REFLEXIÓN INICIAL SOBRE LA MATERIA DE HISTORIA DE ESPAÑA. ¿ESTUDIAMOS HISTORIA O APRENDEMOS HISTORIAS?

Como estudiante de segundo de bachillerato soy plenamente consciente de gran parte de los problemas que el sistema educativo español nos causa, tanto a los escolares como a los docentes. Más si cabe en una materia que considero tan necesaria como es Historia de España. Si en el plano general observamos los porcentajes de analfabetismo, absentismo escolar, abandono de estudios, etc., resultan preocupantes para una España que se precia primermundista. Pero el problema no solo reside en esas cifras que nos vuelven meros números ante el sistema. La raíz se encuentra en la no proporción de una educación sólida y humanista en general, y respecto a la docencia del período contemporáneo y actual de nuestra historia en concreto. Aspecto este último que acostumbra a brillar por su visión tradicional, superficial, simplista y equidistante y, en el peor de los casos, por la ausencia de una enseñanza de la memoria democrática. Gran parte de este problema posiblemente resida en la mala o deficiente planificación que para esta materia de Historia de España se le ha asignado por ley por parte de los diferentes gobiernos democráticos españoles.

Es bien sabido que con el paso de los cursos todo se enfoca en obtener resultados positivos, “buenas notas”, perdiéndose en el camino la verdadera enseñanza y aprendizaje, interiorizando a su vez en los estudiantes la idea de que, sin cumplir los requisitos mínimos impuestos socialmente, no alcanzaremos a ser ese modelo estándar de ciudadano y ciudadana.

A pesar del desafío que resulta el correcto progreso y desarrollo de las habilidades de los jóvenes en etapa estudiantil, a causa de un sistema que considero ineficiente y homogeneizador, hemos de tener en cuenta que nuestro conocimiento y capacidades nos son muy relevantes y necesarios a la hora de progresar como personas que deberán, y debieran, tener un papel significativo en la sociedad. Y la materia de historia aporta ambas cosas. A través de esta asignatura creo que recibimos la oportunidad de ampliar, no solo el conocimiento y cuestionamiento de sucesos pasados (que en muchas ocasiones es criticado y rebajado a innecesario e inútil), sino también de ganar autonomía a la hora de elegir qué creer, qué pensar, qué votar. En definitiva, de construir nuestro propio conocimiento y criterio.

Este es uno de los atributos que se pueden, y deberíamos alcanzar: obtener un pensamiento crítico, ese que no se conforme con los conocimientos justos, básicos y tradicionales; ese que le guste escuchar y conocer las distintas versiones de la misma declaración para contrastar y sacar tus propias conclusiones al respecto. Además, se abre un abanico de posibilidades en cuanto se empieza a estudiar la materia (con la guía adecuada, desde luego), y es algo que puedo refutar en base a mi experiencia personal.

El Saber es una poderosa herramienta que, por influencias y condicionantes políticos y económicos, se ve intervenido con el fin de privarte de él o dificultar su alcance de manera plena, en el sentido de hacerte una persona y una ciudadana con autonomía y capacidad crítica. Y ello con la intención de evitar exponer o poner en riesgo la posición de las élites en el país.

Pero si una verdaderamente quiere, puede lentamente romper esas barreras con la determinación e intención de prosperar a nivel personal e intelectual, tanto para una misma como para aportar positivamente mi grano de arena a la sociedad en la que vivo, pudiendo así marcar una diferencia durante mi existencia y desarrollarme como persona y ciudadana, con la idea de mejorar nuestro mundo y aspirar a un porvenir y unas condiciones de vida más decentes y dignas, como se expone en la Declaración Universal de Derechos Humanos y en nuestra Constitución de 1978.

Hasta ahora la materia de historia me ha aportado la satisfacción de poder comprender muchas cosas de mi entorno, desde entender el contexto de un libro o situar el periodo histórico exacto de una película, hasta entender las razones y el comportamiento político, económico y social de mi país y de su entorno, así como por qué y cómo se ha llegado a determinada situación en la actualidad, sustrayendo el origen de esta. Me he concienciado, también, sobre la necesidad e importancia de estar documentada adecuadamente y contar con argumentos válidos si quiero abrirme paso en un mundo que no toma por válida o suficiente cualquier opinión, y más si resulta ser infundada, aunque actualmente las opiniones infundadas e intencionadamente falsas, sean las que dominen entre la opinión pública, politizando de mala manera la historia, los discursos y las creencias de todos nosotros.

Por esto y más, mis expectativas hacia este nuevo y último curso son altas, y no muy diferentes a las del año anterior, ya que tengo la certeza de que a lo largo de los meses obtendré una formación adecuada en cuanto a rigurosidad.

Finalizaré una etapa escolar más, pero esta vez más consciente y preparada de lo que fui y soy.

Guadalupe Ortiz Mastropietro.

2º Bachillerato-B

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