EL LENGUAJE DE LAS CAMPANAS.

Autor:D. Antonio Giménez Azcona.

En este apartado quiero contar el uso de las campanas parroquiales en tiempos pasados, aunque es un tema difícil, pues nada hay escrito y sólo puedo apoyarme en la memoria de los mayores y en mis recuerdos de niñez.

Antes de comenzar a explicar los diversos toques que se hacían en Espiel y que permitían a los habitantes conocer de que acto o hecho se trataba, debo señalar el nombre que se les daba a cada una de las campanas, para con ello conseguir mejor idea de este lenguaje, perdido en su mayoría y pronto totalmente en el olvido.

En la torre de la Iglesia Parroquial «San Sebastián» de esta villa hay cuatro campanas en la actualidad, ahora no sé si de toda la vida, lo que sí puedo afirmar, por estar grabado en cada una de ellas, es que fueron refundidas las actuales, utilizando las antiguas y alguna otra campana de ermita. Las tres mayores lo fueron por donativo de D. Manuel Jiménez Ruiz en 1.966 y la más pequeña en 1.951.

Esta es la lectura grabada en cada una de las tres mayores; junto al nombre de cada una; que después señalaré:

“Refundida bajo los auspicios de D. Manuel Jiménez Ruiz.

Párroco D. Julián Aguilera Luque.

Fundición; anuel Rosas. Año 1.966. Torredonjimeno.

Jaen».

En la pequeña pone lo siguiente:

«Fundición Viuda de Constantino Linares

MADRID Carabanchel Bajo. Año 1.951″.

Las campanas tienen un nombre propio, pero he de decir que son escasísimos los espeleños que los conocen, por esta razón les daré el nombre, al explicar los diversos toques y formas de hacerla, que siempre han recibido los chavales.

La de mayor peso y tamaño, cuyo nombre es Stella Matutina, (Estrella de la Mañana) posiblemente en honor a Nuestra Señora de la Estrella, ha recibido siempre el nombre popular de «Gorda» y «Tom», quizá onomatopeya de su sonido, así como las restantes. Está situada en la parte de la torre, pues he de decir que su sección es cuadrada, dirigida hacia el SE o mejor hacia donde se encuentran «Las Calzás», «La Venta», «Los Ochavos»… etc.

La segunda en tamaño se llama «Santo Sebastiane» y está dedicada a nuestro Patrón San Sebastián. Ha sido llamada siempre «Tem», por las mismas razones apuntadas en la anterior. Mira hacia el SO y podíamos ser más claros diciendo que desde el hueco, donde está situada, vemos «El Barrero», «Los Cuarteles», etc.

Tercera en tamaño, de nombre «Santa Joanne Evangelista» es la llamada «Tam». Está orientada hacia «Calle Nueva», El Pajarillo, Belmez, NO. de la población.

Finalmente, la pequeña, cuyo nombre es «María», ha sido conocida por «Campanillo’’ y «Tim». Se oriente al NE Y desde el lugar de su situación se puede ver «El Calvario», «La Cueva», etc.

Con estas campanas se expresaba el dolor, la alegría o bien se utilizaban para informar de algún acontecimiento. Se podría decir que nuestras campanas utilizaban su voz para expresar alegría «repicando», dolor «doblando» y para informar, por lo general, cualquiera de las dos campanas mayores, las de voz más fuerte y poderosa, en golpes secos y sujetos a unas normas, conocidas por todos en tiempos pasados pero que hoy, en su mayoría, ni se conocen ni se utilizan.

Ya hecha esta introducción, señalaré las diversas formas de tocar y las explicaré, al menos, eso trataré de hacer en renglones sucesivos:

a) Repicar

Esta forma de tocar se emplea en todas las circunstancias alegres. Con ella se quiere hacer partícipe a todo el pueblo de la alegría que encierra algún acontecimien­to ocurrido o por ocurrir. El modo de realizada es volteando todas las campanas a la vez durante algunos minutos. Es propio de las grandes solemnidades y actos de culto. También se emplea después de otros toques informativos para expresar la alegría del acto (boda, bautizo, etc.)

b) Doblar

Es la forma de expresar el dolor. Había dos maneras de hacerla:

Primera: Se utilizaban todas las campanas pero no simultáneamente. Comenzaba con la llamada «Tem», con la que se daba una campanada; pasados unos segundo, con la «Tem» se daban cinco campanadas de la forma siguiente: una campanada, transcurridos dos o tres segundos dos rápidas y seguidas de otras dos con el mismo intervalo que había de la primera a la segunda. Después con la llamada «Tim» se hacía un toque igual que el efectuado con la «Tem» y distanciado del anterior unos segundos. Finalmente una campanada con la «Tom» con el mismo intervalo de tiempo. Se volvía a repetir, una y otra vez, separado por unos minutos, durante el tiempo que durase el acto (misa, entierro, honras, etc.)

Segunda: Más sencilla y menos solemne. Se efectuaba sólo con dos campana­das, «Tem» y «Tom»; una campanada con «Tem» y pasado medio minuto, aproxima­damente, otra con «Tom». Esto se repetía, como en la primera forma de doblar, mientras durase el acto.

Dobles: Consiste en emplear la primera forma pero con menos tiempo entre los intervalos de una serie y otra, así como entre cada toque de campana. Estos dobles se daban al comenzar y terminar de doblar en cualquier acto de este tipo (para avisar de la defunción, durante el entierro, misa, etc.).

Cuando el vecindario oía doblar a cualquier hora del día se fijaba en los dobles para saber si el difunto era hombre o mujer, poderoso o modesto. Por ello señalaré tres categorías sociales en los duelos y que eran conocidas a través de los dobles.

Primera Categoría: Se daban 18 dobles, si se trataba de una mujer y 24 si era un hombre. Correspondía a un difunto pudiente. Su entierro sería oficiado por tres sacerdotes y era llamado de «tres capas». Los sacerdotes acompañaban el féretro hasta el cementerio y durante el camino se cantaban numerosos responsos, de la misma manera que en la inhumación del cadáver.

Segunda Categoría: Más modesto que el anterior. Consistía en 12 dobles si era hembra y 16 si varón. Oficiaba un solo sacerdote y acompañaba al cadáver hasta la Cruz, que encontramos a la salida del pueblo. Allí rezaba o cantaba un responso y se volvía, mientras el féretro era llevado hasta el cementerio por familiares y amigos.

Tercera Categoría: Era para la clase más humilde, para aquéllos que no tenían con qué pagar o que podían pagar muy poco. Consistía en seis dobles para la hembra y ocho para el hombre. Después de los dobles en la primera y segunda categoría se seguía doblando de la misma forma, pero separando las series varios minutos hasta terminar el acto con los mismos dobles que se había comenzado. En la última categoría, después de los dobles, que como hemos indicado se efectuaban con todas las campanas, se continua­ba con las llamadas «Tom» y «Tem» de la misma manera que se hacía en la segunda forma de doblar, pero, terminado el acto, se utilizaban de nuevo, todas las campanas para dar los dobles de la misma forma que al comenzar.

Honras: Consistía en doblar durante media hora, utilizando al principio y al final los dobles que correspondiesen. Servía para anunciar la misa «de año» de un difunto o bien para dar a conocer que había muerto un espeleño fuera de la villa o también un forastero, a quien sus familiares quieren recordar. Si lo que se quería indicar era lo primero, se doblaba a las 15 horas, después del toque de vísperas. Los dobles indicaban, como ya he señalado, si se trataba de hombre o mujer, pudiente o modesto. Si se quería informar de lo segundo, los toques se efectuaban de la misma manera anterior, pero a las 12 horas, después del «Ángelus». Finalmente en el tercer caso se doblaba después del toque de «Animas».

En el momento de producirse una defunción también se doblaba durante media hora y siguiendo el mismo procedimiento que para las honras. De esta forma los vecinos quedaban enterados y podían acompañar a los familiares en el velatorio del cadáver.

e) Otros toques de información diversa.

Antes de enumerar estos toques, explicaré una forma de tocar las campanas que era totalmente informativa, «El Tentepotente». Anunciaba bastantes actos, siendo quizá el más importante dar las tres llamadas para la Santa Misa, señalizando cada llamada con un campanazo, dos o tres de la campana «Tom», al final, según corres­pondiese.

Era un toque bello que se conseguía con las campanas «Tom» y «Tem» de forma peculiar y al unísono. Consistía, más o menos, en campanadas ininterrumpidas con «Tom» y se intercalaban, de vez en cuando, campanadas rápidas de «Tem». Por ser difícil de conseguir el juego de las campanas en este canto a coro, ya que era uno el individuo a conseguirlo, los monaguillos se preciaban de su posesión ante los demás chiquillos de la población, incluso entre ellos. Puedo dar fe, por mis años de mona­guillo, de que era un arte que se conseguía tras mucha práctica.

Fuego: Se realiza este toque mediante campanadas seguidas, separadas aproximadamente un segundo, con la campana a la que le hemos dado el nombre de «Tom» y durante unos minutos. Después se hace una breve pausa y se repite con otra serie, otra y otra… las que sean necesarias para enterar al vecindario.

“Santolio”: Este toque se realizaba cuando el párroco era avisado de que había un enfermo grave y debía ir a darle la Extrema Unción, de ahí su nombre (Santo Oleo). Consistía en tres campanadas distanciadas unos segundos y efectuadas con la llamada «Tom».

Majestad: Tenía lugar para avisar a los vecinos de que el párroco iba a dar la Eucaristía a un enfermo. Se anunciaba con nueve campanadas con la denominada «Tom» .

Ángelus: Se efectuaba este toque a las doce horas con la campana «Tom». Consistía en cinco campanadas, separadas entre sí aproximadamente un segundo.

Ave María: Es un canto a la Virgen. Se efectuaba de la misma forma que el toque del “Ángelus» y tenía lugar ’a las siete horas de la mañana.

Ánimas: Se tocaba a «ánimas» después del Rosario, ya anochecido. Era realizado con la campana «Tom» y consistía en cinco campanadas de la forma siguiente: las tres primeras con intervalos entre ellas de unos diez segundos y las dos últimas rápidas. Servía para recordar a los difuntos.

Enterrete: Se llamaba así al entierro de un niño o niña que no había hecho la Primera Comunión. El toque consistía en series de «Tentepotente» con intervalos de unos tres minutos durante el tiempo que durase la ceremonia.

Vísperas: Este toque se realizaba todos los días a las 15 horas. Consistía en tres series de la forma llamada «Tentepotente», separadas unos dos o tres minutos. Los domingos y festivos se efectuaba a las 16 horas y los días de Cuaresma a las 14, modificándose el toque en el que sólo se empleaba una campana.

Bautismo: Se anunciaba al pueblo este acto religioso mediante cinco campanadas con la llamada «Tem». Cada campanada se, separaba aproximadamente un segundo de la anterior y siguiente. Una vez terminado este toque se repica durante unos minutos en señal de alegría.

Boda: Esta ceremonia terminaba con la comunicación al vecindario del acto, mediante siete campanadas con la llamada «Tem». Los intervalos de separación entre una y otra campanada con más o menos como en el caso del bautismo. Después también se repicaba durante unos minutos.

Este era, a grandes rasgos, el lenguaje de nuestras campanas, hoy perdido, pero que mediante estos apuntes quisiera llevar al recuerdo de mis paisanos; no en lo que se trata de recuerdos tristes, más bien, de alguna alegría que oculta en la mente pueda hacerse viva con mi modesta ayuda.