Creciendo en Salud

La educación para la salud es un proceso educativo que tiene como finalidad responsabilizar a la ciudadanía para la defensa de la salud propia y colectiva. Una alimentación poco saludable y el no practicar actividad física con regularidad son las principales causas de las enfermedades crónicas más importantes. La infancia y la adolescencia son periodos cruciales para actuar sobre la conducta alimentaria y el sedentarismo, ya que las costumbres adquiridas en esta etapa van a ser determinantes del estado de salud de la futura persona adulta. Los buenos hábitos de vida saludable nacen en las familias, pero pueden reforzarse en el medio escolar, por lo que la escuela se convierte en el escenario más eficaz para modificar los estilos de vida de los escolares, con especial atención entre los 6 y los 12 años.

En nuestro centro educativo se trabajen los hábitos de vida saludable con el alumnado para:

  • Conseguir que adquiera la información, la formación y los valores necesarios para vivir una vida saludable.
  • Hacer visible que las prácticas de vida saludable mejoran el rendimiento escolar.
  • Facilitar las claves para una alimentación saludable y de calidad orientada a recuperar la dieta mediterránea.
  • Potenciar la práctica del ejercicio físico.
  • Combatir el sobrepeso y la obesidad infantil y prevenir enfermedades futuras.
  • Combatir la presión mediática y publicitaria con respecto al consumo de productos y alimentos poco saludables.
  • Contrarrestar los malos hábitos que por desinformación, se dan en muchas familias.

ELEMENTOS CLAVE EN EL AULA

  • Las iniciativas de promoción de la actividad física en la escuela logran la máxima eficacia si adoptan un enfoque integral, es decir, compaginan el desarrollo de habilidades con el establecimiento y mantenimiento de recursos y entornos físicos adecuados, y mantienen políticas de apoyo que permitan la participación de todo el alumnado.
  • La actividad física diaria en la escuela mejora la motivación de los alumnos y de las alumnas y contribuye a aumentar el rendimiento académico, la memoria y el comportamiento.
  • Existe una relación directa entre ser físicamente activo en la escuela y hacer ejercicio físico en la edad adulta
  • Los y las escolares se benefician más de la actividad física si tienen oportunidades de estar activos regularmente a lo largo de la jornada escolar.
  • Si los alumnos y las alumnas colaboran con la escuela a la hora de decidir el tipo de actividad física que se realizará (lo que podría incluir otras actividades que no se consideren deporte, como el baile) se comprometerán más a participar en ellas. – Las medidas biológicas, como el índice de masa corporal (IMC), la presión sanguínea y las medidas de consumo de oxígeno son limitadas y pueden no ser eficaces para valorar la forma física de los niños y niñas en periodo de crecimiento. – Los programas que tienen en cuenta la diversidad del alumnado en aspectos como las diferentes imágenes corporales, pertenencia étnica, las aptitudes físicas, el género y la edad propician una mayor participación y compromiso por su parte.

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