ENTREVISTA A PALOMA GONZÁLEZ RUBIO

Hola, Paloma. Desde BECREA-Málaga te damos las gracias por esta desinteresada entrevista y por tu inmediatez y cercanía.

No podemos dejar de darte la enhorabuena por el éxito de crítica de Ventanas, una novela sobre la indefensión de la infancia en los conflictos armados y los niños soldados. Además de por tener una calidad enorme, dime una razón por la que Ventanas debe ser leída por los jóvenes.

Lo primero, agradeceros esta oportunidad de dirigirme a vuestros lectores, y felicitaros por vuestra labor, que sigo y admiro desde hace ya tiempo. Gracias también por vuestra apreciación de Ventanas. Me pedís que argumente razones para que los jóvenes la lean, pero yo creo que debo dirigir la respuesta a jóvenes y a sus prescriptores, a padres y a profesores.

 

Ventanas no es solo un libro para jóvenes, es un libro que se dirige a lectores de cualquier edad que hemos crecido o crecemos conviviendo con una dosis intolerable de violencia gratuita que contemplamos mientras cenamos, comemos palomitas o terminamos de ver por aburrimiento, impacientes, porque tenemos un tiempo muerto antes de salir a divertirnos con nuestros amigos. Asistimos, impertérritos, a palizas, asesinatos, delincuencia, venganzas desproporcionadas… que no nos cuestionamos, pero luego, al salir a la calle, somos ciegos a las consecuencias de la violencia real que supone la falta de solidaridad, el ampararnos en nuestra propia seguridad mientras dejamos a la deriva a otros que se van volviendo invisibles a nuestros ojos. Ventanas cuenta la historia de cuatro niños y un bebé a quienes dejan indefensos el miedo de quienes los rodean. Es un libro que apela al sentido de la responsabilidad, a que los adultos deberíamos no ser cómplices de la violencia, a que deberíamos inculcar con nuestro ejemplo la solidaridad, y los jóvenes tienen que entender las consecuencias de la falta de esta, de la pérdida del sentido de la convivencia en comunidad. No podemos dejar los destinos de quienes están desamparados en manos de las instituciones para apartarnos del dolor y de la responsabilidad que nos competen como seres humanos.

– Con la novela João recibiste el Premio Alandar y es candidata al Premio Hache, de nuevo abordando temas sociales con una mirada única. He oído alguna triste vez que la literaturajuvenil no llega a estándares de calidad literaria, pero tus novelas están ahí para desmentir cualquier vana afirmación al respecto. ¿Cómo afrontas el hecho de plantear estos temas a los jóvenes sin caer en el discurso?

La literatura juvenil supuso para mí una revelación, otra forma de mirar el mundo. Yo no tengo nada que enseñar a los jóve

 

nes, ahora contemplo el mundo con sus ojos y lo vuelvo a descubrir de una forma nueva, tratando de despojarme de los prejuicios de mi educación y trayectoria, que no son los suyos, del conformismo en el que se suele caer con el paso del tiempo. Cada nueva novela me acerca a un descubrimiento apasionante y lo que intento es contarla afrontando el reto de distintos narradores y miradas que nos pueden enriquecer por el camino, a mí, que la escribo, y a los lectores que la leen.

– ¿Ha influido en tu obra literaria tu formación, poco convencional, de estudios semíticos? ¿En qué?

La verdad es que influyó más en mis primeras obras, Epitafio y, sobre todo, en El delito de la lluvia y su visión del fin del mundo, que en las recientes. A la formación académica, con los años, se superpone la vida y, tengo la suerte de compartirla con las personas más vitales que cabe imaginar. La experiencia del mar no tiene que ver con mi formación académica. El tema del desarraigo, que está tan presente en gran parte de mi obra: la mudanza al otro extremo del mundo en Antípodas, el extrañamiento entre la vida de los vagabundos de mar y la vida en tierra en João, mis personajes en Aurora o nunca y Aurora y en la hora, el apartamiento social de los protagonistas de Ventanas, y los de mi obra reciente y aún inédita, no tienen que ver con mi formación académica, sino con la literaria que se ha superpuesto a ella.

Yo estudié Semíticas porque quería comprender las bases de la cultura occidental (una razón muy poco pragmática en la actualidad, pero que me ha sido muy útil en mi trayectoria). Tenía un nivel desalentador en griego por circunstancias que no vienen al caso y opté por Semíticas, porque la Biblia como relato, como conjunto de tradiciones colectivas me ha ayudado a comprender los distintos procesos de percepción de la realidad y las emociones a lo largo de los siglos. Reconozco a mi formación académica que me ha forjado una forma de pensamiento peculiar, una mirada diferente, pero mi obra reciente debe más a la experiencia vital que a especulaciones intelectuales.

– Hace muy poco has sido chica de calendario junto a otro grupo de escritoras de LIJ, ¿cómo ha sido la experiencia? Confieso que me ha encantado ver gente de la cultura con esas iniciativas.

 

Sinceramente, todavía me sigo preguntando por qué acepté formar parte del proyecto, porque soy más bien tímida y, además, una modelo nefasta, muy poco fotogénica. El caso es que es difícil resistirse al entusiasmo y la energía de Beatriz Osés, que fue la impulsora de la iniciativa y quien coordinó a las participantes, la fotografía, la estética… La experiencia ha sido muy enriquecedora y ha tenido consecuencias impredecibles. Además de entrar en contacto con escritoras magníficas a las que no conocía, que han ampliado mi visión y percepción de la literatura y con las que voy afianzando una hermosa amistad, durante los actos de presentación yo, que en mi caso soy muy introvertida, descubrí el contacto con el público familiar, su reacción a poemas, juegos y textos en directo. Y de ahí ha nacido ahora otro proyecto que ya está rodando: El hilo que nos une. Se trata de un recital dramatizado con una pequeña intriga que revaloriza la tradición literaria. Es un espectáculo muy variado y diverso, que entreteje mitos, cuento tradicional y poesía y canciones contemporáneas con una perspectiva lúdica, pensado para representarse en Centros culturales, bibliotecas, teatros… Participamos Beatriz Giménez de Ory, que aportó el “hilo” de varios de los poemas de su admirable Un hilo me liga a vos, premio nacional LIJ 2020, Beatriz Osés y yo. El fondo musical lo pone Santiago Daneyko al violín. Lo estrenamos el 4 de febrero en el V Festilij3C, organizado por la popular librera bicicletera, Elena Martínez Blanco, y el resultado ha superado con mucho nuestras expectativas. Ya tenemos cerradas representaciones nacionales e internacionales y otras en espera. Estamos muy emocionados porque proponemos un nuevo concepto de acercamiento a la literatura para todas las edades, un estímulo para acercarse al goce de leer y disfrutar con la literatura.

– El delito de la lluvia también aborda un tema serio, ¿qué nos puedes decir de ella? ¿Qué te impulsó a escribirla?

Si os cuento el origen, cómo nació, os va a resultar inverosímil. Paseaba por la Feria del Libro de Madrid con dos amigas. L

 

lovía como solo llueve en la Feria del Libro, pero en años recientes habíamos sufrido una sequía horrible. Llevábamos semanas de lluvias torrenciales, pero aún había restricciones para el uso del agua y, al ver el estanque de El Retiro, pensé en una piscina. Y de repente empecé a contarles la historia del libro como si fuera algo que llevaba mucho tiempo fraguando, pero la verdad es que la improvisé… Y ya me sentí casi comprometida a escribirla. Cuando regresaba a mi casa, la vegetación del arcén no paraba de humear, la lluvia caía sobre el suelo recalentado, y fue ahí donde concebí la escena apocalíptica, el fin del mundo, porque unas horas antes solo había hablado de los personajes. De inmediato comencé a tomar notas, a madurar el tema y a las pocas semanas emprendí un proceso de escritura frenético. Disfruté mucho la descripción de cómo los seres humanos tratamos de construirnos con nuestro relato una imagen distinta a cómo somos frente a los demás, y cómo nos quedamos expuestos cuando las cosas se tuercen, cuando nos vemos obligados a enfrentarnos a la verdad, pero, definitivamente, es el relato que hacemos de nosotros mismos el que nos salva.

– Desde la Red Provincial de Bibliotecas Escolares de Málaga, intentamos dar orientación para crear mejores bibliotecas y fomentar la lectura entre niños y jóvenes. ¿Qué crees que te hizo a ti una gran lectora?

A mí me hizo lectora una biblioteca modesta, la de mi casa. Era solo un estante con unos veinte o treinta ejemplares de libros infantiles que leía una y otra vez, pero mis padres tenían adoración por los libros y compraban también para ellos. Como yo era tan voraz con la lectura, empezaron a marcarme algunos títulos como prohibidos. Fue lo mejor que pudieron hacer. Obviamente, los devoré, todos los que me prohibieron. Me escondía debajo de las faldas de una mesa camilla para que no me pillaran con ellos en las manos. Por la noche me llevaba una linterna a la cama para leer debajo de las sábanas. Leí de todo: novela romántica (solo había cuatro ejemplares en casa que habían regalado a mi madre y que yo debí de leer unas veinte veces), novelas que no entendía lo más mínimo… Cada vez que me llevaban al médico pedía como recompensa un libro de “los Cinco” que no me duraba ni un asalto. Entonces no había 

 

la variedad y calidad de la literatura infantil y juvenil actuales, pero aquella lectura caótica, la mayor parte de las veces incomprensible para mí, me dio acceso a palabras que nadie usaba en las conversaciones habituales, a ideas que a quienes me rodeaban les parecerían descabelladas, a conversaciones que nunca hubiese oído porque yo no conocía a personas parecidas a los personajes de los libros. 

 

Y nada más empezar a leer, empecé también a escribir, porque la lectura me franqueó el conocimiento a mundos que eran más estimulantes que la propia realidad y que quería explorar por mí misma.

– Participas a menudo en encuentros literarios con los alumnos, ¿qué es lo que más les interesa?, ¿cómo vives esas experiencias?, ¿qué novela es la que más te demandan?

Hasta el momento, la novela con la que más encuentros he realizado (si exceptuamos las novelas de adultos) es João. Unas veces son encuentros organizados, otras, profesores que me localizan por redes sociales y me piden hacer una vídeo-llamada para que dirija unas palabras a sus alumnos o un vídeo dedicado o un mensaje.

Cuando los encuentros son organizados, una charla larga y reposada, los lectores me piden detalles, rendir cuentas acerca de mis decisiones en la novela y, sobre todo, y es lo que más me conmueve, consejos sobre cómo empezar a escribir. Son sesiones conmovedoras, les cuento una misma historia cambiando un solo elemento narrativo para que aprecien la diferencia, a veces recito algún poema para que consideren qué género es en el que prefieren iniciarse. Lo que más disfruto es lo mismo que yo he disfrutado de la literatura: la conmoción del descubrimiento, la emoción de encontrar y descubrir con tus propios ojos lo que no está a tu alcance en la vida diaria.

– Formas parte del selecto elenco de escritores de Aurora o nunca, un maravilloso proyecto, formado por veinticuatro relatos que narran historias que transcurren en el misterioso pueblo de Aurora, una localidad costera perseguida por una maldición. ¿Cómo ha sido coordinarse con otros autores para una obra conjunta? ¿Cómo recibiste la invitación a participar en el proyecto y qué es lo que más te cautivó?

Recibí la invitación como un honor inmerecido. Aunque ya había escrito Antípodas, para mí era un camino nuevo, pero un

 

 camino que iniciaba con los mejores maestros que pudiera soñar. Aprendí muchísimo, con el resto de los autores se disiparon prejuicios, límites, el objetivo, por encima de todo, de los escritores, de las distintas voces, era la obra. Tampoco voy a negar que fue y es un proceso difícil. Cada uno de nosotros se sorprende siempre por el nuevo rumbo que impone la intervención de cada autor y hay que llegar a acuerdos, corregir, hilar la trama argumental. El proyecto de Aurora, que luego ha continuado con la publicació

 

n de Aurora y en la hora en 2021, dirigido a un público de menor edad, y que aún continúa con más proyectos es un reto en todos los sentidos: te desafía como lector, como autor, como corrector y evaluador de la línea de cada libro. Es una experiencia única y toda una lección de humildad y generosidad.

– Tus personajes protagonistas suelen ser masculinos, llenos de matices y profundidad, pero los femeninos son potentes, aunque no estén en primer plano ¿cuál de tus personajes femeninos te gusta más y por qué?

Mi personaje femenino favorito es Inés, de João, porque es el personaje con el que tengo una gran deuda. João está contado por la voz de un narrador testigo: Miguel, el hermano de Inés, y a la edad en la que él cuenta esta historia (12-13 años) todas las hermanas son tontas y unas plastas, de modo que, atada por el narrador, no podía dar una visión más completa de Inés, el personaje que más evoluciona a lo largo de la novela y que pasa por un proceso de cambio precioso. Le debo un libro en el que se cuenten las lagunas y la vida que lleva durante los años que su hermano no sabe nada de ella. Le debo que se vea con sus ojos lo que los ojos de Miguel no vieron y, por tanto, no pudo contar. Por otro lado, Martina, de Ventanas, es el que más me duele, el que más me conmueve. Y al que más próxima me siento es a Nerea, de Antípodas.

– De tus obras, ¿a qué libro le tienes más afecto? ¿Y de tus personajes?

João es mi personaje más querido porque representa la inocencia, la confianza, la bondad, porque es el adolescente con el que yo soñaba cuando también era adolescente y creía en un futuro que sería más libre de lo que ha acabado siendo nuestro tiempo. En cuanto a elegir uno de mis libros como más querido, es algo que no puedo hacer porque, como ya os he contado, cada uno me ha abierto los ojos a un descubrimiento diferente y ¿cómo vas a elegir una sola forma de ver el mundo cuando puedes superponer todas las miradas y obtener una imagen mucho más rica de la realidad? Antípodas me hizo descubrir que no da igual vivir una calle más arriba o más abajo, que tu destino cambia si no eres capaz de sobreponer tu sensibilidad a lo que te rodea. João es el libro que contiene más historias de mi vid

 

a en el mar y de navegación con mi pareja. Ventanas está basado en una historia familiar que transformé cuando el mundo cambiaba con la pandemia y dejábamos de mirar a quienes vivían una tragedia que superaba la que nosotros vivíamos y es una historia que me desgarra el corazón… Cada libro representa algo tan distinto que es imposible decantarme por uno de ellos.

– ¿En qué momento decidiste que tu público era el juvenil? ¿Cómo fueron tus primeros pasos en el oficio?

Yo no lo decidí, fue una maravillosa experiencia vital también. Alfredo Gómez Cerdá, un autor por el que siempre he sentido gran admiración, fue el escritor que presentó el libro en el que publicaba mi primer relato (de adultos, con el que gané el certamen José Saramago). Con el tiempo se fue forjando entre nosotros una gran amistad. Él me animaba a dar el paso de escribir para jóvenes y yo, francamente, tenía miedo a darlo. Es muy difícil escribir para jóvenes porque te adentra en un territorio que no es el tuyo, donde se tambalea lo que crees que has aprendido con los años. Durante una convalecencia de una molestia muy dolorosa en un pie y en la que apenas me podía mover, escribí Antípodas como un experimento, justo a continuación llegó la invitación a unirme al colectivo de Aurora. Fue un momento inenarrable en el que descubrí que la experiencia de escribir para jóvenes o para adultos también cambiaba mi manera de percibir el mundo que me rodeaba, y me enamoré de la literatura infantil y juvenil.

Paloma. te damos un millón de gracias por atendernos y no nos cabe duda de que tu carrera seguirá creciendo como hasta ahora. Invito a todos los lectores a acercarse a todos sus libros, pero, sobre todo, a João y Ventanas, por lo mucho que puede llegar a nuestros usuarios, no sólo alumnos, sino también profesorado y familias.

 

También te podría gustar...

Deja una respuesta