“Donde todas las culturas se convierten en Nosotros”
El siguiente trabajo evaluable de la materia de Historia de España consiste en elaborar y exponer una reflexión personal a partir de, por un lado el visionado de una conferencia realizada por el profesor de Derecho de la Universidad de Córdoba Antonio Manuel Rodríguez, titulada “El al-Andalus que llevamos dentro” [https://www.youtube.com/watch?v=U3mtJUANPSE&t=3533s]. Por otro lado de la lectura del artículo titulado “al-Andalus no es Andalucía” publicado por la investigadora arabista Mariam Gracia-Mechbal, también cordobesa, en el Diario.es [https://www.eldiario.es/andalucia/la-cuadratura-del-circulo/andalus-andalucia_132_4151908.html]. Con ello voy a intentar reflexionar sobre una etapa de nuestra historia muy importante e influyente como fue la andalusí, y sobre la huella y la herencia que nos ha legado, tanto a España como a Andalucía y, sobre todo, cómo ha configurado nuestra identidad y patrimonio cultural inmaterial personal y como pueblo.
Cuando escuchaba a alguien hablar sobre al-Andalus, siempre lo asociaba con la presencia musulmana, pero en Andalucía. Lo relacionaba con monumentos como la Alhambra de Granada o la mezquita de Córdoba, porque son muy frecuentados y visitados, y los monumentos más emblemáticos de esta cultura. Aunque estoy tan cerca de lugares tan históricos me he dado cuenta de que no sé nada sobre ellos que no sea lo que te explican cuando vas de excursión durante unas horas. Es decir, vivo en un entorno lleno lleno de historia y no soy capaz de ver con mis propios ojos ni identificar la herencia cultural tan valiosa y única, más allá de los monumentos y edificios, que nos ha dejado y que poseemos, pero que tenemos el lujo de disfrutarlo cada día porque forma parte de nuestra forma de ser y de nuestras costumbres y tradiciones, aunque no sepamos ni comprendamos, o no nos hayan enseñado, su origen y explicación.
Me ha sorprendido descubrir que mi abuelo, cuando venía del campo, se lavaba las manos, las cara, los brazos, la nariz y las orejas de forma idéntica a como lo hacen los musulmanes de forma ritual antes de hacer sus oraciones. Y mi abuelo lo hacía sin saber el porqué ni su sentido. Y es que al final, es inevitable que tengamos similitudes culturales con los musulmanes, porque un día fuimos también musulmanes, mezclándose la población hispana que vivía en la península con los árabes y bereberes que llegaron a partir del 711, hasta dar forma a una nueva civilización, la andalusí, mezcla de muchas etnias, culturas y religiones.
Es por eso que creo que es inútil cuestionar lo que un día fuimos y lo que todavía somos. Nuestra cultura no puede definirse como una única cultura nacionalista españolista, aunque así quieran que sea los políticos. Somos un país que ha sido habitado y enriquecido a lo largo de su historia por distintas civilizaciones, y todas han dejado su huella y su legado que ha conformado lo que somos hoy en día, sin que tenga que haber ningún tipo de supremacía de unas sobre las otras. Con la conquista musulmana hay actualmente, y desde hace ya unos años, un tipo de rechazo a toda costa a no querer asumir ni aceptar que los españoles un día fuimos parte de al-Andalus, como podemos ver con los partidos de derecha y de extrema derecha, que tienen esa necesidad de continua de hacer relevante y superior el mensaje de que los asturianos son la esencia de la verdadera España, ya que nunca fueron conquistados por los musulmanes y fueron siempre cristianos, y por eso son “españoles buenos”, sin mezclarse con el resto de la península y luchando como bravos guerreros contra la invasión musulmana para “recuperar España” de “los extranjeros”. Aunque no hablan del mismo modo de la conquista y explotación por parte de Roma o de los visigodos.
Este ejercicio de reflexión personal me ha ayudado a identificar y valorar la herencia cultural que tengo cada día ante mis ojos y no sabía su origen ni su porqué. Pero si mi familia hace un gesto, yo también, porque hay gestos, creencias y costumbres que pasan de generación a generación de manera inconsciente, y las repetimos sin saber ni preguntarnos de dónde vienen. Un ejemplo son las casas blancas de mi pueblo y tan típicas de Andalucía, nuestra forma de expresarnos, nuestro acento, etc. Me gusta esta nueva situación y sensación porque pensar que hemos sido, y somos capaces de aprender y relacionarnos con diferentes culturas es el mayor obsequio que puede obtener una sociedad abierta: adoptar un nuevo idioma impuesto, unas nuevas costumbres y valores adoptados por supervivencia, etc.
Personalmente me siento más identificada con esta parte de la historia de Andalucía y de mi pueblo, su forma de ser, pensar y sentir, que con la de Valladolid o Salamanca, por ejemplo, a pesar de que seamos compatriotas. Ahora me doy cuenta de que siempre he tenido una parte de al-Andalus en mí, en mi familia, en mi pueblo, en mi ciudad, pero nunca he sido consciente, o no me han enseñado a serlo ni a valorarlo como se merece. Es un sentimiento y unas sensaciones que me representa más que el país al que pertenezco, ya que se empeñan en centralizar un país donde cada tierra y cada pueblo siente y se siente de una manera diferente. Unos pueblos que aparte de querer a España, sienten sobre todo su pueblo, su gentes, sus costumbres, sus tradiciones y su forma de hablar y expresarse como algo que les identifica. Y el problema está en negar a la gente esa posibilidad de sentir, crear, disfrutar y presumir de su propia identidad social y moral.
Antes de este trabajo tenía en la cabeza ideas surgidas de ver por la televisión la situación política nacional actual. Para los políticos solo importan Madrid y Barcelona, que se pelean entre ellos porque no respetan los sentimientos de cada uno. Y en televisión ocurre lo mismo, Madrid y Barcelona son los centros de atención, donde ocurre todo, y en el resto del país no ocurre nada. Madrid es lo importante, Barcelona tiene el poder de hacerles frente y luchar por su identidad mientras el centro lo pisotea. Con Andalucía pasa lo mismo, tuvieron problemas para aceptar que y reconocer que hoy somos Andalucía porque antes fuimos una parte muy importante de al-Andalus y de la cultura andalusí. Y sigue sin que se nos reconozca (ni nosotros mismos lo hacemos) nuestra particularidad histórica, cultural e intelectual.
Además una parte de españoles intentan acallar a todo aquel que no hable de España elogiándola como a ellos les gustaría, o creen que es esa España que quieren, aunque eso implique que no se acepten a ellos mismos, ya que al-Andalus también forma parte de ellos y de su cultura. Parece ignorancia, pero puede que el motivo de aquellos que difunden estos mensajes sea esconder precisamente la herencia cultural e intelectual andalusí en España y para los españoles.
Es por eso que veo que hoy en día España está fracturada, porque algunas comunidades autónomas reclaman reconocimiento para su identidad y sentimientos, y ante esto los políticos y una parte de la sociedad española no es capaz de entender que en España se hablan varios idiomas, que es multicultural, y que eso es precisamente lo que nos enriquece como país y como sociedad, y nadie tiene porqué arrebatarle nada a nadie.
En conclusión, la centralización separa y polariza a la sociedad hasta extremos que podrían llegar a ser extremos y peligrosos, ya que hace que niegues y menosprecies a los demás para imponerte tú. Y un elemento para intentar resolver este problema es un buen sistema educativo que pretenda que los estudiantes se formen adecuadamente para convertirse en ciudadanos intelectuales, que sepan respetar y valorar al diferente, convivir con él y aprender de él. El problema es que en los centros educativos no se lleva a cabo, o no se puede llevar a cabo por los motivos que sean, una formación histórica completa y adecuada sobre tu país, siendo desequilibrada, ya que se dedica más tiempo a unos hechos y periodos históricos que a otros, lo cual acaba creando una visión y una idea de las cosas a veces confusa y errónea, por falta de información, o mala información que se repite siempre y no se añaden las nuevas investigaciones. Es por eso que salen ciudadanos ignorantes que no conocen como debieran la historia de su país, listos para ser manipulados por los partidos políticos y enfrentarse, cada vez de peor manera, con los que tengan una ideología diferente, o que cuestione la suya y su “identidad”.
María Madrid Álvarez.
2º Bachillerato-B
HUMANÍSTICO