UNIDAD 14.- LA CRISIS DEL BLOQUE COMUNISTA
1.- LA DESESTALINIZACIÓN
En 1953 murió Stalin. Inmediatamente después de su fallecimiento se abrió en la Unión Soviética un proceso de sucesión complicado ya que desde los años treinta el dictador había dirigido el país con mano de hierro.
1.1.- El XX Congreso del PCUS
Al morir, Stalin fue sustituido por Nikita Kruschev. En febrero de 1956 se celebró el XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), el primero tras la muerte del dictador.
En la clausura, Kruschev pronunció su discurso secreto (solo parcialmente difundido), que tituló “Acerca del culto a la personalidad y sus consecuencias” y en el que denunciaba las purgas estalinistas y el carácter personalista que había adquirido la acción de gobierno de Stalin.
Este hecho marcó el comienzo de la desestalinización, un proceso que supuso la desaparición del culto personalista a Stalin y el desmantelamiento del sistema de gulags, con la consiguiente liberación de miles de presos políticos.
1.2.- La política de Kruschev
Este inició un proceso de reformas dentro de la URSS que trataron de mejorar las condiciones de vida de la población mediante el impulso de la industria de bienes de consumo y la mejora de la producción agrícola; para ello, flexibilizó el rígido sistema de planificación económica.
La desestalinización tuvo también repercusiones para los países aliados a Moscú y en el movimiento comunista mundial.
Las relaciones entre los dos bloques entraron en una nueva era, la coexistencia pacífica, definida por la competencia entre los dos sistemas, el capitalismo y el comunismo, pero descartando el enfrentamiento entre ellos.
Para los partidos comunistas de Europa Occidental, la desestalinzación permitió el inicio de una nueva política más independiente de Moscú.
En la Europa del Este, la desestalinización fue interpretada como un síntoma aperturista, que alentó las demandas de una mayor autonomía y liberalización de los regímenes comunistas.
No obstante, pronto quedaron claros los límites del proceso reformista, tanto en la política interior como en la exterior. Las resistencias de la nomenklatura, esto es, los cuadros dirigentes del partido y del Estado, a transformar el modelo soviético se impusieron y las reformas se vieron frenadas.
1.3.- La era de Breznev
Pese al buen grado con que fueron cogidas en Occidente, en el PCUS las políticas de Kruschev se veían como un síntoma de debilidad frente al capitalismo.
El desenlace de la crisis de los misiles en Cuba se interpretó como una derrota frente a Estados Unidos, y los malos resultados de las medidas económicas adoptadas para flexibilizar el sistema de economía planificada acabaron de debilitar el impulso reformista. Además, se temía que la desestalinización desencadenase un proceso de rebeldía en los países comunistas, y en ese sentido las revueltas de Berlín de 1953 o de Polonia y Hungría en 1956 dispararon todas las alarmas en dirección comunista.
Como consecuencia, en el Politburó destituyó de forma irregular a Kruschev. Su sucesor, Leónidas Breznev, quien estaría al mando de la Unión Soviética durante dos décadas, llevó a cabo una vuelta al inmovilismo y a la ortodoxia comunista que venía definida por las siguientes característica:
- POLÍTICA ECONÓMICA. Se puso fin a las reformas y se volvió a la planificación. La rigidez del sistema desembocó en una creciente ineficiencia. En dos décadas, las diferencias de tecnología y productividad frente a los países capitalistas resultaron abismales. Además, los desajustes entre producción y distribución favorecieron el espectacular crecimiento del mercado negro, al que la población se vio obligada a recurrir debido al desabastecimiento. El contrabando y la corrupción desgastaron un sistema que mantenía unos servicios mínimos para la población que era sostenidos de manera artificial.
- POLÍTICA INTERIOR. Con métodos como el encarcelamiento o internamiento en centros psiquiátricos se persiguió a la escasa disidencia que había sobrevivido al estalinismo. El científico Sajarov representa un símbolo de esa persecución. En los países satélites de Europa Oriental se reafirmó la férrea dependencia respecto a Moscú tras la represión de Hungría de 1956, reafirmada con el aplastamiento de la Primavera de Praga de 1968.
- POLÍTICA EXTERIOR. La época de Breznev se caracterizó por un progresivo deshielo, es decir, por una relajación de la tensión en las relaciones con el capitalismo. Este cambio de tendencia se debió a las dificultades económicas, al retraso tecnológico frente a Estados Unidos y a la confrontación con China, cuya influencia creció en países como Yugoslavia, Rumanía y Albania.
2.- LAS DEMOCRACIAS POPULARES
Frente a los partidos socialistas o socialdemócratas del mundo occidental, los países comunistas controlados por la Unión Soviética dieron lugar a sistemas totalitarios conocidos como democracias populares o regímenes de socialismo real.
2.1.- Los rasgos de las democracias populares
Tras la Segunda Guerra Mundial, los países de Europa del Este quedaron bajo la órbita soviética, y en muchos de ellos Moscú consiguió implantar regímenes satélites que presentaban los siguientes rasgos comunes:
- DEPENDENCIA DE MOSCÚ. Stalin eliminó cualquier tipo de disidencia e impuso una absoluta fidelidad a la Unión Soviética. Para ello, no dudo en utilizar el sistema de purgas, por el que fueron depurados los partidos comunistas de Europa Oriental: números dirigentes comunistas que habían encabezado la lucha contra el nazismo fueron ajusticiados o encarcelados para ser sustituidos por dirigentes sumisos a Moscú; solo Tito, en Yugoslavia, mantuvo la autonomía al lograr adelantarse a la purga ordenada por Stalin.
- CARÁCTER DICTATORIAL. El control político quedó en manos de los partidos comunistas, cuyo poder se basaba en su dependencia de la Unión Soviética.
- REPRESIÓN INTERNA. En las democracias populares también se impuso el control totalitario de la población gracias al papel de los servicios secretos y de la policía política; el modelo más perfeccionado fue el de la Stasi, policía política de la República Democrática Alemana.
- ECONOMÍA PLANIFICADA. Como en la Unión Soviética, el Estado se hizo cargo de la economía. Los servicios de primera necesidad, como la vivienda, la sanidad o la educación, así como el trabajo, quedaron garantizados, aunque su calidad se fue deteriorando a medida que aumentaba la ineficiencia del sistema.
- INTEGRACIÓN REGIONAL FORZADA. La Unión Soviética impuso un modelo de integración económica regional a través del COMECOM, en el que distintos países se especializaron en diversos sectores (siderurgia, industria petroquímica, extracción de materias primas, etc.) bajo la dirección soviética; ello acentuaba aún más la dependencia respecto a Moscú. De igual forma, la mayoría de los países de Europa Oriental, excepto Yugoslavia, formaron parte del PACTO DE VARSOVIA.
2.2.- La evolución de los países del Este.
Hasta la década de 1990, la mayoría de los países de Europa del Este eran gobernados por regímenes comunistas, bien siguiendo los dictados de Moscú, bien planteando modelos disidentes pero inspirados en el estalinismo.
PAISES FIELES A MOSCÚ
- REPÚBLICA DEMOCRÁTICA ALEMANA (RDA). Dirigida por Walter Ulbricht y posteriormente por Erich Honecker, se convirtió en un Estado policiaco dominado por la Stasi. Ulbricht inició una política encaminada a aumentar el nivel de vida de la población para competir con Alemania occidental. El resultado fue mediocre: tanto en tecnología como en bienes de consumo o en nivel de vida se iba quedando cada vez más desfasada respecto a las sociedades del bienestar occidentales.
- HUNGRIA. Después de la invasión de 1956, fue situado al frente del régimen Janos Kadar. Se puso en marcha el Nuevo Mecanismo Económico, que con el fin de ganarse el apoyo de la población relajó los mecanismos de la economía planificada, permitió cierta liberalización económica y asumió el funcionamiento del mercado negro. El mayor bienestar y abastecimiento respecto a otros países del bloque soviético no fueron suficientes para conquistar el apoyo de la población. Todor Zhivkov mantuvo una política de ciega obediencia a Moscú, tanto en plano económico como político.
PAÍSES DISIDENTES DE MOSCÚ.
- ALBANIA. Con una economía eminentemente agraria, era el Estado más pobre de la Europa Oriental. Tras los sucesos de Budapest en 1956, el gobierno albanés se distanció de la Unión Soviética, gracias al apoyo prestado por China, y en 1961 abandonó el Pacto de Varsovia. El líder del comunismo albanés, Enver Hoxha estuvo en el poder desde la década de 1940 hasta su muerte en 1985.
- RUMANÍA. Tras la muerte de Stalin, el dictador rumano Nicolae Ceaucescu también se distanció de la Unión Soviética. Se separó del Comecom e instauró una dictadura personalista hasta su caída en 1989. A pesar de sus recurso petrolíferos, la situación económica se deterioraba conforme se endurecía el carácter despótico del régimen, que condujo a la población a situaciones de empobrecimiento y desabastecimiento.
- POLONIA Y CHECOSLOVAQUÍA. La disidencia interna fue muy activa, y la lucha por las libertades caló entre amplios sectores de la población.
3.- LA DISIDENCIA INTERNA
Europa del Este quedó sometida al control soviético, lo cual no impedía que hubiera movimientos de protesta. Las revueltas de Berlín oriental en 1953 y de Polonia y Hungría en 1956 fueron manifestaciones de ese descontento.
Pero tanto Moscú como los dirigentes comunistas de esos países negaban a la población las reformas que se les exigía. El estancamiento, la ineficiencia económica y la represión interna se convirtieron en las señas de identidad de unas burocracias cada vez más envejecidas.
3.1.- La Yugoslavia de Tito.
Cuando los nazis ocuparon Yugoslavia, los partisanos comunistas, dirigidos por Josip Broz, Tito, iniciaron una dura guerra de guerrillas que les otorgó un enorme prestigio en el país; al concluir la guerra estuvieron en disposición de formar gobierno y convertir a Yugoslavia en la única república socialista europea con la que la Unión Soviética mantuvo cierta distancia. Se configuró así una vía yugoslava al socialismo marcada por los siguientes rasgos:
- RECHAZO AL DOMINIO SOVIÉTICO. Tito se opuso a los planes de Stalin de incluir a Yugoslavia en su lista de países satélites, por lo que las relaciones entre ambos se rompieron. En 1948, los comunistas yugoslavos fueron expulsados de la Komintern. Desde entonces, Tito criticó abiertamente la política soviética, al tiempo que implantaba un sistema de poder personalista.
Desde esa posición autónoma se opuso a la invasión de Hungría en 1956 y a la de Checoslovaquia en 1968 e inició un acercamiento hacia Occidente, sobre todo en materia de intercambios comerciales.
- NO ALINEAMIENTO. Tito encabezó el grupo de los países no alineados, que se negaban a seguir la política de bloques de la Guerra Fría y en el que se integraron algunos de los países descolonizados de África y Asia.
- ECONOMÍA AUTOGESTIONARIA. El Jefe del Estado yugoslavo rechazaba el capitalismo, pero creó algunos mecanismos que liberalizaron la economía; con los intercambios con Occidente consiguió aumentar el nivel de vida de la población, que durante mucho tiempo fue la que mejor vivió dentro del mundo comunista.
- POLÍTICA TERRITORIAL FEDERAL. En 1953 llevó a cabo una reforma de la Constitución por la que Yugoslavia quedó organizada como una estructura federal constituida por una serie de repúblicas (Serbia, Croacia, Bosnia-Herzegovina, Eslovenia, Macedonia y Montegreno). La unión se mantuvo tras su muerte en 1980, pero no sobrevivió a la caída del comunismo en 1990.
3.2.- La oposición en Checoslovaquia.
Tras el golpe de Estado de 1948, llevado a cabo por los comunistas fieles a la Unión Soviética, y las purgas contra los dirigentes comunistas que habían dirigido la lucha contra el nazismo (el proceso Slansky), en Checoslovaquia se implantó un Gobierno dependiente de Moscú.
En 1957, Antonin Novotny fue nombrado presidente y trató de contrarrestar la impopularidad del régimen con tímidas reformas, como la destitución de los dirigentes comunistas más afines a la políticas soviéticas y la amnistía que permitió la rehabilitación de la figura de Slansky.
En enero de 1968, Alexander Dubcek fue elegido líder del Partido Comunista. Su nombramiento significó el triunfo del reformismo, al iniciar un proceso de democratización conocido como socialismo de rostro humano.
En abril se eliminó la censura de prensa y radio, se reconocieron el derecho de la huelga, la libertad de movimientos de las personas y el pluralismo político, y se pusieron en marcha una serie de medidas descentralizadoras de la economía y la administración. Fue la llamada Primavera de Praga.
Sus políticas se recibieron con recelo en Polonia y la República Democrática Alemana, que temían el contagio de lo que ocurría en Checoslovaquia, y provocaron la reacción de Moscú.
La noche del 21 de agosto de 1968, tropas soviéticas, polacas, alemanas, húngaras y búlgaras ocuparon Checoslovaquia. La resistencia popular fue vencida rápidamente por los tanques soviéticos y Dubcek fue sustituido por Gustav Husak, quien se mantendría en el poder hasta 1989 como hombre de confianza de Moscú.
Lo ocurrido en Praga fue el mejor exponente de la doctrina Breznev, que decretaba el control absoluto de los países de Europa del Este. Para los comunistas occidentales, la reacción de Moscú supuso la ruptura de la Unión Soviética y la creación del eurocomunismo, doctrina política surgida en Europa Occidental en la década de 1970 que rechazaba la tutela de la Unión Soviética y asumía la vía parlamentaria como método político legítimo.
A pesar de ello, la disidencia permaneció activa. En 1977 se redactó la Carta 77, un documento que reclamaba el respeto a la Declaración Universal de los Derechos Humanos y que fue firmada por numerosos intelectuales, entre ellos por Václav Havel, que fue el primer presidente checo cuando se restableció la democracia.
3.3.- La oposición en Polonia
Polonia había rechaza el comunismo en la posguerra, pero fue sometida a la fuerza al modelo soviético. Su primer dirigente comunista, Wladyslaw Gomulka, se opuso a las medidas políticas y económicas de Stalin, por lo que fue encarcelado –y más tarde rehabilitado- por Kruschev como símbolo de la desestalinización.
En la década de 1960 se produjeron revueltas de trabajadores, estudiantes e intelectuales. En el año 1956, la presión llevo al poder a Gomulka, cuyas reformas lograron apaciguar la situación.
En los años siguientes, el descontento retornó debido al deterioro de la situación económica, lo que en 1980 dio lugar a la creación del sindicato Solidaridad, cuyo líder, Lech Walesa, había demostrado gran capacidad de convocatoria en los astilleros de Gdansk y en las cuencas mineras.
El papel de la Iglesia católica resultó trascendental, especialmente desde 1978, con la llegada a la cúspide del Vaticano de Karol Wojtyla como el nuevo papa Juan Pablo II, quien siempre se mostró combativo contra el comunismo.
La respuesta soviética fue imponer como máximo dirigente del país al general Wojciech Jaruzelski, quien ilegalizó Solidaridad y declaró la ley marcial. No obstante, el sindicato siguió operando en la clandestinidad, desestabilizando la dictadura comunista hasta su derrocamiento final en 1989.
4.- LA CRISIS SOVIÉTICA: LA PERESTROIKA.
4.1.- La caída de la gerontocracia.
La política de Breznev de “estabilidad de cuadros” permitió que el grupo dirigente envejeciera junto, mientras que los problemas fundamentales no recibían la atención adecuada, tales como la tasa de crecimiento económico, el empeoramiento de la contaminación ambiental y el aumento del alcoholismo y de la corrupción.
La muerte de Breznev en 1982 llevó al poder a Andropov, quién trató de revitalizar la economía y hacer frente a la corrupción, pero su muerte en 1984 le impidió llevar a cabo su política reformista. Le sucede Chernienko, quién trató de seguir la política iniciada por Andropov, pero su muerte en 1985 tampoco le permitió acabarla.
La muerte en dos años de dos Secretarios Generales del PCUS provocó una regeneración en los cuadros dirigentes del Partido que llevó a la Secretaría General a Mihail Gorbachov.
4.2.- Gorbachov y la perestroika.
La Perestroika se trata de un proceso de reformas iniciadas encaminadas a modernizar los aspectos económicos, sociales y culturales de la URSS. Con la Perestroika se abre una era de movimiento hacia la libertad con una mayor participación de los ciudadanos y mayor transparencia en la gestión (glasnost).
El proceso surgió de la necesidad urgente de acometer reformas de tipo económico dada la situación desastrosa de la economía soviética producida, entre otros muchos desajustes, por el desequilibrio de los distintos sectores industriales. En definitiva, la Perestroika se define como una reorganización política, una reestructuración económica, a partir de la transparencia informativa o glasnost.
Así pues la era Gorbachov estará marcada por la perestroika y la dividimos en tres fases:
–Primera fase o fase continuista (1985- mediados de 1987): se caracteriza en política exterior por el desbloqueo de las negociaciones sobre el control del armamento. En economía por la continuidad en las reformas de Andropov, encaminadas a resolver algunos problemas crónicos de la sociedad como el alcoholismo, la corrupción o el absentismo laboral. A nivel social destaca el término glasnost como lema cultural para ampliar la posibilidad de debatir sobre los temas más diversos.
-Segunda fase (mediados de 1987- verano de 1990): en economía se centra en cuatro leyes:
-Ley sobre la actividad laboral individual.
-Ley de Empresas, decreta la autofinanciación de estas y el recorte, incluso la suspensión de las subvenciones estatales.
-Ley de Propiedad Individual, se autoriza la propiedad individual sobre los bienes y medios de producción, aunque no la hereditariedad.
-Ley de cooperativas.
En política se reforma la Constitución en marzo de 1990, concretamente el articulo 6, poniendo fin al histórico monopolio político del PCUS, y el articulo 127 imponiendo la Presidencia del Estado sobre el Partido, pues asume nuevos poderes.
-Tercera fase o descomposición (julio de 1990- agosto 1991). Está marcada por la lucha interna entre renovadores y ortodoxos dentro del partido, lo que obliga a los primeros a abandonar el partido estableciendo nuevas fuerzas políticas. Ante este aspecto, Gorbachov se ve obligado a apoyarse en los sectores más conservadores.
Sin embargo la desastrosa situación de la economía, el ascenso de nuevas fuerzas y personajes políticos, como Boris Yeltsin, y el resurgir de los movimientos nacionalistas provoca que Gorbachov de un giro más radical a sus reformas. Se renegocia el Tratado de la Unión, con condiciones más ventajosas para los intereses nacionalistas, y se pone en marcha un nuevo plan económico, el Plan Chatalin, aprobado por organismos oficiales y destinado a implantar una economía de mercado, y se introducen reformas ideológicas abandonando la senda del marxismo-leninismo. Estas reformas, consideradas abusivas por los conservadores, e insuficientes por los renovadores, dejan a Gorbachov en una situación crítica, sin apoyos políticos, y sin apoyo popular, pues las reformas económicas habían aumentado del déficit público y la inflación.
Por si fuera poco las elecciones a parlamentos republicanos y soviets locales de febrero de 1990, terminaron de demostrar el declive del Partido, ya que fueron ganadas por candidatos no oficialistas del partido, e incluso en algunas repúblicas por candidatos independentistas.
Con este panorama, la posición de Gorbachov se hizo más difícil ya que tanto comunistas ortodoxos como los renovadores le acusaban de no saber hacer frente a los males del país e incluso contribuir a agravarlos. Esta situación de descontrol hizo que los sectores ortodoxos del partido creyeran que era la situación idónea para que mediante el uso de la fuerza se apartara del poder a Gorbachov, a través del fallido golpe de Estado de agosto de 1991.
El fracaso de este provoca la cadena de acontecimientos que acabarán con la dimisión de Gorbachov como Secretario General del PCUS del 25/12/1991 y la posterior desintegración de la URSS, con la posterior formación de la Comunidad de Estados Independientes (CEI) y la independencia de las repúblicas bálticas.
En cuanto a la valoración de la perestroika resulta compleja debido a la cercanía de los acontecimientos. Si bien existen diferentes líneas historiográficas:
-Se trata de un proceso reformista sin intención de cambiar el modelo político-económico.
-Se trata de una intención de evolucionar hacia la democracia parlamentaria y la economía de mercado.
Si bien la necesidad de contar con todos los apoyos posibles y despertar el menor número posible de reacciones adversas, provocó que, en la práctica, durante mucho tiempo se alternaran los dos proyectos y, como consecuencia, entrara en una callejón sin salida que se reflejó en el golpe de estado de 1991 que desembocó en la definitiva desintegración de la URSS, y en consecuencia el final de la experiencia socialista iniciada en 1917 y que durante más de medio siglo lideró al Bloque comunista frente al Occidental.
5.- LA DEMOCRATIZACIÓN DE LA EUROPA DEL ESTE
El aperturismo político promovido por Gorbachov contagió al resto de los países de la Europa del Este, adonde los vientos de cambio trajeron una rápida transición hacia regímenes parlamentarios y capitalistas, así como hacia su integración en la OTAN y en la Unión Europea.
5.1.- La caída del Muro de Berlín y la unificación de Alemania.
En 1989 se abrieron las fronteras entre Hungría y Austria, lo que aprovecharon muchos alemanes orientales para huir de su país. En este contexto, se intensificaron las protestas contra el régimen socialista de Erich Honecker, que terminó presentando su dimisión.
Este hecho precipitó los acontecimientos. El 10 de noviembre de 1989 se abrió el muro que separaba los dos sectores de Berlín y que durante décadas había simbolizado la división de Europa. La imagen escenificó el fin del sistema bipolar surgido tras la Segunda Guerra Mundial.
Al año siguiente se produjo la reunificación de Alemania. El proceso, que despertó un enorme entusiasmo, fue dirigido por el canciller de la República Federal de Alemania, Helmut Kolh.
5.2.- El fin del socialismo en la Europa Oriental.
Tras la desaparición del comunismo en Hungría y Alemania Oriental, el resto de los países de la Europa del Este fueron desmantelando sus respectivos regímenes socialistas. En algunos casos, se hizo de forma pacífica:
- POLONIA. En 1989 se celebraron elecciones, que ganó el sindicato Solidaridad. Su líder, Lech Walesa, se convirtió en presidente. En 1995 fue sustituido por Aleksander Kwasnieski, antiguo ministro comunista, lo que da una idea del carácter gradual y pacífico de la transición polaca.
- CHECOSLOVAQUIA. Tras la dimisión de las autoridades comunistas, fueron elegidos dos líderes carismáticos de la resistencia antisoviética, Alexander Dubcek y Vaclav Havel. La democratización se vio completada con la escisión del país en dos nuevas naciones, República Checa y Eslovaquia, esta última gobernada por Vaclav Klaus. El tono pacífico de todo el proceso hizo que fuera bautizado como la Revolución de Terciopelo.
Por el contrario, en otros países la transición desde el comunismo fue más compleja. Así, en Rumanía, las resistencias del dictador Nicolae Ceaucescu terminaron provocando una revuelta popular que lo derrocó y lo condenó a muerte.
5.3.- La desintegración de Yugoslavia.
Tras la muerte de Tito en 1980 comenzaron a manifestarse las diferencias entre las repúblicas yugoslavas. Con la desaparición del bloque comunista a partir de 1989 se inició un proceso de desintegración del Estado yugoslavo, cuyo proceso fue dramático puesto que se llevó a cabo a través de varios conflictos bélicos, las Guerras Balcánicas entre 1991 y 1999.
Los conflictos se iniciaron cuando Eslovenia y Croacia, las repúblicas más ricas y desarrolladas, declararon su independencia en 1991 tras haber celebrado las primeras elecciones libres el año anterior. En Macedonia también se proclamó la independencia en 1991.
A la emancipación de las repúblicas federadas se oponían los serbios, que constituían la población más numerosa de Yugoslavia.
Comenzaron así las Guerras Balcánicas entre los que apoyaban las pretensiones serbias y los que respaldaban a las repúblicas que deseaban emanciparse. Serbia recibió el apoyo de Rusia a pesar de estar debilitada tras la disolución de la URSS. Eslovenia y Croacia recibieron el apoyo de Alemania.
Los enfrentamientos se produjeron en Eslovenia, Croacia, Bosnia-Herzegovina y Kosovo.
- GUERRA DE ESLOVENIA. Tras la proclamación de independencia intervino el Ejército yugoslavo (julio de 1991). La guerra se prolongó solo unos días y murieron algunas decenas de personas. En octubre las tropas de Yugoslavia se retiraron del país.
- GUERRA DE CROACIA. Los nacionalistas croatas declararon la independencia (junio de 1991), lo que provocó una durísima guerra entre croatas y serbios (tanto los de Belgrado como los que habitaban en Croacia y no deseaban la separación de Yugoslavia). Se llevaron a cabo operaciones de limpieza étnica y la ONU se vio obligada a intervenir enviando una fuerza multinacional. Se confirmó la independencia de Croacia pero el conflicto se prolongó hasta 1995, cuando se firmaron en París los Acuerdos de Dayton (negociados en esa ciudad de EEUU).
- GUERRA DE BOSNIA-HERZEGOVINA. Se produjo tras la independencia de esta república en 1992 y en ella se enfrentaron los tres grupos de población que habitaban Bosnia-Herzegovina: serbios, bosnios y croatas. Sucesos como la brutal matanza de Srebrenica (julio de 1995), en la que los serbios asesinaron a ocho mil bosnios musulmanes con el fin de realizar una limpieza étnica, también hicieron necesaria la intervención internacional a través de la OTAN. La guerra concluyó, al igual que la de Croacia, con los Acuerdos de Dayton.
- GUERRA DE KOSOVO. En 1989 la República de Serbia, dirigida por el nacionalista Milosevic, había suprimido el estatuto de autonomía de esta región, en la que eran continuos los enfrentamientos entre los albaneses (partidarios de la independencia) y los serbios que vivían en ella. En este contexto ser produjo un ataque serbio-yugoslavo que provocó la muerte de casi medio centenar de albaneses. La OTAN decidió intervenir para exigir a Serbia que aceptara la secesión de Kosovo. La negativa de Milosevic fue la causa de los bombardeos de la OTAN sobre Belgrado (marzo-julio de 1999). El gobierno serbio terminó aceptando la presencia en la zona de una fuerza militar de la ONU, que permaneció allí hasta 2008. Ese año Kosovo declaró su independencia y fue reconocido por algunos países.
Durante casi una década el mundo asistió a una sucesión de crueles guerras. Europa solo intervino cuando EEUU se mostró dispuesto a enviar tropas a los Balcanes. Lo sucedido demostró que el continente europeo debía reforzar no solo sus lazo económicos, sino también los diplomáticos y de defensa.
La ONU, por su parte, creó un Tribunal Penal Internacional para juzgar a los responsables de graves violaciones del derecho internacional cometidas en territorios de la antigua Yugoslavia desde 1991.