“La historia es muy sencilla, aunque se inventen más de la mitad” (Rosendo Mercado)

Se le atribuye a Walter Benjamin la cita que reza: “Sin memoria no hay identidad. Y sin identidad, no somos absolutamente nadie”. Por eso es tan importante el estudio y el conocimiento de la Historia para las sociedades y sus ciudadanos que se precien de serlo en toda su dimensión cívica, moral y ética. No por nada la Historia siempre ha sido fruta codiciada por los poderes políticos y gubernamentales, pues es a través de ella, de cómo se explica y sobre todo qué se explica, que se van conformando y configurando identidades más o menos dirigidas e interesadas, y con ello la configuración de un “Ellos” y un “Nosotros”.

En este sentido el sistema educativo tiene un papel primordial a la hora de formar a los futuros ciudadanos y ciudadanas, asentando unas bases intelectuales y formativas, así como unas actitudes y aptitudes básicas que les permita, en la teoría, desarrollarse como personas autónomas, autosuficientes y críticas (primero), y en ciudadanos y ciudadanas responsables y consecuentes (después). Pero, ¿realmente ofrece esta formación cívico-intelectual nuestro actual sistema educativo español y andaluz? Podría decir que sí, pero va a ser que no. O al menos eso es lo que he comprobado en mi escasa experiencia docente.

En la materia que me concierne, que es la de Ciencias Sociales, Geografía e Historia para los colegas, he detectado importantes problemas y carencias a la hora de poder desarrollar como se merecieran los contenidos más relevantes de la historia de nuestro país. Y son precisamente los más sensibles en cuanto a identidad nacional se refiere, los cuales siguen en boga todavía hoy en la escena política, como podemos comprobar día a día. Me estoy refiriendo, por un lado, al periodo andalusí y su legado cultural e intelectual. Del otro, a los acontecimientos contemporáneos que tan relevantes han sido en y para la configuración del modelo de Estado y sociedad actual en la que nos insertamos, especialmente a partir del primer tercio del siglo XX.

Un periodo en que se pone en cuestión, por parte del potente y pujante movimiento obrero español y del surgimiento de los llamados “nacionalismos periféricos”, el oligárquico modelo de Estado liberal imperante desde el siglo XIX. Ambos factores hacen trastabillar seriamente las estructuras de estado castellano centristas, oligárquicas y tradicionalistas hasta entonces dominantes, las cuales consiguieron llegar al siglo XX gracias a la aceptación y asimilación de (algunos) principios liberales que se extendían por la Europa de la primera mitad del XIX, liderados por una imparable burguesía sedienta de poder. No fue más (ni menos) que un acuerdo tácito entre aquéllos sectores privilegiados venidos a menos y éstos nuevos actores sociales venidos a más. Quid pro quo. Tú me das, yo te doy (te dejo). Una “revolución desde arriba” para evitar a toda costa la “revolución desde abajo” (y de los de abajo).

Tema aparte son los acontecimientos referentes a los orígenes y desarrollo del fascismo y la fascistización de las derechas más reaccionarias durante los años 30, y que dio lugar a la llamada Guerra de España (1936-1939). Fue este el primer conflicto en el que se combate directamente al Fascismo-Nazismo, que venía imponiéndose como nuevo, “exitoso” y revolucionario modelo de estado y sociedad frente a las desgastadas y aburguesadas democracias parlamentarias europeas. Tema este con aspectos nada irrelevantes y con importantes ecos en nuestra actualidad, tales como son la fascistización de las derechas españolas; el golpe de Estado planificado y perpetrado por la conjunción de militares, monárquicos y las élites tradicionalistas; el meticuloso genocidio de estado llevado a cabo durante y después el conflicto; la consecuente instauración de la Dictadura franquista, al amparo y con absolución de la Iglesia; y de manera especial el proceso de transición democrática (sin depuración de elementos franquistas) tras la muerte en la cama del dictador en 1975.

Todos estos aspectos del temario se han de intentar desarrollar en escasos tres meses de docencia, precisamente los más críticos, en tanto que son los inmediatamente anteriores a la fatídica y encorsetada prueba de selectividad. Y ello en un curso (2º de bachillerato) en el que se tiene un mes lectivo menos y con tan solo tres horas semanales (parece ser que van a reducirse a dos con la nueva reforma educativa), a lo largo de las cuales desarrollar la historia de España desde los mismos orígenes del ser humano. Realmente una contra-reloj con final en el Tourmalet.

Esta situación es más llamativa y remarcable si cabe para los y las estudiantes andaluces, que ven como quien dice muy de refilón (o mejor dicho no ven ni conocen) el origen y el significado de gran parte de su identidad y patrimonio cultural inmaterial: tradiciones, creencias, costumbres y comportamientos personales, familiares y comunitarios que beben directamente de la cultura andalusí y morisca.

Algo tan necesario como es conocer, reivindicar y divulgar tu identidad como pueblo (el andaluz), se circunscribe a actos y días célebres concretos diseminados a lo largo del curso (Día de Andalucía, Día del Flamenco, Día internacional del pueblo gitano), ya que el bloque dedicado a al-Andalus se desarrolla en algo más (o menos) de un mes en el 2º curso de la ESO, ciñéndose esencialmente a su evolución política y los principales y sempiternos hechos más relevantes, desde la llegada e “invasión” islámica, hasta la entrega del reino nazarí de Granada en 1492. Más de ochocientos años de cultura andalusí en un territorio de población esencialmente hispanomusulmana (no árabe, ni mora, ni islámica, que también, y que anteriormente fue hispanorromana) con todo lo que ello implicó a nivel económico, social y, muy especialmente, cultural e intelectual. No en vano fue en al-Andalus donde se llevó a cabo el verdadero Renacimiento de la cultura grecolatina, trescientos años antes del Renacimiento oficial, establecido por la visión eurocentrista. Como si lo andalusí fuera algo extraño y ajeno a nosotros, como si no fuera hispánico, europeo u “occidental”.

Una sociedad y una cultura, la andalusí (que no árabe, ni mora, ni musulmana, ni cristiana, ni judía, sino todas ellas sumadas al importante sustrato grecolatino), que sin lugar a dudas merece una atención más específica en el caso andaluz, más allá del “tratamiento oficial” establecido, pero que no vuelve tratarse (que no desarrollarse, y en sus aspectos más generales y generalistas) en 2º de bachillerato, pero para la cual se pueden dedicar tan solo 2 sesiones (tres siendo “desprendíos”). Precisamente en un curso en el que el grado de madurez intelectual del alumnado es mayor y puede dar más de sí, y al que se llega sabiendo más de los Reyes Católicos, Cristóbal Colón, Carlos V, Felipe V o Carlos III (todos ellos no natos en la península, a excepción de sus católicas majestades) que de Abd al-Rahman I, Abd al-Rahmán II, Abd al-Rahmán III, al-Hakim II, Ibn Rushd (el Averroes castellanizado), Ben Maimón (el Maimónides castellanizado), Ibn Firnas o Ibn Hazm. Todos ellos de ilustre abolengo cordobés. El mismo Averroes, por ejemplo, referente filosófico universal, que aparece en la “Divina comedia” de Dante, o en la “Escuela de Atenas” de Rafael Sanzio, y que nuestro sistema educativo obvia.

Se sacrifica la forja de nuestra identidad y raíces específicamente andalusíes (musulmanas, cristianas, sefardíes) en beneficio de una identidad generalista y homogeneizadora como es la castellana-española, la cual acaba imponiéndose, difuminando, fagocitando y eclipsando toda la herencia cultural e identitaria andalusí y morisca, tan presente en nuestra vida y relaciones cotidianas. ¿Cómo es posible que después de más de ochocientos años de cultura andalusí, en la mayoría de escudos de pueblos andaluces no aparezcan elementos que recuerden ese pasado, y sí en cambio castillos y leones rampantes, o cabezas cortadas de “moros”? No busquéis en el escudo de Iznalloz elemento alguno a su pasado andalusí, a pesar de su bucólico nombre, que proviene del árabe “Hisn al-Hawz”, el castillo del almendro. Ni en el escudo de la Diputación de la mismísima Córdoba, capital del Califato omeya y anteriormente de una de las provincias más ricas y codiciadas del Imperio romano.

Toda esta contextualización (más o menos conseguida) viene a cuento a causa de la propuesta que se hizo al alumnado de 2º de bachillerato de un ejercicio evaluable, consistente en una reflexión personal y argumentada sobre el conocimiento que tenían de su propia identidad, a nivel personal, familiar y comunitaria, así como una valoración sobre qué les ofrece el sistema educativo español y andaluz sobre ello. Un ejercicio de reflexión que debieron realizar tras el visionado de la conferencia (altamente recomendable, por cierto) ofrecida por Antonio Manuel Fernández, Doctor y profesor de Derecho en la Universidad de Córdoba, titulada “El al-Andalus que llevamos dentro” [https://www.youtube.com/watch?v=U3mtJUANPSE&t=2s], y la lectura del artículo escrito por Mariam Gracia-Mechbal, igualmente cordobesa y filóloga árabe, especialista en mundo y ciencia andalusí, e investigadora del C.S.I.C. y de la Escuela de Estudios Árabes de Granada. Un trabajo titulado “Al-Andalus no es Andalucía”, publicado en Eldiario.es [https://www.eldiario.es/andalucia/la-cuadratura-del-circulo/andalus-andalucia_132_4151908.html].

El resultado ha sido realmente satisfactorio y sorprendente, especialmente para ellas y ellos, con unas reflexiones y unas conclusiones muy significativas que ponen de manifiesto las carencias de nuestro sistema educativo mencionadas anteriormente. Nos planteábamos si dicho sistema fracasa en su intento por ofrecer una formación completa y adecuada (sobre su país, su identidad y sus raíces históricas, culturales e identitarias) a nuestros inminentes conciudadanos y conciudadanas con derecho a voto. Y la respuesta, parafraseando de nuevo al gran Rosendo Mercado, es que “podemos decir que no, pero va a ser que sí”.

Sin más, a continuación se expone un muestrario en este particular Muro de la Reivindicaciones, con diversos fragmentos de reflexiones y conclusiones a las que han llegado los y las alumnas, a quienes a menudo tenemos por personillas carentes de espíritu crítico fundamentado, pero que han demostrado que, si se les da campo, corren. Otra cosa es el fondo que puedan tener, pero eso ya es otro tema, y que tiene solución con entrenamiento (si se entrena).

José Mª García-Consuegra Flores

Profesor de Ciencias Sociales

 

MURO DE LAS REIVINDICACIONES

“Nos han hecho creer que nuestra historia es la historia de un lugar extraño, pero no realmente la historia de nuestra tierra y nuestro pueblo. Y además nos han hecho considerar como extranjeros personas que fueron relevantes para nuestra historia andaluza. Me sorprende cómo algo tan importante para nosotros como es nuestra cultura, no la conocemos en su totalidad ni entendemos el origen y el porqué de nuestras costumbres y tradiciones, ya que no nos la enseñan como deberían para valorarla y sentirnos orgullosas de ella”.

Laura Zafra Hueso. 

“Este trabajo y esta reflexión me ha servido para darme cuenta de que nos han quitado una parte importante de nuestra historia y que nos la han ocultado, viviendo en plena ignorancia sobre nuestros orígenes, nuestras raíces y nuestras tradiciones y costumbres.

[…] Me ha ayudado a entender de dónde venimos, y del orgullo que debemos sentir como andaluces de formar parte de esta tierra y de su historia y herencia andalusí. Nuestra forma de hablar, nuestras costumbres, tradiciones, gastronomía, culto religioso, etc., todo tiene un origen y una explicación, y nunca nos paramos a pensar que son parte de nosotros y nos define como pueblo y como personas con una gran riqueza, y no económica, sino cultural.

[…] He cambiado mi concepción de al-Andalus, de la historia del país y de la cantidad de culturas que han podido pasar por él. También me he dado cuenta de que nuestra tierra, Andalucía, es una tierra de la que estar orgullosa, de presumir de variedad cultural, de trabajo duro, de esfuerzo por obtener reconocimiento, de sus costumbres y tradiciones, por el talento y por, simplemente, ser la mejor tierra y la más bonita del mundo”.

Paula Santiago Navarro.

“He descubierto una amplitud de datos que están estrechamente relacionados con el día a día que me han sorprendido de grata manera. Por ejemplo el habla, nuestro vocabulario, cómo sin tener conocimiento, he sentido el peso de la memoria en las palabras a medida que se revelaba su origen y su evolución hasta nuestros días.

[…] Este ejercicio propuesto ha abierto una puerta hacia una nueva imagen del mundo que nos rodea, pues como siempre, cuanto más consciente te vuelves de tu entorno, mejor y más oportunidades para desarrollar tu propia actividad intelectual tienes. También es cierto que me han surgido simultáneamente pensamientos de disconformidad sobre porqué es tan complicado llegar a conocer algo tan básico como son nuestros orígenes, o porqué lo que se nos enseña es tan difuso e incluso a veces erróneo en ciertos matices. ¿Qué busca el sistema cuando malogra nuestra oportunidad de hacer de nosotros futuros ciudadanos formados inadecuadamente?.”

Guadalupe Ortiz Mastropietro.

“Como conclusión final diré que tengo otra percepción diferente sobre nuestra tierra después de haber realizado este trabajo, ya que he pasado de creer que Andalucía estaba a la cola de la gran mayoría de comunidades autónomas, a saber que mi herencia y origen tienen que ver con la multiculturalidad que se dio en al-Andalus”.

Antonio Medrano Rodríguez.

“Creo firmemente que el sistema educativo español al que pertenecemos desde que somos pequeñas tiene como único objetivo dar unos contenidos estipulados en cada nivel de enseñanza, examinarme de ellas y sacar buena nota que demuestre que únicamente sabes memorizar. No obstante, en ningún momento se pone interés en el aprendizaje y el desarrollo cultural y personal del alumnado”.

Natalia Maldonado Sánchez.

“Me ha encantado conocer la herencia cultural de Andalucía, ya que le da sentido a nuestras costumbres y a nuestro habla, iluminando de forma especial nuestro desconocimiento sobre nuestras raíces , sobre lo que fuimos. También da un dulce sentimiento nacionalista andaluz, sobre todo con la reivindicación del 4 de diciembre y del 28 de febrero. Y gracias a este trabajo y a esta reflexión, con orgullo no volveré a ver mis tradiciones de la misma manera.

[…] Ojalá nos lo enseñasen en las escuelas desde pequeños, cambiando esos libros de texto llenos de tópicos típicos y se nos muestre a Andalucía como lo que fue y lo que es, sin dejarla a la sombra de Castilla y Aragón”.

Laura Macías Lorente.

“Se nos da a entender que los andalusíes no pertenecían a la Península Ibérica, que vinieron y nos invadieron y conquistaron, mientras que los romanos vinieron y nos civilizaron, no nos conquistaron. Es por ello que ahora veo que solo estaba viendo la superficie de la historia, y no lo que hay detrás, no veía las huellas claras de las civilizaciones y no tenía en cuenta lo más importante: la Memoria.

[…] Me he dado cuenta de que cosas mínimas, pequeñas e incluso absurdas, todas ellas han influido para que hoy en día seamos quienes somos.

[…] La forma de ser enseñada la historia del pueblo andaluz, y de al-Andalus especialmente, creo que no es la correcta, ni la manera en que se redacta y explica en los libros de texto. Tampoco lo es el escaso tiempo que se emplea para tratar esta etapa histórica en 2º de bachillerato, que es cuando podemos concebirla mejor. Por eso opino que se debería remodelar la planificación del temario de Historia, porque España es un país multicultural. Entonces, ¿un pueblo multicultural no debería conocer sus orígenes a fondo? Con esto me refiero a la supresión de algunos aspectos importantes como que en un momento fuimos bizantinos o a la atribución de ideas generalistas como hablar de la Edad Media feudal en una Península mayoritariamente andalusí, sabiendo más de quiénes fueron los reyes godos o los Reyes cristianos y católicos, que los emires y califas cordobeses.

Si la historia son todos los acontecimientos que han pasado hasta el día de hoy y que explican porqué somos como somos, ¿no deberían contarnos la enteridad de la historia y su veracidad?”

Zaira García Mora.

“Una de las cosas que más me ha sorprendido ha sido que, a día de hoy, en mi casa y en mi entorno, se siguen haciendo cosas de origen andalusí. También muchas de las expresiones que tenemos y que probablemente solo los andaluces sepamos su significado. cosas que han ido permaneciendo a lo largo de los siglos y que ni siquiera nosotros mismos sabíamos cuál era su origen ni su explicación. Me he dado cuenta de que con este tipo de trabajos es como aprendemos más sobre nuestro pasado y nuestras raíces.

[…] Me ha gustado saber y entender la riqueza lingüística y fonética de nuestro habla andaluz, fruto de muchas influencias culturales a lo largo de los siglos. Y que cuando se dice que hablamos mal, es que simplemente hablamos andaluz.

[…] Con esto me doy cuenta de que Andalucía es más importante en España de lo que piensa, sabemos hacer nuestro todo lo que nos rodea y podemos hacer frente y resistir a lo que no nos conviene. No debemos olvidar nuestra memoria, ya que es lo que nos hace ser diferentes. Fuimos los únicos que pudimos ejercer nuestro derecho a decidir nuestra autonomía durante el periodo de la Transición”.

Lucía Domingo Bayona.

“Tenemos un poco de todas las culturas, pero sobre todo de la andalusí. Nos hemos ido adaptando a las diferentes culturas que han habitado Andalucía, pero siempre desde nuestras raíces, nunca las hemos abandonado, solo las hemos adaptado para poder sobrevivir”.

Miriam Carrasco Maldonado.

“Es sorprendente el poco conocimiento que tenía de mi cultura antes de realizar este trabajo, debido a la poca información que se muestra del periodo andalusí en España. Da que pensar que se intente esconder atendiendo a algunos intereses políticos, difuminando la historia, incluso inventándola. Por eso se habla de una conquista y una invasión musulmana brutal y de un gran sometimiento imponiendo su cultura islámica y extranjera. Crean de esta forma unos sentimientos a la sociedad que normalmente coinciden con el odio hacia esa cultura, que fue muy importante para nosotros los andaluces y los españoles, ya que marcó a la población incluso a día de hoy, estando muy presente en nuestra manera de ser, hablar, sentir y comportarnos.

Francisco Manuel Calderón Lozano.

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