En primera línea de huelga (I)

Puedo comenzar la reflexión diciendo que tanto mis compañeros como yo nos sentimos orgullosas y orgullosos de haber participado en la huelga del pasado 11 de octubre. Esta huelga consistía en una manifestación por el retraso de la publicación del modelo de exámenes de la PEvAU, además de por la incompetencia del Gobierno y de la Junta y también por el abuso policial que hubo en la semana anterior en la manifestación organizada en Murcia.

Sabíamos que aunque justo el día anterior a este viernes salieran noticias de que la huelga se cancelaba (bulos, claro), íbamos a ir. Mis compañeras y yo trabajamos en pancartas y carteles, dejando un día de estudio para dedicarnos a ello y otro día de clases para la manifestación. Nos costó mucho decir que sí, que sí a faltar a clases en 2º de Bachillerato y que sí a ir solo unos pocos en un autobús de línea normal por nuestra cuenta hasta Granada, además de estar todo el camino con la incertidumbre de si seríamos los únicos en presentarnos. Sin embargo el camino hacía el punto de encuentro no fue nada triste, leímos en voz alta el mensaje que nos envió el maestro Jose, animándonos a seguir, a disfrutar de la experiencia y a luchar por nuestros derechos y nuestro futuro. En cuanto terminamos de leerlo aplaudimos todo el autobús. Fue esto lo que hizo que las horas siguientes a la llegada a Granada se llenaran de comentarios como: “¡Mira, esos también van con carteles!”, “¡Qué nervios!”, “¡Estoy muy orgullosa de nosotras!»…

Y así fue, sin contar con el miedo de vernos solos en mitad de la Plaza del Triunfo y de que las pocas personas que pasaban por ahí nos miraban raro, que decidimos poner buena cara y fe en nuestro empeño y esperanza. Poco después llegaron los representantes del Sindicato de Estudiantes de Granada y cuando pusieron una pancarta gigante en el suelo con megáfonos y banderines no dudamos en acercarnos. Nos contaron varias cosas sobre las siguientes huelgas y en como había que cantar las frases, incluso también nos regalaron las banderas, pegatinas y folletos. Estos últimos fuimos repartiéndolos por los alrededores a la gente joven que también estaba tímida en el panorama de la manifestación.

Fue entonces cuando empezó verdaderamente la huelga. Sobre las doce del mediodía nos alzamos los estudiantes del IES Montes Orientales a coger la pancarta gigante que había preparado el Sindicato de Estudiantes, además de la nuestra y los carteles que habíamos realizado en el instituto los días previos, y a partir de nuestro paso hacia delante los demás estudiantes vinieron detrás. Nunca pensé que fuésemos tantos ni que la gente tuviera esa implicación con la selectividad, pero al ir pronunciando las frases de replica y crítica con la situación y a los que lo controlan la gente se unificó, la melodía de frases como: “¡Nada, nada, nada para la privada!” o “¡El hijo del obrero a la universidad, y el hijo del banquero al campo a trabajar!” se cantaba por la Gran Vía de la capital. La gente que paseaba, iba de camino al trabajo o que esperaba al siguiente autobús se quedaban mirando, escuchando y grabándonos, como si fuese un milagro o algo extraordinario ver a jóvenes unidos y luchando juntos por su futuro.

No todos nos miraban con desdén, muchos se unieron al cante de las frases o a la propia marcha. Tanto fue el empeño que pusimos las alumnas y alumnos del IES Montes Orientales que todos nos apuntamos al Sindicato de Estudiantes, fuimos los primeros en sujetar la pancarta gigante dando la cara y pioneros con el megáfono, cogiéndolo así nuestros compañeros y compañeras para ayudar a la armonía del grupo y dirigiendo las proclamas.

Finalmente cabe aclarar mi valoración sobre este día. Muchos pensarán que fue una pérdida de tiempo o de clases, otros muchos se reirán de nuestras pancartas pero personalmente me enorgullezco por mí, por mis compañeras y compañeros y por todos los estudiantes que se presentaron y que tuvieron el valor y las agallas de luchar y plantar cara a la vergüenza, el miedo y las críticas para logar un bien común y un derecho que nos pertenece a todas y a todos: una educación pública y de calidad, como veníamos proclamando también. Siento que nos unió más como grupo el hecho de juntarnos a dibujar y elaborar las pancartas y carteles los días previos, escribirnos para quedar y organizarnos para ir allí juntos. El trabajo cooperativo que conlleva eso, la conciencia de grupo y el hecho de dejarnos la voz gritando y sintiendo cada una de las frases, ya que en eso consiste la huelga, en hacer un grito para que nos escuchen, una llamada a los de arriba para que sepan que las de abajo seguimos siendo personas y no ratas de laboratorio; los aplausos que nos dábamos a nosotras mismas entre unos y otras; no tenerle miedo a las autoridades ni a los malos comentarios; por tener la valentía de plasmarnos en una espacio público enfrentando el caos y al incertidumbre que tanto miedo les daba a nuestro familiares «por si nos pasaban algo»; sólo me queda decir que GRACIAS. A mi familia por apoyarme en las decisiones y luchas por mi futuro pero sobre todo a los maestros y maestras que nos han enseñado que nuestra voz sí sirve y sí se escucha, por enseñarnos que las manifestaciones son porque se llega a un punto de vacío y que esos vacíos los rellenamos nosotras y nosotros que no sólo somos el futuro, si no que sobre todo somos el presente.

ALMUDENA VIOLA RODRÍGUEZ

2º de Bachillerato-B

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