Celia Hermoso Soto
Rafael Soto Calero es un campesino de Lora del Río (Sevilla) que en el pasado 2017 ha construido su último invento. A lo largo de su vida ha ejercido varios oficios como ganadero, maquinista, tractorista, chófer, camionero, vaquero, mercader… y ahora, a los 74 años de edad pasa el tiempo labrando sus tierras.
A pesar de que nunca obtuvo ningún tipo de educación básica tal como saber leer, escribir y hacer cálculos hasta ya una avanzada edad, Rafael, en busca de facilitar su trabajo, ha sido capaz de crear de forma casera un molino para hacer aceite.

Este consta de dos partes: la primera parte de la máquina se de dedica a triturar las aceitunas con unas aspas conectadas a un eje unido a su vez a un motor precisado de energía eléctrica. Esto hace que las aceitunas convertidas en una masa pastosa caigan por una tolva hasta llegar a una espuerta. Después se coloca el recipiente de la masa dentro de otro más grande con agua caliente (comúnmente conocido como baño María), para que la mezcla se caliente y haga más fluido el proceso.
En la segunda parte, la pasta es recogida por una paleta
y extendida sobre los diferentes sectores de la prensa. Más tarde, la masa es comprimida y esta se divide en aceite y alpechín de aceituna. Ambos caen por un conducto y terminan almacenados en una misma botella con orificios a distintos niveles de altura para poder separarlos por densidad.
Según Rafael, el molino está basado en máquinas de aceite antiguas, de las cuales él ha retenido en su memoria el funcionamiento, a pesar de nunca haber trabajado con ellas. <<Todo sale de aquí>>, palabras de Rafael mientras se señala la frente en espera de su próxima idea por realizar: un abanico para la recolección de aceitunas.