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BREVE EVOCACIÓN HISTÓRICO-ANECDÓTICA DEL C.P. “ANDRÉS MANJÓN”.

Aunque no sea habitual en este tipo de actos, quiero dedicar esta charla, como un sencillo homenaje a todas las personas que han estado implicadas en la vida del Andrés Manjón, durante estos 64 años, y que ya no están con nosotros. A lo largo de ese tiempo, colaboraron, cada uno en su faceta, a mantener vivo este Centro, y gracias a ellos, pienso yo, podamos reunirnos aquí esta noche.

Sra. Directora, compañeros-as, antiguos alumnos, amigos todos.

No me adecuaría a la verdad si, con falsa modestia, os dijera que estoy ante vosotros por puro compromiso, que no he podido eludir el requerimiento de los amigos organizadores de esta I Semana Cultural; por el contrario, cuando amigos por siempre, y compañeros que fueron conmigo en la docencia, me pidieron colaboración para este acto, la verdad que me sentí muy complacido. No en vano un poco más de la mitad de mi vida profesional transcurrió en este recinto. Bien es verdad, que algunos quebraderos de cabeza traen consigo un encargo de esta naturaleza, pero otras muchas facetas humanas de recuerdos y evocaciones los compensan.

Desde un principio esta I Semana Cultural me pareció una idea verdaderamente feliz. Reconstruir, en lo posible, los avatares de un centro educativo que, durante más de treinta años, fue dentro de la enseñanza estatal, la única referencia cultural de Berja, creo que resulta una tarea fascinante. Bien es cierto que este edificio, como el de cualquier otro Colegio, delimita un recinto que es, en este caso, como un gran Arca de Noe, pero llena de sueños. Al final pervivirá por encima de cualquier circunstancia. La gran familia de maestros y alumnos cosechan en él triunfos y fracasos alegrías y tristezas, como la vida misma. Se convive con amor y en el amor. A diario, consciente o inconscientemente se dan y reciben lecciones de amor. Decía el filósofo y ensayista Federico de Onís: “Sólo es digno de llamarse Maestro quien haya sido capaz de darnos, una vez siquiera, una lección de amor”. La escuela, recinto de tantos sueños infantiles, es para los mayores, territorio para la nostalgia y el recuerdo. Pero este camino no podemos seguirlo en esta evocación. Supera mis posibilidades y, ¡serían tantas historias! Al contrario, será un camino más prosaico de fechas, datos, leyes… pero donde procuraré dar cabida a momentos y situaciones que individualizan y diferencian a este Colegio.

Comenzando por el principio, veamos cómo se gesta la idea de su construcción y como se va haciendo realidad. Tras la aprobación de la Constitución de la II República, y al amparo de sus principios, se promulga la Ley de Congregaciones Religiosas que no permitía a los colegios regidos por las mismas mantener su actividad más allá del curso 1933-34.

El ayuntamiento asumió que no era posible, llegado ese momento escolarizar a todos los alumnos que recibían enseñanza en los centros de la Iglesia, si no se construía un colegio de nueva planta. De esta forma, el 25 de agosto de 1934, el Alcalde accidental D. Francisco Villalobos Gutiérrez propone al Pleno la conveniencia de solicitar la construcción de un Grupo Escolar.

Sería pecar de prolijidad seguir al pie de la letra los distintos avatares que se dieron en la construcción del Colegio, pero nos detendremos en los momentos más importantes. A propuesta del concejal D. Gonzalo Alcoba Valdivia se intentó y consiguió la compra de un solar al final del Paseo del Siglo. En aquel entonces esta zona eran huertas y parrales, y ya en 1925 se barajó un proyecto para la construcción de un teatro, cosa que no llegó a cuajar.

El solar que se propuso comprar tenía 1122 metros cuadrados y hubo de ser ampliado más tarde para dar cabida a las Casas de los Maestros. El solar era propiedad de Dª Mercedes Joya del Moral, D. Francisco Oliveros de Trell y D. Francisco Navarrete Pérez que se avinieron a venderlo en el precio de 7.250 ptas. La parte que se amplió, fue autorizado el Sr. Alcalde a comprarla, por un máximo de 3.700 ptas.

Ofrecido el solar al Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, el arquitecto madrileño D. Claudio Martínez González redactó el proyecto, que construyó el propio Ayuntamiento con una subvención del Ministerio de 180.000 ptas. a las que tuvo que añadir 53.500, hasta completar 233.500 en la que fue adjudicado a D. Nicolás Gómez Jiménez el 20 de mayo de 1935. Para enjugar la diferencia entre la subvención y el coste de adjudicación el Ayuntamiento pidió un préstamo de 70.000 ptas. amortizable en 15 años.

Las obras se adjudicaron para su terminación en un plazo máximo de diez meses, plazo que se cumplió escrupulosamente, puesto que el 4 de julio de 1936, el contratista comunicaba al Ayuntamiento que las obras estaban totalmente terminadas. Estas fueron recepcionadas el 11 de julio de 1936.

Conocemos también quién fue el maestro carpintero: D. Gracián Barrionuevo, que tenía la carpintería en la calle Chiclana, frente a la actual vivienda de D. Miguel Villalobos.

Dos meses después de su recepción fue inaugurado parcialmente, y su uso estuvo restringido por la instalación del hospital de Sangre del XXIII Cuerpo del Ejército, durante los años de la contienda civil.

Lo que no he conseguido clarificar es si durante la misma, alguna o algunas de sus aulas fueron utilizadas para la impartición de clases. Algunos documentos avalan esta hipótesis. Uno de ellos afirma que el 30 de octubre de 1936 quedan en el colegio 5 salones disponibles para escuelas. Por otra parte, en diferentes fechas de ese mismo año, solicitan la plaza de conserje hasta un total de 11 personas. Finalmente la plaza se adjudica a D. Esteban Rodríguez Amo.

El 28 de noviembre de 1.936, una resolución del Ayuntamiento obliga a los maestros a que vivan en las casas que han sido construidas a efecto.

También el 18 de agosto de ese mismo año dice que hay que habilitar locales para la instalación de las escuelas que funcionan en el Grupo Escolar, de lo contrario los maestros se encontrarán en paro forzoso.

Terminada la confrontación, el 12de septiembre de 1.939 se nombra conserje a D. José Payán García, y el 29 de noviembre de 1.939 limpiadora a Dª María Vargas Vera.

A principios de octubre de 1.940 se abre el colegio con tres unidades de niños y tres de niñas. Le corresponde la Dirección a D. Antonio Moreno Carretero y asiste a la apertura D. José Muñoz González que fue el primer Inspector de Enseñanza Primaria que tuvo a cargo el Colegio. Previamente el 16 de agosto de 1.940 el Pleno del Ayuntamiento acordó dar el nombre de “Andrés Manjón” al nuevo grupo escolar de niños y niñas. Posteriormente pasó a llamarse Grupo Escolar Mixto. En el curso 1.964-65 en los documentos oficiales se le denominaba como Agrupación Mixta Andrés Manjón. En 1.967 Graduada. Posteriormente Colegio Nacional. Actualmente Centro Escolar de Primaria.

He tenido ocasión de hablar con uno de los alumnos que ayudo a D. Joaquín Morales a moldear en barro y a pintar las letras del primer nombre que se puso sobre la venta del Colegio.

He tratado esta primera parte del proyecto y construcción con un poco de detalle, por ser la más lejana en el tiempo, y por tanto menos conocida. Pero esta charla no puede ser sólo una relación de fechas, datos y nombres.

Resultaría demasiado aburrido. De vez en cuando, pues, voy a dar alguna opinión personal en algunos aspectos, sin ánimo de polémica y con el riesgo de equivocarme, que por otra parte es humano. Desde los años cuarenta hasta el momento actual y a lo largo de esos casi tres cuartos de siglo a la par que repasamos la evolución del Colegio nos iremos dando cuenta de cómo cambian las ideas educativas, según se va modificando la sociedad.

Lo hemos visto ya en las diferentes denominaciones con que se ha conocido.

Sigo ocupándome del Colegio como edificio. Cuando lo tuve ante mis ojos por primera vez, en septiembre de 1.958, la sensación fue muy agradable. El patio estaba de tierra, y a lo largo de la tapia, tenía, me parece 6 arriates con unos naranjos y flores. Muy pegados a la tapia había algunos otros árboles de más porte, agriaces creo, que a lo largo del curso 83-84 dieron lugar a una fuerte polémica entre la institución educativa y el Ayuntamiento, antes de que prevaleciera la idea de este último de cortarlos, para arreglo del patio. Personalmente creo que, dada su situación, tan pegados a la tapia, se podían haber respetado. A los lados de la puerta principal existían los arriates y las dos palmeras que hay actualmente, que por entonces alzaban lo más alto de su tronco a la altura de las ventanas del primer piso. Todo ello podía contemplarse desde el exterior, pues la tapia circundante era, aproximadamente, de la mitad de la altura de la actual. El conjunto tenía personalidad y encanto. Ya se lo figuraba la Corporación que adjudicó las obras cuando dice textualmente, entre otros razonamientos “a más de la mejora y el embellecimiento que tal edificación aporta a la población”. Siempre ha tenido problemas el Andrés Manjón, para ir adaptándose a las nuevas exigencias educativas, con la falta de espacio. Con el arreglo del patio, como está en la actualidad, se ha conseguido que se puedan practicar ciertos deportes y el Centro está más aislado de posibles gamberradas, pero ha perdido parte de su sello de identidad, que todavía hacía más sugerente la techumbre de tejas, a dos aguas que conservó hasta 1.972.

Cuando se intentó adaptar a la Ley Villar Palasí, en cuanto a la distribución de espacios, se aprovechó también para arreglar el tejado que, por entonces, efectivamente, dejaba pasar bastantes goteras. El parecer del Claustro, del que yo formaba parte, era de que se reparara la techumbre, y se dejara tal como estaba, más acorde con el entorno y de más belleza plástica. A pesar de que se vio, que salvo alguna que otra viga, el maderamen, que sostenía el tejado, se encontraba como recién puesto, de tal manera que las grandes púas y grapas, que lo ensamblaban, se encontraban intactas, puesta en marcha la máquina administrativa no hubo forma de pararla, y se perdió la techumbre de tejas. ¡Ah! Al año siguiente cayeron otra vez goteras. Ahora todavía alguna.

Estas obras tuvieron cerrado el Colegio desde el 9 de diciembre de 1.971 hasta el 31 de mayo del año siguiente, pero no se abrió hasta el curso 72-73. No es cosa de ocuparse ahora de las precarias condiciones de alojamiento, de alumnos y maestros durante este curso.

Durante esos cinco meses se le dotó de puertas abatibles, cada dos aulas, de equipo de megafonía centralizada, y aseos nuevos, pues habían quedado muy dañados por el tiempo que se dedicó a hospital de campaña. Se le instaló también calefacción de butano centralizada. Se aprovechó igualmente, para desmontar dos pararrayos, que hacía tiempo se encontraban en malas condiciones. Hacía algunos años, en la Clase de D. José Algarra, careo que la segunda a la derecha del piso superior, una mañana tormentosa entró una chispa eléctrica, que fundió toda la instalación, con el consiguiente pánico de alumnos y profesor, pero sin causar daños personales.

La calefacción también tiene su parte anecdótica. Las clases estaban sobrecargadas y siempre tenía que estar algún alumno cerca de los radiadores. Este recibía demasiado calor y, en general, el ambiente se cargaba mucho y los catarros abundaban. Las protestas que hacía poco eran por el frío, ahora eran por el calor. ¡Nunca llueve a gusto de todos! La verdad es que no parece que fuese una gran conquista pues actualmente ha desaparecido sustituida por radiadores eléctricos.

No puedo dejar de hablar de la “Campana”. Alguien puede que no sepa a que me refiero. Vamos a verlo de inmediato. Creo que nunca un centro educativo mantuvo una relación tan continuada y sugerente con los alumnos del momento y con los que ya lo habían sido, como el Andrés Manjón. Digo esto reflexionando sobre una cosa tan baladí como la llamada a las actividades cotidianas. No se sabe en qué momento, ni a quien se le ocurrió la idea de que estas convocatorias, para la entrada y salida y para las horas de recreo, se hiciesen, convirtiendo una semirrota bala de cañón en una campana. Campana que se tocaba con un pequeño mazo de hierro y que nadie sabía hacerlo como el conserje de aquellos años setenta D. Antonio Cerezuela.

Este sonido, que resultaba armonioso, fuerte y penetrante, -especialmente propagándose en el fresco aire de la mañana- prácticamente se oía en el pueblo entero, que por entonces no tenía el ensanche hacia Alcaudique. ¿Qué familia, que antiguo alumno no recordaba alguna vez al día su primer Colegio? Se oía en Cerrillos, y algunos días hasta en la Ermita.

Dejo para la reflexión la simbología de un instrumento de guerra convertido en utensilio de pacífica llamada educativa. No hay que decir que el toque era llevado a cabo por Antonio con precisión matemática. No sé cuánto tiempo hace que no suena. Una tradición más que cae bajo la apisonadora del llamado progreso, que a veces no es tal.

Hasta la promulgación de la Ley Villar Palasí de 1.970, se había mantenido como marco de la enseñanza Primaria, en España, la Ley Moyano de 1857, con algunos retoques como la Ley de Educación Primaria de 1.945. Los retoques de esta Ley afectaban, especialmente, a la enseñanza religiosa. Ya en 1.877 había pronosticado Claudio Moyano: “Esta Ley ha durado y durará muchos años más, porque dicha ley, y esto puedo decirlo con la cabeza muy alta, fue una ley nacional y no de partido”.

El sistema educativo en España entre los años 40 y 70, aproximadamente, se ve afectado por la precariedad de medios y por la intervención constante y manifiesta del Estado y de la Iglesia, fruto de la ideología imperante. Meditando en este tiempo se me vienen al pensamiento las palabras del P. Juan Pablo II ahora en Madrid:” Las ideas no se imponen, sino que se proponen”. Dios quiera que esta reflexión sea base para el comportamiento humano. Hecha esta pequeña digresión, o reflexión, continuemos.

A través de este tiempo los medios materiales van mejorando, cosa lógica, y el control va disminuyendo, conforme se va perdiendo el autoritarismo.

Todo ello afecta a la comunidad educativa del Andrés Manjón, pero sería demasiado prolijo y fuera de lugar el estudio detallado de la situación.

Así, de pasada, podemos decir que los calendarios escolares detallaban con todo cuidado las conmemoraciones de tipo político, que habían de celebrarse durante el curso, con constancia en los cuadernos de los alumnos y en los de preparación de las clases. Del mismo modo tenían un apartado sobre la vida religiosa en la escuela. Se asiste, corporativamente a la Santa Misa, que el año 58 y siguientes se celebraba a las 10’30 horas. Se rezaba el Rosario los sábados, se celebraban las flores de mayo. Son los tiempos en que se reparte la ayuda americana de queso y leche en polvo. En el curso 67-68 todavía se mantenía. Funciona el Patronato de igualdad de Oportunidades, las Permanencias, las Mutualidades y Cotos escolares, las Bibliotecas de Iniciación Cultural. De todo ello existe constancia en los archivos del Centro. Por ejemplo, el 11 de diciembre de 1.965 se recibían 7 lotes de la citada biblioteca.

Se mantiene también la separación de niños y niñas hasta comienzos de la década de los setenta.

En 1.969 se publica el Libro Blanco de la Educacion, que significaba que por primera vez la Administración trata de enfrentarse con rigor a su propio pasado. El rendimiento real del sistema educativo, vigente en ese momento, lo resume el Libro Blanco con estas palabras: “En resumen, de cada cien alumnos que iniciaron la Enseñanza Media, aprobaron la reválida de Bachillerato Elemental 18, y 10 la de Bachillerato Superior; aprobaron el Preuniversitario 5 y culminaron estudios universitarios 3 alumnos en 1967”

Como se ve, el resultado no era demasiado brillante. La Ley Villar Palasí fruto de las reflexiones del Libro Blanco, declaraba la escolaridad obligatoria hasta los catorce años, que en muchos casos llegaba a los 16 por la posibilidad de repetir dos cursos. Esta nueva Ley entró en vigor en el año 1.970. Para mí fue una ley valiente, que aportó mucho a la Educación Primaria, y que dignificó la profesión docente, no sólo, y eso me parece lo menos importante, por el pomposo nombre de Cuerpo de Profesores de Educación Primaria, por las dotaciones para material escolar que fueron llegando a los centros, y por el título de Graduado Escolar que, en los primeros años, llegó a tener un gran peso específico y una valoración social importante. Como toda la obra humana tuvo luces y sombras, creo que más de lo primero que de lo segundo. La puesta en marcha de esta Ley afectó de manera directa como se verá más adelante, al Andrés Manjón.

A partir del curso 1.962-63, se va poniendo en marcha la organización de la Enseñanza Primaria por niveles según grado de conocimientos, con pruebas en las que se exigía un nivel mínimo para poder pasar al curso siguiente.

En 1.972 llega la implantación de 5º curso, último año en que el alumno iba a recibir clase de un solo profesor en todas las materias. Aquí hay una anécdota que merece la pena contar. Había alumnado suficiente para tres grupos, y se pensó que podía ser más beneficioso para los mismos, organizar esos grupos por niveles de conocimiento, a sabiendas de las limitaciones pedagógicas que pudiese tener el sistema. Confeccionados los grupos, se sorteó a quien correspondería cada uno.

La suerte asoció al que os habla con el grupo de los más adelantados.

Los 39 que tenía el curso, y eso tampoco era demasiado pedagógico, trabajaban a marchas forzadas, atendían con los cinco sentidos, mantenían un clima de convivencia envidiable y hacían ejercicios y pruebas de una calidad inmejorable.

También es cierto que me llevaron a jopo todo el curso y que la gramática estructural y la matemática de conjuntos, las novedades de entonces, me las tuve que estudiar a la par que ellos. Con razón se dice, que enseñando se aprende.

En fin, se les podía haber enseñado cualquier materia. De estas dos se sabía poco, pues creo que ni los maestros que terminaban en aquella época las estudiaban con profundidad. Gracias a Dios la experiencia, extraída de la vida universitaria, duró poco, pues hasta resolver una simple regla de tres por este método resultaba de una complicación desmedida.

La necesidad de la graduación por niveles de conocimientos, y la mayor exigencia en cuanto a la documentación de los alumnos trajo consigo, poco a poco la adscripción al Andrés Manjón de las escuelas unitarias esparcidas por la mayor parte de la geografía virgitana, de forma que en un curso 70-71 el Colegio tenía 12 unidades de Educación General Básica y en 77-78, llegó a tener 33 con una matrícula cercana a los mil alumnos. Un macrocolegio con bastantes problemas como es de suponer, pero que resolvió la implantación de la Ley Villar Palasí en Berja. En algunos cursos hubo que doblar, mañana y tarde, en sesiones completas y a pesar de ello fuera del recinto tenía agrupadas otras doce unidades. La verdad es que fueron cursos complicados, especialmente en la faceta organizativa, pero que se resolvieron sin demasiados problemas, gracias a la buena voluntad y colaboración de todos los estamentos que forman parte del entramado educativo.

Anteriormente he comentado que siempre ha habido falta de espacio para lo fundamental, pues a pesar de ello el salón del piso bajo, que tenía acceso por el Paseo de Cervantes, funcionó durante muchos años como Biblioteca Municipal y trasladada ésta, la misma aula se habilitó, creo que, durante cinco cursos, como comedor escolar. El citado comedor podríamos decir que era un lujo pues no llegaban nunca a sesenta personas las que lo utilizaban, ya que no había alumnos demasiado alejados y podían comer en casa sin ninguna dificultad. De esta forma Dª Antonia Días, que era la encargada, hacía juegos malabares a diario para ofrecer buena comida y estirar el presupuesto. La cocinera fue Dolores, la mujer de Antonio, el conserje, a la que pagaban 5.000 ptas. mensuales. El comedor funcionó hasta el 31 de mayo de 1.975. Ha vuelto a reabrirse en el curso actual como una forma más de paliar la posible falta de alumnado ofreciendo también este servicio.

Anteriormente aludí a un proyecto para construir un teatro en este mismo solar, que no cuajó. En la década de los cuarenta también se utilizó como plaza de toros varias veces. Ha sido, pues, un Colegio polifacético y una inversión rentable al máximo. Hablábamos del teatro y este llegó aquí de manos de la feria y fiestas.

Los datos que ha podido reunir nos dicen que se celebraron festivales de teatro durante las ferias comprendidas entre los años 1.975 y 1.986. Nos visitaron entre otros, Pablo Sanz y Asunción Villamil, por dos veces, Silvia Tortosa y Rafael Navarro, Marisa de Leza, Juanito Navarro, etc. Como individualidades, también lo mejor de cada momento: Rocio Jurado, Jarcha, MariTrini, Sergio y Estibaliz, Karina, Isabel Pantoja, Teresa Rabal…

Puedo contar dos o tres anécdotas. Pablo Sanz manifestaba abiertamente que nunca había hecho teatro al aire libre, en un recinto tan armonioso, tan íntimo y acogedor y que en él se sentía verdaderamente feliz. Otro la protagonizó Fernando Esteso. Era un poco más de la hora prefijada, y no se atrevía a salir a escena pues le gentío se agolpaba hasta el pio de las escaleras, y los que no tenían sitio, puestos en pie, tapaban a los demás. No había quien los apartara de allí y los nervios se estaban poniendo de punta. Cuando se decidió a salir, el lío fue fenomenal. El hombre se defendía como podía contando chistes sobre gente de baja estatura, entre la que se encontraba él. De todos modos, la situación no se arreglaba. Mientras tanto a Antonio, o a mí, no me acuerdo, se nos ocurrió sacar unas cuantas mesas al escenario… Allí se subió, todos veían mejor y la velada terminó con tranquilidad.

Una más: La visita de Isabel Pantoja coincidió con la del Sr. Rodríguez Sahagún, que fue Alcalde de Madrid y Ministro de Defensa, invitado por alguien de Berja, y como es natural de incógnito. Existía cierta preocupación por la seguridad del visitante y porque pudiera disfrutar de la fiesta. Tan entusiasmado estaba el público con Isabel que nadie lo reconoció a pesar de estar mezclado con todos los espectadores.

En otro aspecto hay que decir que el Colegio también puso su granito de arena en la difusión del teatro, especialmente con un festival a favor del viaje de estudios de octavo curso el 21 de mayo de 1.978. Conservo el programa: teatro, recitaciones, concierto de acordeón y baile de nuestra tierra, ¡la jota de Berja!.

Pero hay más celebraciones en las que este colegio fue pionero. En 1.975, la procesión del Domingo de Ramos se organizó en el Andrés Manjón. De no ser la primera vez que salió, cosa que no he podido averiguar, sí que fue la primera en que formaban parte del cortejo niñas y niños vestidos de hebreos. Juan Manuel Durán hizo de Jesús, que en un alarde de realismo salió montado en u pollino y con una larga peluca.

Procesionó algunos años más y fue la levadura de la solemnísima festividad que se celebra actualmente.

Toquemos otra faceta: la de los viajes de estudios. La primera promoción de 8º de E.G.B. fue la del curso 74-75 y al terminar el mismo, a petición de los alumnos, pues nadie había pensado en ello, se organizó un modesto viaje Sierra Nevada con ida y vuelta el mismo día. De ahí en adelante, se mantuvo un viaje cada año hasta que la nueva oración educativa de la LOGSE quedó el Andrés Manjón como colegio de Enseñanza Primaria. Se realizaron viajes a Mallorca, dos veces, Galicia y Portugal otras dos, Canaria, Centro de la Península, Andalucía, también dos veces, Cataluña y el Levante.

También tienen sus anécdotas. No fue pequeña la de uno de los de Mallorca. Se salía desde Alicante, al anochecer, y sobre la una nos sorprendió un tormentón con todos sus aditamentos, que duró hasta el amanecer. No sé si no se marearía hasta el capitán. El barco para limpiarlo bien habría que haberlo puesto boca abajo. No es menos interesante, pues sirve como reflexión sobre el orden y la disciplina escolar, que en uno de los viajes por Andalucía, por diferentes circunstancias, no pudimos acompañar a los alumnos más que D. Cristóbal y el que os habla. Eran dos autocares con más de cien niños y niñas. El viaje se desarrolló sin problemas de ninguna clase y creo que ahí está la anécdota.

Otro viaje, por Andalucía también lo hicimos en los días previos a Semana Santa, comenzó a llover, a toda pastilla, desde el momento de la salida de Berja y ya no paró en todo el recorrido. No se escapó nadie de un catarro y uno de los alumnos de algo más: de una pulmonía, que nos obligó a venirnos desde Cádiz donde nos quedaban los dos últimos días de estancia. La administración del hotel fue tan comprensiva que nos devolvió todo dinero correspondiente a esos dos días.

Hay más pero no puedo alargar. Ya llevo bastante rato abusando de vuestra paciencia. Pero a lo largo de esta historia no falta de nada y no podíamos quedarnos sin algo ya excepcional, sin amenazas de bomba. Cuando en el curso 77-78 estaba a punto de terminarse el Colegio Celia Viñas, durante algunos meses asistían a clase los alumnos del Andrés Manjón por la mañana, y los que irían a ocupar el Celia Viñas por la tarde. El colegio se desocupaba media hora al medio día y por la noche.

En este intermedio se recibió por teléfono una llamada anunciando que iba a explotar una bomba. Se tomaron todas las precauciones propias de estos casos, y un poquito más tarde, también entraron los alumnos ese día. En el curso 1983-84 se volvió a repetir, con final igualmente feliz.

Volvamos a otras cuestiones. En el curso 1.977-78 el Colegio tiene adscritos 33 profesores de Educación General Básica. En el siguiente curso solamente hay 12. En algún otro curso posterior ha tenido hasta 17. Actualmente 12.

Quiere este decir, que abiertos dos nuevos colegios, el Andrés Manjón ha vuelto a su ser natural, después de una década de ser un macrocolegio y el paño de lágrimas de la educación en nuestro pueblo. Después de ese largo recorrido ha vuelto a tener la función para la que fue creado. Así se escribe la Historia y con razón la llamaba Cervantes “Maestra de la Vida”. También nos dice el Padre José de Sigüenza ¿Cuánto es mayor y de más aviso la historia, que levanta a un hombre no sólo a contemplar lo presente, sino también todo lo pasado, y la da como una moral evidencia para juzgar de lo porvenir?.

Después de la aprobación de la Constitución se consideraba necesario la promulgación de leyes que llevaran los principios democráticos a la educación.

En principio se promulgó la Ley Orgánica del Derecho a la Educación –LODE- ley doctrinal y de principios que no afectó de una manera directa al colegio. No así la LOGSE de 1.990, Ley de Ordenación General del Sistema Educativo, por la cual el Andrés Manjón se convierte en colegio de educación Primaria, para tranquilidad de los maestros y maestras en él destinados. Antes de llegar a ello el profesorado ha pasado por unos cuantos años de inquietud por todas las modificaciones legales que han afectado a muchos derechos adquiridos y los alumnos a un periodo de adaptación a los nuevos métodos educativos. El comentario a todo ello se sale de los límites de esta charla. De muchas de estas cuestiones nos hablará mañana, en su ponencia, D. Ángel López Jiménez, con mucho más conocimiento de causa que yo.

Antes de terminar, gracias a Dios, ¿verdad?, quiero hacer una reflexión apoyándome en el completísimo listado de Maestros y Maestras que han estado destinado en el Centro. En total, y a través de sus 64 años de existencia los nombramientos han sido 130. La marca de permanencia la tenía Dª Candelaria López Hidalgo que no ha podido llegar a conocer esta Semana Cultural pues falleció el día 18 del pasado mes de mayo. Mi emocionado recuerdo para ella, que fue maestra de mi mujer y de mis hijas, buena vecina y buena compañera durante varios años. Descanse en paz. Bien Dª Candelaria estuvo 33 años. Más de diez años han estado o está 27, 51 entre dos y nueve cursos y 49 han permanecido uno o dos cursos. Y me direis, ¿a qué viene esta estadística?. Pienso que para corroborar lo que yo había creído de siempre: Que este Colegio ha sido a través de los años una institución educativa acogedora, donde el profesorado ha llegado con deseo de permanencia y ha encontrado el clima adecuado.

En la vida interna del Centro y en las reuniones del Claustro ha primado siempre el compañerismo y la amistad por encima de otras consideraciones. Así lo he percibido en mis diecinueve años de estancia en él y así lo hago constar.

Creo que he debido dejar muchas en el tintero, frase no muy adecuada a la realidad actual. Seguramente he manifestado algunas no importantes y he olvidado otras fundamentales. Confieso que me ha costado bastante trabajo el seleccionar entre una información tan amplia, y al final esto no ha resultado breve como dice el título. Muchas gracias a todas las personas que han proporcionado, un detalle, un dato o cualquier otra información. Sin duda que sin su ayuda esta charla hubiese quedado bastante más pobre. No se como terminar, no puedo hacerlo con el suceso feliz de la boda de los protagonistas como en los cuentos infantiles. Aquí los protagonistas son los niños y niñas, que a miles han pasado por estas aulas, y sin los cuales todos los demás estábamos de sobra. A todos ellos, y especialmente a los que fueron alumnos míos, mi recuerdo emocionado y saludo más cordial. De todas formas, hay que finalizar con otra fórmula infantil: “colorín colorado, esta historia se ha acabado”.

Muchas gracias por vuestra atención. Buenas noches… y hasta siempre.

Diego Muñoz Sánchez, 10 de junio de 2.003