Con la grafomotricidad se previenen anomalías que pueden surgir cuando los niños empiezan a escribir, como la mala prensión del lápiz o los giros invertidos. Al principio, el pequeño hace garabatos y dibujos libres. A partir de los tres años habrá que ayudarle a adquirir las destrezas necesarias para enfrentar el aprendizaje de las letras. El colegio se va a ocupar de ello, pero los padres también podemos colaborar. Estos ejercicios de grafomotricidad son solo un ejemplo, puedes inventar muchos más.
Primero para aprender a escribir empieza por las líneas rectas y curvas y después combínalas para hacer ondas, círculos, espirales o bucles. Es importante que el niño esté cómodo, con el dorso apoyado sobre el respaldo y los brazos descansados sobre la mesa.
Pídele que recorra los puntos del arco iris. Esta es una idea. No se lo compliques demasiado o desistirá pronto. Anímale con cada logro No desesperes si decide que no le gusta y se dedica a la interpretación libre.
Los niños deciden ir al parque, saltan los charcos y en el cielo ha aparecido el arco iris. Haz algo similar y pídele que recorra los puntos de los charcos.
Belén está contenta, llueve y puede estrenar su paraguas nuevo. Pinta las gotas en diagonal. Déjale luego solo en un papel limpio para que repita solo el ejercicio.
Un padre ha comprado globos a su hija. Ya vuelven a una casa repleta de líneas rectas y curvas.
Pinta la silueta de los globos y los puntos de la casa.
A medida que coja soltura será capaz de enfrentarse a formas más complicadas que se acercarán despacio a la escritura.
Ha sido un día precioso. Dos caracoles sacan los cuernos al sol, las abejas vuelan y una lombriz se desliza por la tierra dejando un caminito al pasar.
Este trazado es más difícil, intenta no salirte de los puntos.