EL MONARCA DE LAS SOMBRAS

Título: “El monarca de las sombras”
Autor: Javier Cercas
Editorial: De Bolsillo
ISBN: 978-84-663-4755-6
Año y lugar de la edición del ejemplar: Tercera reimpresión, noviembre de 2021.
Año de la 1a edición: mayo de 2019
Año y lugar de la edición original: 2017, Penguin Random House Grupo Editorial S.A.U, Travessera de Gràcia, Barcelona.
Nº de páginas: 281
Breve información sobre el autor: Javier Cercas es profesor de literatura española en la Universitat de Girona; Honorary Fellow de la Universidad de Oxford; y profesor honorario de la Universidad Diego Portales en Chile. Además, trabaja como columnista en el diario El País. Nació en Ibahernando (Cáceres), pero a los 4 años de edad se trasladó a Girona. Estudió filología hispánica en Barcelona y su novela más exitosa es Soldados de Salamina (2001).

Esta ha sido una de las lecturas que hemos leído en la materia de Historia de España para este tercer trimestre, y he de decir que el libro me ha encantado. Me han bastado dos tardes para acabar con él. Había escuchado hablar de Javier Cercas por “Soldados de Salamina”, pero esta ha sido realmente mi primera toma de contacto con el autor y con sus obras. Y la verdad que es una lectura que he disfrutado, siempre me dejaba con ganas de seguir leyendo para averiguar qué proseguía en la búsqueda de la verdad de Manuel Mena.

Una visión que me ha transmitido el autor sobre la Guerra de España, en general, es que hay dos formas de verla. Y lo explicaré con la siguiente cita extraída de la página 222: “Manuel Mena no sólo había conocido la noble, bella y antigua ficción de la guerra que pintó Velázquez, sino también la moderna y espeluznante realidad que pintó Goya”. Me ha hecho preguntarme también por mi propia historia (le he preguntado a mis abuelos qué saben sobre sus padres en la guerra). Del mismo modo, me ha hecho replantearme si yo no debería buscar información sobre ellos, al igual que lo hace el autor con su tío abuelo. Conocer su historia, lo que vivieron y cómo lo vivieron.

Igualmente, en cierto modo también he aprendido sobre la importancia y el valor de la vida. Y más específicamente de la vida hace 88 años. Esos jóvenes que un día estaban en casa con sus familias y al día siguiente estaban en el frente, disparando a gente de su misma edad, que a veces incluso peleaban en el bando equivocado, por unos intereses que no eran los suyos. Esperemos que nada de esto vuelva a suceder, de ahí la importancia de la memoria histórica y democrática, tanto en el día a día como en la educación. Pero de eso hablaré más adelante, primero voy a comentar algunas de las escenas que me han impactado o llamado más la atención.

La primera escena que quiero comentar es cuando le preguntan al «Pelador» sobre la guerra, y este la mayoría del tiempo o guarda silencio, o responde con monosílabos, o desvía el tema. Incluso cuando su hija le dice que puede hablar, que no pasa nada, que ya no hay guerra, este hombre no opina de más. Me ha llamado la atención porque esto no es ficción en nuestros días. La huella de la guerra, ligada a las represiones que sufrían aquellos que hablaban “de más” sigue muy presente en nuestros mayores.

Por otro lado, en otra ocasión Manolo Amarilla habla también de la diferencia de la guerra entre las ciudades y los pueblos, destacando que en el pueblo el enfrentamiento era entre “gente que podía comer y gente que no”. La política, según el testimonio de este hombre, no era la razón por la que se mataban. Por eso me ha resultado curioso, y reflexiono acerca de esas personas que han peleado e incluso perdido su vida sin saber realmente por qué lo hacían, o sin realmente saber si estaban en el bando correcto.

Algo muy curioso es que la madre de Cortés (el hombre que les facilitó la entrada a la mansión Ca Paladella), tenía probablemente entre sus memorias la última imagen de Manuel Mena con vida. Esto me hace reflexionar sobre la cantidad de instantes únicos que solamente habitan en nuestra memoria, y precisamente por eso son bonitos, por su exclusividad, porque una vez que llegue nuestra hora, se irán con nosotros. Podemos contarlos, describirlos, pero ninguna recreación será idéntica a
la de nuestra propia experiencia.

Por último, la escena final del libro, cuando Javier Cercas reflexiona sobre la vida, sobre los que ya no están (o que en realidad sí están pero no los vemos) me impactó bastante. Quizás en aquel lugar aún seguía Manuel Mena, triste por ver cómo todo
acabó. Y al igual que Manuel Mena muchos otros que llegaron a aquel hospital para vivir el final de sus días. Porque quizás no hayan muerto y siguen vivos en nosotros. Tal y como se suele decir: “en la memoria nadie muere”.

A lo largo de la obra he ido notando como el autor se familiariza con Manuel Mena, hasta el punto de conseguir “visualizarlo” al final de la obra, en aquella cama donde pasó sus últimos momentos. Al principio de la novela observamos que reniega del pasado de su familia, pues era franquista y eso le avergonzaba. De hecho esa vergüenza era el principal motivo por el que no quería escribir la historia de su tío abuelo. Poco a poco va investigando y comprende que Manuel Mena era un héroe franquista, sí, pero que luchó en el bando equivocado. Y que sobre todo lo hizo porque su hermano, ya casado y con hijos, no se fuera a la guerra.

Es en ese momento cuando Cercas empieza a admirar a su tío abuelo, y a comprender la admiración que su madre le tenía. Al ir avanzando las páginas también observamos un proceso de construcción de imagen. Es decir, al principio Manuel Mena era casi un desconocido para el autor, pero poco a poco, al ir entrevistando a personas de su pueblo y buscando información, el autor comienza a imaginar la vida y las vivencias de su tío abuelo. Incluso llega a ponerse en su piel, como podemos ver perfectamente al acabar la obra. Con esta cita de la página 269 observamos cómo intenta decirle a su madre lo que piensa sobre la muerte de Manuel Mena:

“Tío Manolo no murió por la patria, mamá. No murió por defenderte a ti y a tu familia.
Murió por nada, porque le engañaron haciéndole creer que defendía sus intereses
cuando en realidad defendía los intereses de otros, y que se estaba jugando la vida
por los suyos cuando en realidad sólo se la estaba jugando por otros. Murió por culpa
de una panda de hijos de puta que envenenaban el cerebro de los niños enviándoles
al matadero”.

Pero se lo guarda, y lo que realmente le dice a su madre es que sí va a dar el paso, que sí está dispuesto a escribir la historia de su tío. Lo que ha hecho Javier Cercas me parece bastante interesante. Es como si estuvieras conociendo a una persona desde cero, pero esa persona ya no está aquí. Es como rescatar los pocos recuerdos que quedan de alguien, honrando su memoria y sacando la verdad a la luz. Sin duda, Manuel Mena, si lo está viendo desde algún sitio, ha de estar muy orgulloso y agradecido del trabajo de su sobrino nieto.

“No me des las gracias. Para mí es un placer hablar de la historia de mi pueblo. ¿Sabe lo peor que le puede pasar a una persona? Llegar a mayor y darse cuenta de que no sabe nada» (Cita de la novela)

Respecto al tema de la memoria histórica y democrática y el valor o importancia que tiene, o debe de tener, es una cuestión que sin duda más ganas tenía de responder. Podría mencionar la frase típica sobre la memoria histórica: «Quien olvida su historia está condenado a repetirla». Y aunque esta cita está cargada de razón, desde mi punto de vista la memoria histórica tiene un significado más profundo. Porque una cosa es saber historia, y otra cosa es conocer la historia. El verbo conocer implica un proceso de acercamiento personal a algo o alguien, mientras que saber supone el aprendizaje de memoria o por asimilación de una serie de datos. Por eso me gusta decir que hay fragmentos de la historia que se han de conocer y analizar con el corazón, desde nuestro lado más humano. Creo que con el anterior argumento he dejado claro que soy un total partidario de conocer nuestra memoria histórica y democrática, que es de vital importancia. Pero voy más allá. Realmente estoy de acuerdo porque me gusta ponerme en el lugar de esas personas y pienso: si yo hubiese vivido en esa época y hubiese tenido que dar mi vida o luchado por el bien de mi familia, o hubiera sido víctima de represión e injusticias, sí me gustaría que en el futuro se conociera y me dieran ese reconocimiento.

De hecho, me gustaría implicarme y arrancar un proyecto de memoria histórica sobre mi pueblo, Montejícar, una vez que termine este curso y tenga algo más de tiempo libre. Y de ello tiene la culpa la materia de historia de España tal y como la hemos desarrollado a lo largo de este curso, aprendiendo a indagar en la historia más allá de los temas académicos. Estoy muy agradecido por haber descubierto tanto, académicamente y a nivel metodológico, tanto a nivel teórico como a través de las muchas Situaciones de Aprendizaje y lecturas, voluntarias y «obligatorias». Todo ello nos ha hecho pensar y reflexionar, y cuestionarnos las cosas que vemos, oímos y leemos para formarnos nuestra propia opinión.

Por otro lado, creo que esa porción de la sociedad que intenta renegar de su pasado y de la memoria histórica, en parte creo que es porque algo les avergüenza, como el caso del autor al inicio de la novela. Incluso también porque tienen miedo, tal y como vemos en el personaje del «Pelaor», el cual tiene tanto pánico de hablar de la guerra que casi no le salen las palabras. Y esto es por las traumáticas y abrumadoras situaciones a las que tuvieron que hacer frente, acostumbrados a que una palabra “de más” podía costarles la vida.

Y para finalizar, voy a expresar algunos motivos mediante los cuales intentar animar a leer esta obra. Quizás te parezca impactante si de un momento a otro te dijese que te recomiendo totalmente la lectura de una novela de casi 300 páginas. Pero déjame argumentar brevemente algunas de las causas por las que podrías hacerlo. Todos tenemos abuelos, bisabuelos o familiares que han vivido la llamada guerra civil, estén o no estén con nosotros. ¿No crees que es importante conocer a qué circunstancias se enfrentaron? Muchos de los jóvenes que pelearon en la guerra no sabían siquiera si estaban en el bando correcto, al igual que le ocurrió al protagonista de esta historia. Quizás la lectura de esta novela te haga comenzar un proyecto de indagación familiar para saber las condiciones a las que se enfrentaron tus antepasados (a mí me ha hecho reflexionarlo). Además, por muy larga que te parezca la novela, te sumergirás en ella enseguida y te atrapará. Javier Cercas combina saltos en el tiempo entre la época de su tío abuelo con la actualidad, y siempre te dejará con ganas de seguir leyendo hasta que conozcas la verdad. ¡Atrévete con este tipo de lecturas!

Manuel David Navarro Domingo

2º Bachillerato-A

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