Esta obra nos presenta a las dos santas, de tamaño natural y de frente al espectador, vestidas con volados paños y amplios pliegues. Entre sus manos sostienen el símbolo de la ciudad de Sevilla: la giralda, que centra la composición.
Este atributo responde a la supuesta intervención milagrosa de las santas en el terremoto de 1504, cuando sostuvieron la torre que amenazaba con desplomarse, evitando el desastre. Así mismo aparecen otros símbolos: las palmas como señal de su martirio y en la parte inferior del lienzo, vasijas de barro alusivas a su profesión de alfareras.
Este cuadro lo pintó para decorar la iglesia del convento de los Capuchinos de Sevilla.