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Aon, dó, trí, ceathair, cúig, sé, seacht, ocht, naoi, deich… algo que hasta entonces nos habría sonado a elfos de Tolkien formulando una bendición mágica, se convirtió en un momento entrañable al oírlo recitar de la voz de la pequeña Tara (nombre irlandés no real) en su clase de lengua gaélica; esa antiquísima familia de lenguas que se remonta a la tierna infancia de los europeos y que a duras penas sobrevive en algunas regiones de nuestro continente, en parte gracias a los esfuerzos institucionales. Leer más