MICRORRELATOS –  VIOLENCIA DE GÉNERO – 3º ESO

MICRORRELATOS –  VIOLENCIA DE GÉNERO – 3º ESO

 ACTIVIDAD REALIZADA POR LA PROFESORA CRISTINA RODRÍGUEZ DEL POZO

-”Soy Roberto, tengo dos hijos muy guapos y una mujer que me respeta. Vivo en una casa que compré hace poco. Trabajo de concejal en el Ayuntamiento de mi pueblo. Me gusta salir con mis amigos todos los días a tomar unas cañitas mientras mi mujer me prepara la comida. Soy un tío valiente y responsable, pero cuando no hacen lo que yo quiero, me enfado mucho y me pongo a romper cosas.

Hola, soy Roberto. Estoy en la cárcel. Me llamaban valiente hasta que mi mujer llamó a la policía”.

 

-”Llevo varios días llorando y sin salir a la calle. Me siento sola y desolada. Tengo varios moratones por el cuerpo, nadie me escucha para desahogarme. Por eso escribo este diario, para contar todo lo  que pasa en esta habitación.

Ahí llega. No me da ni un beso, ni un sólo abrazo, sólo me pega para dejarme encerrada. Estoy aguantando mucho, pero no hay nadie que me apoye”

 

 

 

-”No me prives de tu sonrisa

que la necesito como el Sol.

Y tendió sus lágrimas al Sol

y de la blancura de su sonrisa

hasta el cielo se enamoró

 

 

 

-”Soy Pepe, un hombre mayor que vive cerca de la costa. Me quedé viudo hace ya muchos  años, aunque no me favorecía, ya que estaba en una relación que no deseaba. En verdad yo braceo que un muerto para sentir la felicidad y creerme un valiente. Ahora me dedico a mis cultivos solo y rechazado por toda la gente. Ahora me doy cuenta de que la felicidad no es infinita y no hay que dañar a los demás para ser feliz”.

 

 

 

-”Era el primer día de instituto de Lucía. Sus padres la cambiaron porque ella necesitaba otro tipo de enseñanza. En su primer día, lucía conoció a un chico muy guapo. Empezaron a salir y con el paso de los días ella se empezó a sentir mal, cada vez peor.

Al final dejó a su novio y empezó a ser feliz. Lucía perdió un año de su vida con un chico que la maltrataba”

 

 

 

-”Llevo bastante tiempo engañándome con mi propio llanto, y en mi diario escribo todo los días del año las frases que definen mi vida, mi sufrimiento día a día y las razones de mi suicidio. No me quedan ganas de continuar con mi vida. No hay día que no esté llena de golpes y moratones. No sé cómo reaccionar cuando viene hacia mí como un energúmeno y empieza a pegarme. Yo seguiré colgando la cuerda que me quitará la vida”.

 

 

 

-”Hoy es el día de nuestro aniversario. Diez años desde que entramos en el Ayuntamiento para casarnos. Los chicos están durmiendo y Rafael ha bajado al bar de abajo para tomarse una copa con sus compañeros. Yo me encuentro sentada en la mesa de la cocina cosiendo unos pantalones para mi marido, Rafael.

Suena el timbre, un pitido prolongado se mete en mi cabeza. Voy a abrir la puerta, es él. Tarda en subir más de 15 minutos, no puede ni andar, está muy borracho. Comienza a acercarse a mi agresivamente. Me ha empezado a insultar. De repente, me da una bofetada. Sigue golpeándome hasta dejarme inconsciente, y por suerte, se va.

Al despertar, tengo un par de moratones y numerosos cortes, me intento curar antes de que se despierten los niños. Un rato después me preguntan: ¿Qué ha pasado?. Le respondí que me había caído y se fueron al colegio. ¡Estoy harta, no aguanto más!.

 

 

 

-”Aquella mañana me levanté, pero mi mente seguía soñando. Soñaba con un lugar donde todo mi dolor se desvanecía. Un lugar donde pensaba primero en mí misma. Pero estaba yo sola, sin nadie. Todo era negro, eso me hacía sentir a gusto. Me sentía identificada con esa oscuridad”.

 

 

-”Su nombre era…. Qué más da. ¿A quién le importa el nombre de alguien que no tiene futuro, alguien cuya vida fue condenada?. Condenada a estar junto a alguien como él. Eran amigos, aunque a estas alturas comenzaba a preguntarse: ¿Realmente fue su amigo alguna vez?. Podía recordar lo feliz que era al principio. Él era atento y siempre amable con ella. Era un buen marido y un buen padre; pero cuando quiso darse cuenta, ya era tarde. Los abrazos se convirtieron en golpes; los “te quiero” ahora eran un “cállate y deja de molestar”; y las salidas en familia eran días solitarios en los que esperaba que ese maldito hombre no regresara jamás del bar. Pero aquel día, no podía más.

Caminó nerviosa hacia su habitación, le temblaban las rodillas y su respiración se entrecortaba. Al fin llega a la cama donde aquel hombre, que arruinó su vida, dormía tranquilamente. Se puso a su lado y alzó el filoso cuchillo que tomó de la cocina hace un rato.

Estaba decidida. Tenía miedo, pero no podía aguantar más. Alzó el cuchillo sobre el pecho de su marido y, con los ojos llenos de lágrimas, lo hizo.

Perdóname por lo que haré, hija-”.

 

 

-”Mi nombre es Lucía. Vivo en un pequeño pueblo con mi novio. Es hora de hacer la comida y limpiar la casa. Ya que de lo contrarío, mi novio se enfadaría y seguro que me pegaría. Todos me dicen que él no me quiere y que es tóxico. Yo no les hago caso porque sé que me ama y me pega por mi bien.

Cada día me va matando lentamente, no sé si podré seguir en pie. ¿Debería dejarlo o debería seguir con él?. Son dudas que inundan mis pensamientos. Acabo pensando que soy fuerte. Todo esto un día acabará, lo sé”.

 

 

-”Once años aguantando. Once años aguantando el miedo de enfrentarme contra aquel monstruo. Todos los días intentando salir viva de esta pesadilla. Pero mi impotencia no puede. Creo que ya he aguantado demasiado, pero no soy capaz de pedir ayuda.

Siempre pienso que tendría que acabar con mi vida antes de que lo haga él. Tengo moratones por todos los lados que no puede tapar mi maquillaje. Pero siempre veo esa luz, ese milagro que va a hacer que vuelva a la normalidad. Confío en mí”.

 

 

-”Estoy agotada, no puedo más. Mi novio no cambia, sigue igual: insultándome, pegándome, no me deja salir a la calle y me echa la llave. No hago nada más que llorar, tapar los moratones de mi cuerpo con maquillaje para que mis seres queridos no sospechen de nada y piensen que sigo igual de bien que antes y tan ilusionada como el primer día. Pero en verdad sufro por dentro y por fuera. Cada día pienso más en quitarme la vida”.

 

 

-”La violencia de género tanto en hombres como en mujeres es algo grave que no debería pasar. Si yo fuera una de las tantas chicas que ha sido maltratada psíquica y físicamente, abusada…. Trataría de irme del lugar que me horroriza y llamaría sin pensarlo al número contra la violencia de género. Buscaría una forma de que no volviese a ocurrir lo mismo, y empezaría una vida mejor, al lado de mi familia, mis amigos y la gente más querida para mi.

Hay casos en los que algunas chicas se suicidan o su odiosa pareja acaba con su vida. Por favor, piensa en las ocurrencias de sus actos y no dejes que esto vuelva a ocurrir”.

 

 

-”El monstruo de al lado de mi cama ya no duerme junto a mi. Ahora está en una celda donde ya no puede hacerme daño. Ni a mí, ni a ninguna otra mujer. Si a ti también te da miedo la persona que duerme junto a ti en la cama, hazlo. TÚ PUEDES”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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