Tirso de Molina (1571-1648)

CARACTERES DE SU TEATRO

Por su profesión, eclesiástico, aprovecha el teatro para adoctrinar, sirviéndose de la máxima del instruir deleitando; por tanto, supo armonizar a la perfección su condición de fraile mercedario y de escritor de comedias, de las que llegó a escribir cerca de 400 según su propia confesión, aunque solo nos han llegado más de 60.

Defendió con ahínco la comedia nueva frente a los ataques de los moralistas y clasicistas. En su opinión, así lo expone en los Cigarrales de Toledo, la comedia se configura como un espectáculo total y globalizador. Se le ha calificado como el dramaturgo más “típico” del ciclo teatral de Lope, a pesar de lo cual presenta algunos rasgos definitorios.

Alborg señala la sólida formación intelectual de Tirso en ciencias humanas y teológicas y su sagacidad como observador, a la que atribuye la hondura psicológica de sus personajes, que otros han querido justificar por su oficio de confesor.

Un aspecto capital de su dramática es el tratamiento de los personajes femeninos. Sus heroínas se resisten a adoptar un papel pasivo frente a la sociedad masculina de la época y tratan de afirmar su espíritu de independencia. Para Alborg, la más elevada representación femenina la encarnó Tirso en la figura de doña María de Molina (en ‘La prudencia en la mujer’), en donde aparte de como reina aparece además como madre (aspecto este muy poco representado en el teatro español). Del mismo modo, creó personajes masculinos de gran relieve, como Mireno (uno de los personajes en ‘El vergonzoso en palacio’) o Don Juan (‘El burlador de Sevilla’).

TIPOS Y TEMAS

  • Comedias palaciegas (o de costumbres): El valor fundamental del teatro Tirsiano radica en haber elaborado unos mundos cómicos, unas acciones coherentes y complejas, un universo de burlas y enredos admirable. Todas estas características están presentes en “Don Gil de las calzas verdes”, “Marta la piadosa”, “El vergonzoso en palacio”, “La villana de la Sagra”.
  • Tema legendario: Sus más famosas obras se encuadran en el tratamiento legendario, como “Los amantes de Teruel” (de autoría dudosa) y “El burlador de Sevilla y convidado de Piedra”, sin duda alguna su más famosa obra. En esta obra Tirso crea al personaje de Don Juan Tenorio, galán del amor y la muerte. Wilson y Moir señalan que para comprender debidamente la obra hay que prescindir de cualquier noción de tipo romántico que presentara la figura de don Juan como atractiva o envidiable. Tirso no retrata un personaje admirable, sino alguien reprobable que muere sin confesión y acaba en el infierno. Para estos críticos, “El burlador” es una obra religiosa que llama al arrepentimiento inmediato. El olvido de Dios, el engreimiento en el pecado, trae consigo que la obra esté impregnada de esa moralidad que termine definiéndose en la final venganza. Es amplísima la descendencia de este mito, por ejemplo, el Don Juan romántico de Zorrilla, haciéndose universal con Dumas y Byron.
  • Tema religioso: En estas obras deja de lado la prolijidad de su saber religioso en pro de una mayor eficacia comunicativa con el público. Una de sus más famosas obras es“El condenado por desconfiado”, comedia religiosa de tema teológico religioso. Para Wilson y Moir se trata de un poema dramático destinado a apartar a los seglares de los peligros de una preocupación “morbosa” por unos destinos impenetrables, encaminándolos hacia la práctica de un cristianismo “sano”.
  • Tema histórico: La comedia histórica fue una de las grandes aficiones de Tirso. Entre las piezas de tema hispánico sobresale “La prudencia en la mujer”, donde destaca el papel vigoroso de María de Molina, que para Alborg fue la figura más elevada de respresentación femenina que creó Tirso. El ambiente fantástico de la conquista de América queda patente en “Trilogía de los Pizarros”.

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