ESCUELAS CON MEMORIA
El pasado jueves 22 de febrero, en la clase de Patrimonio, pudimos disfrutar de una charla telemática con César Layana, miembro del Instituto Navarro de Memoria el cual, junto a otros compañeros, centros educativos navarros y diferentes asociaciones y entidades, están llevando a cabo en los últimos años numerosas iniciativas y actividades con el objeto de mantener la memoria histórica y recordar esa parte del pasado reciente de nuestro país que se mantiene oculta y acallada, en este caso concreto centrándose en la comunidad foral de Navarra.
De todo lo que nos ha explicado, me ha llamado especialmente la atención los diferentes eventos y actividades que han realizado principalmente con centros educativos, ya que el no perder la memoria está fundamentalmente en nuestras manos, las de los jóvenes.
Una de las iniciativas que han llevado a cabo ha sido realizar una reunión intergeneracional entre alumnado y familiares de las víctimas de la represión durante la guerra civil y la dictadura franquista. Dicha actividad consistió en pasar unos días en un parque escuchando historias de las víctimas y sus familiares, realizando también actividades y actuaciones artísticas, literarias y plásticas, como coreografías, lectura de poemas, canciones, etc. Esto me ha parecido muy interesante, y creo que es una manera muy amena y cercana de conocer el pasado y hacer historia. Creo que es fundamental practicar y aprender a través de la historia oral, para así contribuir a construir el relato conjunto que conforma la memoria colectiva [https://www.youtube.com/watch?v=xtlpfH32vHE&t=362s].
Sin duda, la actividad con la que más he conectado ha sido la denominada «Botellas de la libertad», en la cual casi cuatrocientos alumnos y alumnas recorren durante dos días la GR-225, ruta de 53 km por la que en 1938 huyeron 2.500 presos tras fugarse del penal de Ezkaba donde estaban presos por su ideología, hacia la frontera francesa, mal vestido y mal calzados y perseguidos, siendo literalmente cazados por las fuerzas franquistas. Muy pocos sobrevivieron. En esta actividad el alumnado y las personas que participaron, realizan un homenaje a aquellas víctimas del penal con botellas de cristal, ya que en el cementerio del penal se enterraron 131 presos fallecidos por las durísimas condiciones en las que los tenían encarcelados, y fueron enterrados con una botella de cristal entre las piernas con un papel en el interior que los identificaba. El homenaje de esta actividad a esos presos huidos y asesinados en pleno monte consiste en que cada alumno/a lleva una botella de cristal con su retrato y su biografía, que es entregada por sus familiares al inicio de la ruta, y esta botella va pasando de mano en mano [https://memoriahistorica.educacion.navarra.es/blog/2020/04/14/las-botellas-de-la-libertad/].
De esta manera el alumnado participante realiza el mismo recorrido que hicieron aquellos presos hace ochenta y seis años, pudiendo sentir de esta manera más cercana lo que sintieron los presos que buscaban la frontera francesa a pie a través de los Pirineos. Me ha llamado la atención que los jóvenes afirmaron que el camino les pareció muy duro, pero que son conscientes de que si se ponen en el lugar de los fugitivos que lo realizaron, no se puede llegar a comparar. Y es que, al final, estos son, en mi opinión, los sentimientos que se buscan al realizar este tipo actividades e iniciativas, el sentimiento de recordar, pero sobre todo el sentimiento de empatizar, de meterse en la piel de todas aquellas personas.
Por esto, pienso que estas actividades sobre memoria histórica y democrática en las aulas no sólo son interesantes, si no que son necesarias, porque últimamente me estoy dando cuenta de que para conocer el pasado y realmente aprender historia, no basta con el trabajo del aula, ni con los datos que nos ofrecen los libros de historia, que en la mayoría de casos son datos superficiales que cuentan, en tan sólo en un par de páginas, hechos y procesos históricos largos y complejos, con muchos matices y detalles. De esta manera, el único conocimiento y aproximación que tenemos de aquellas víctimas que sufrieron cosas indescriptibles, son cifras, cifras que no buscan profundizar en la historia de esas personas y esos procesos.
En conclusión, creo que no sólo hay que estudiar historia, es fundamental participar de ella en la medida de lo posible y recordarla, para que seamos capaces de construir una sociedad mucho más ética, democrática y justa. Porque la memoria no es sólo pasado, es presente, y sobre todo futuro.
CARMEN HUERTAS VEGA
1º de Bachillerato-B