso, y dada la escasa demanda, no se generalizó hasta la segunda mitad del siglo.
En 1775, Wilkinson aplicó la máquina de vapor de Watt para insuflar aire y acelerar así la combustión del coque. Esta innovación generalizó el uso del coque. La industria se trasladó de los bosques a las zonas de minas de carbón y mineral de hierro.
En 1784, Cort mejoró notablemente la calidad del hierro colado mediante el sistema del pudelaje: el hierro obtenido en un alto horno es sometido a una segunda fusión en un horno de reverbero, manteniendo el hierro y el carbón separados, con lo que el hierro obtenido tiene menos impurezas de carbono: el resultado es el hierro dulce o forjado, mucho más maleable que el hierro colado.
En 1828, Nielsen mejora la innovación de Wilkinson insuflando, mediante una máquina de vapor, aire previamente calentado; con ello se acelera la combustión del carbón y se ahorra combustible.
Hasta esas fechas se obtenía acero (hierro muy puro, con poco carbono) en pequeñas cantidades, utilizando mineral muy puro. A partir de 1860, el convertidor Bessemer permitió obtener buen acero en cantidades masivas. El método consiste en añadir al hierro líquido manganeso y carbón, e insuflar aire caliente por unos orificios que tiene el convertidor.
3.6. La revolución de los transportes.
Las necesidades de abastecimiento de las ciudades en crecimiento, así como las derivadas de la comercialización de las materias primas y de los productos agrícolas e industriales, impulsaron el crecimiento de los medios de transporte y comunicación. Este crecimiento antes de la construcción de la red de ferrocarril, a partir de 1825, se debe sobre todo a la construcción de carreteras, puentes y canales. La principal característica de estas comunicaciones en Inglaterra es que se hicieron por la iniciativa privada, a cambio del cobro de derechos de peaje a los que transitaban por ellos.
A partir de 1820 empiezan a construirse las primeras líneas de ferrocarril para el transporte de mercancías, utilizando como tiro animales. En 1828 Stephenson, presentó la locomotora de vapor, que alcanzaba los 29 Km./h., iniciándose así la era del ferrocarril. En 1847, 250.000 hombres trabajaban en la construcción de 6.455 millas de vía férrea (1 milla = 1,6 Km.). Ello fue importante para el desarrollo industrial por el abaratamiento de costes y por el estímulo de otros sectores.
El verdadero desarrollo de la industria siderúrgica se produjo a partir de la demanda de hierro que provocó la construcción del ferrocarril y su uso en la construcción de edificios a partir de las mismas fechas. Pero otros sectores también se verán estimulados por el ferrocarril: carbón, madera, motores, desarrollo de la ingeniería mecánica, etc.
- Consecuencias sociales de la revolución industrial.
Antes de la revolución industrial, la mayor parte de la población vivía del trabajo de la tierra en el campo. En el siglo XIX, la revolución industrial creó otro tipo de población, la población obrera, que se aglomeró en las ciudades, o más bien en los cinturones urbanos, alrededor de las fábricas. Lo que caracteriza a esta nueva clase social, el proletariado, es que el único ingreso que posee deriva de vender su trabajo.
Otra consecuencia es el desarrollo de una nueva burguesía, la de los industriales, ingenieros, cuadros técnicos, profesiones liberales, así como los comerciantes urbanos y empleados administrativos.
Por lo tanto, la revolución industrial creó, aunque lentamente, nuevos grupos sociales, burguesía y proletariado, enfrentados a veces por el reparto de los beneficios de la industria. Sin embargo, ambos grupos esconden realidades muy diversas, y están lejos de constituir “clases” homogéneas.
La burguesía: De orígenes sociales diversos, la burguesía industrial está lejos de constituir una clase homogénea. Algunos se dedicaban a la minería o la metalurgia, otros eran comerciantes, banqueros, inventores convertidos en industriales, etc. Las relaciones que establecían con sus asalariados no siempre fueron fáciles, pues en ellas se mezclan el paternalismo y la explotación. Además, pronto constituyeron grupos de presión que influían sobre los gobiernos (lobbies). Cuando se movilizaban no era por la presión de los obreros, sino para la defensa de sus intereses corporativos.
El proletariado: Sin duda, este grupo social es producto de la revolución industrial. Sin embargo, deben hacerse algunas matizaciones: por una parte, en el campo existía un proletariado industrial anterior a la industrialización y ese proletariado aumentó con las transformaciones agrarias. Además en los talleres manufactureros ya se observaban concentraciones obreras, aunque no se usaran máquinas y la energía fuera humana. Fue precisamente en el marco del putting out system, donde se constituyeron las primeras asociaciones obreras (sociedades de ayuda mutua), en las que la participación de los obreros de las factorías fue escasa. En 1799-1800, las Combination Laws prohibieron cualquier tipo de asociación obrera.
«En las manufacturas de la lana, la máquina cardadora, la máquina hiladora y la lanzadera volante han reducido el trabajo manual en un tercio, y cada una de ellas en su primera introducción provocó la alarma de los trabajadores, a pesar de que todas han contribuido a mejorar los salarios y a incrementar el comercio, hasta el punto de que si se intentase hoy privarnos de su uso, no hay duda que toda persona relacionada con este negocio debería defenderlas.
Partiendo de estas premisas los empresarios abajo firmantes, pensamos que es un deber hacia nosotros mismos, a la ciudad de Leeds y en general al país entero, declarar que protegeremos y apoyaremos el libre uso de cualquier mejora propuesta para el sector textil por todos los medios legales a nuestro alcance (…)»
Petición elevada por los empresarios textiles de Leeds en defensa de las máquinas.
“La invención y el uso de la máquina de peinar la lana, que tiene por efecto reducir la mano de obra de manera muy inquietante, inspira a los obreros el temor serio y justificado de llegar a ser, ellos y sus familias, una grave carga para el Estado.
Constatan que una sola máquina, atendida por una persona adulta y servida por cinco o seis niños, realiza tanto trabajo como treinta hombres trabajando a mano según el antiguo sistema (…).
La introducción de la citada máquina tendrá por consecuencia inmediata el privar de sus medios de existencia a la masa de obreros. Todos los negocios serán acaparados por algunos empresarios poderosos y ricos (…). Las máquinas, cuyo uso lamentan los peticionarios, se multiplican rápidamente en todo el reino, experimentándose ya cruelmente sus efectos: un gran número de obreros se encuentran sin trabajo y sin pan. Con dolor y en la más profunda angustia ven aproximarse el tiempo de miseria en que cincuenta mil hombres, con sus familias, privados de todos los recursos, víctimas de acaparamiento, lucrativo para algunos, y de sus medios de existencia, se verán reducidos a implorar caridad de las parroquias.”
Diario de la Cámara de los Comunes. 1794. Petición de los obreros a dicha Cámara.
- La industrialización del continente.
En la Europa continental, la industrialización fue más tardía y, lógicamente, influida por el proceso británico, del que se pudo imitar la maquinaria, la organización… Hasta 1850, este país fue el único con un proceso industrial consolidado, aunque en el continente pronto le imitará Bélgica. En el resto de continente el proceso es más tardío.
a) El caso belga: Se produjo una cierta concentración industrial en torno a Lieja, en base a la industria siderúrgica. El proceso se vio favorecido por la independencia del país, y la creación de la banca Société Genérale facilitó las inversiones en el textil y el ferrocarril.
b) El caso francés: la industrialización francesa fue lenta y no tuvo un gran impulso hasta la 2ª mitad del XIX. Los factores que lo explican son los siguientes:
- Con la Revolución Francesa se abolieron los señoríos procediendo al reparto de la tierra entre los campesinos, lo que dio lugar a una escasa emigración a las ciudades.
- La natalidad descendió más rápidamente, pues los códigos napoleónicos obligaban a repartir la herencia entre la descendencia. La población no creció como en Inglaterra, limitando la demanda y la mano de obra disponibles.
- Un país de pequeños y medianos campesinos no es un gran consumidor de productos industriales y la demanda procedía de las clases altas. Con ello, la industria se dedicó a la calidad de sus productos, no a la producción masiva a bajo precio. Esto obligó al estado francés a un continuo proteccionismo.
- El papel del Estado fue intervencionista, al contrario que en Inglaterra.
c) El caso alemán: Alemania fue un conglomerado de estados hasta su reunificación en 1871. Esto dificultó la industrialización del país y favoreció que el proceso fuera más tardío que en otros lugares. Sólo a partir de 1834, con la creación del Zollverein, comenzó el primer despegue gracias a que éste permitió la construcción de una red de ferrocarriles, pensada no para cada estado, sino para toda Alemania (para el Zollverein). Esto impulsó la industria siderúrgica, beneficiada por las reservas de carbón y hierro del Sarre, Rhur y Silesia.
d) Otras regiones: Algunos países europeos experimentaron una primera industrialización, aunque solo en determinadas zonas (p. ej., en España, Cataluña), mientras que el resto de regiones permanecían poco o nada industrializadas.