BARRANCO DE VÍZNAR (I). «Tierra manchada de sangre».

El pasado 9 de mayo los alumnos de 1º de Bachillerato, junto a otros alumnos y profesores del IES Montes Orientales, tuvimos la oportunidad de visitar el laboratorio y los trabajos arqueológicos y antropológicos que se están llevando a cabo en las fosas comunes del barranco de Víznar, considerado Lugar de Memoria Histórica. Allí pudimos ver, conocer y aprender de una forma más cercana distintos temas sobre los que hemos estado trabajando, investigando y reflexionando a lo largo del curso en la asignatura de Patrimonio.

Víznar es un pequeño pueblo de Granada, y fue uno de los muchos escenarios escogidos tras el golpe militar para que las tropas sublevadas franquistas y falangistas ejecutaran, torturaran y ejercieran todo tipo de violencia a miles de personas, simplemente por ser consideradas «rojas» y “enemigas”. Estas matanzas y sucesos inhumanos, porque no pueden ser llamados de otra forma, ocurrieron entre agosto y finales de noviembre de 1936. En ese periodo de tiempo fueron asesinados y ejecutados niños, mujeres, hombres, ancianos, jóvenes, jornaleros, maestros y maestras, costureras, toreros, escritores, etc., sin distinción genérica ni profesional más allá de la ideología y creencias personales que no estaban dentro del ideal que defendían franquistas y falangistas, porque el objetivo no era otro que eliminar de una forma masiva a todo aquel y aquella que no cuadrara con el nuevo régimen de la nueva España, por cualquier razón, lo que terminó por convertirse en un genocidio humano con innumerables crímenes de lesa humanidad. 

El fin que mueve a las distintas personas que participan en el proyecto llevado a cabo en el barranco es recuperar, en la medida de lo posible, la memoria de aquel lugar, para que se recuerden las personas ejecutadas, desaparecidas y que se encuentran bajo tierra desde hace más de ochenta años. Y sobre todo para que los familiares que siguen buscando puedan por fin descansar y cerrar la herida que durante tanto tiempo ha permanecido abierta y palpitando de dolor. Para ello el objetivo es encontrar y exhumar los alrededor de cuatrocientos cuerpos que según las estimaciones se encuentran allí desde 1936, sepultados y silenciados y a los que la democracia no ha conseguido devolverles la voz. 

Para comenzar la visita algunos miembros del equipo de investigación de la Universidad de Granada que participan en el trabajo de este lugar nos estuvieron contando, cada uno desde su ámbito, distintos aspectos importantes para entender la importancia de la labor que realizan: arqueólogos, historiadores, antropólogos, sociólogos, memorialistas y antropólogos forenses que se dejan la piel persiguiendo el fin que los mueve. Comenzamos escuchando a Paco Carrión, arqueólogo, profesor de la universidad y director del proyecto. Este nos explicó desde una perspectiva general los aspectos más importantes a tener en cuenta, pero sobre todo se centró en la parte humana, que es en realidad el núcleo del proyecto: recuperar la memoria de todos los que se encuentran enterrados allí sin ninguna dignidad ni culpa. Después, otro señor nos estuvo explicando otra parte esencial a conocer; el contexto histórico de los horribles sucesos que ocurrieron, no solo en Víznar sino en toda España durante aquellos años treinta y durante el golpe y la guerra. Un contexto histórico que  muchos aún vemos confuso y distorsionado por todos los años de silencio y miedo. A continuación los diversos miembros del equipo nos hablaron acerca de la labor concreta de cada uno, todas igualmente importantes e interesantes.

A continuación, en grupos de diez pudimos entrar al laboratorio, dividido en tres zonas. En primer lugar vimos la zona donde un informático se encarga de analizar, ordenar y digitalizar las fotografías que se realizan para documentar la excavación y exhumación en las fosas, con un programa que permite ampliar y observar hasta el último detalle. Después subimos a la parte donde se encuentran los restos óseos, en este caso de una de las últimas víctimas encontradas. Me pareció impresionante como después de tantos años se pueden saber tantas cosas a través de los huesos, la edad aproximada, las marcas de violencia y tortura  antes de la muerte, e incluso evidencias de si la persona realizaba en su vida diaria algún movimiento repetitivo y de sobreesfuerzo. Pero sobre todo me impactaron los agujeros en el cráneo procedentes de tiros de las ejecuciones, me partió el alma ver reflejado en un pequeño círculo el nivel de inhumanidad al que puede llegar el hombre, al punto de matar a personas inocentes sin pensarlo dos veces y sin remordimientos.

La visita al laboratorio finalizó con la zona de los objetos. Allí vimos botones, placas que permitían conocer el oficio de la persona, relojes, dentaduras, balas, etc. Aprendimos cosas muy interesantes y útiles a la hora de investigar, como que las telas, en contacto con el cobre (chapas, medallas, dedales, anillos, zarcillos, hebillas) no se desintegran, por lo que pueden perdurar mucho tiempo, facilitando así la identificación ya que a partir de la ropa se pueden saber muchas cosas acerca de la persona como la clase social y de la estación del año aproximada en la que se encontraba.  

Para continuar la visita fuimos al lugar donde ocurrieron los trágicos sucesos: el Barranco de Víznar. Allí no tuvimos la oportunidad de ver fosas abiertas debido a que acababan de empezar a cavar otras nuevas. El equipo de investigación de este lugar, que comenzó a mediados de enero la cuarta campaña del proyecto, ha recuperado desde 2021 los restos de alrededor de 120 personas en las fosas. En la primera fosa abierta este año se encontraron seis personas, y recientemente se ha encontrado una fosa con quince víctimas, entre ellas numerosas mujeres y militares republicanos. Además, en el fondo de esta fosa se ha encontrado un cuerpo que ha sido identificado tras los estudios forenses con el de un niño de entre 11 y 14 años, dato desgarrador que ha conmovido a muchas personas. Y es que no es para menos, pensar que un día un niño, seguro que junto a otros muchos más salió de su casa para ir al colegio o a jugar o a ayudar a sus padres, inocente, feliz y con un lápiz y una goma en sus bolsillos como únicas armas, sin entender de bandos ni ideologías perdió su vida de repente, y con ella sus sueños, sus metas, su sonrisa y su infancia. Es imposible pensar esto y que no te tiemble el corazón de la pena, la rabia y la impotencia. 

A pesar de que no pudimos ver fosas abiertas sí estuvimos sentados en el barranco escuchando hablar a los arqueólogos y arqueólogas y antropólogas que lo viven cada día desde cerca,  y el hecho de estar allí, rodeada de un lugar donde tantas personas han sufrido cosas que nadie merece sufrir, rodeada de tierra manchada de sangre, donde a tantos y tantas le arrebataron sus sueños, su familia y su vida, hizo que no necesitara ver fosas abiertas para que se me pusieran los pelos de punta de ira, emoción y compasión. Durante todo el curso hemos tratado el tema de la pérdida de la memoria y el olvido, pero al estar allí lo he sentido de una forma más cercana, y he podido empatizar de una manera más real con todas esas personas que fueron ejecutadas y con aquellas que  todavía, después de más de ochenta años, siguen buscando a sus seres queridos que perdieron un día sin ninguna razón. Personas que no pierden la esperanza, pero están al borde de hacerlo. 

Las personas que afirman que la memoria histórica es solo una manera de revolver el pasado y reabrir heridas, en mi opinión no pueden estar más equivocadas. De hecho se trata de todo lo contrario, no es posible avanzar como sociedad sin antes enfrentarnos a nuestro pasado, y esas heridas de las que hablan no se pueden reabrir porque ni siquiera están cerradas, y para eso están este tipo de proyectos, para ayudar a que algún día, por fin, puedan cerrarse como es debido para toda la víctimas y sus familiares, y también para la democracia española. No es solo necesario, sino que es necesario y esencial colaborar y luchar por recuperar la memoria de las personas que un día tuvieron miedo de tener tanto miedo, y que al final eso no les sirvió de nada porque acabaron tirados sin ningún resto de individualidad en hoyos, como si fueran seres insignificantes.

Este curso, en es esta materia de Patrimonio, no solo he aprendido el concepto de memoria histórica y democrática, entre otros muchos, sino que me he concienciado de su crucial importancia para que en el presente podamos aprender a evitar los errores del pasado y así conseguir un mejor futuro, donde los derechos y las libertades de todos los seres humanos no sean negados, ejecutados y enterrados de mala manera como lo fueron en el Barranco de Víznar, testigo del silencio, sino asegurados y defendidos. 

CARMEN HUERTAS VEGA

1º Bachillerato-B 

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