GANADORAS DEL II CONCURSO DE MICRORRELATOS DE TERROR

EL DOBLE

Una chica llamada Laura, de mediana estatura, delgada, rubia y popular, vivía en una gran casa, en la colina del pueblo.

Un día de frío, acababa de llegar de sus actividades, se cambió e hizo la tarea como de costumbre. Su madre la llamó para cenar pero no había terminado, se extrañó ya que solían cenar más tarde. No le dio importancia y le dijo que se esperara un poco. Su madre insistió de nuevo y la chica no tuvo más opción que bajar. Se disponía a ello cuando una mano le tapó la boca y con idéntica voz a la de su madre le dijo: «Chss, no bajes».

TERESA MADINA

EL PRISIONERO DE LA PARCA

Ahí estaba él, detenido en mitad del pasillo. Todo había tornado a un lugar asolador y poblado de miedos. El encapuchado me dijo: “Dame la mano” . Ese silencio, esa figura irresistible, esa pesadilla eran amenazantes.

En ese trance irracional del que no podía salir, acepté por hacer lo que me había pedido esa figura esquelética. Cerré los ojos y no sentí nada, solo escuché la voz de mi amigo diciendo huye . En ese momento entendí que mi amigo le había tendido la mano y la muerte se lo había llevado… Siempre ansiosa de almas, insaciable.

SARA RODRÍGUEZ RUBÍ

Fue un 13 de octubre por la noche, en un psiquiátrico abandonado, donde fueron un grupo de niños a investigar aquel misterioso sitio. En ese lugar había muerto muchísimas personas y se creía que sus almas se habían quedado allí atrapadas. Aquellos niños empezaron a aterrorizarse por el aspecto siniestro del lugar y empezaron a entender dónde se habían metido. De repente y sin saber cómo, aparecieron en una habitación donde había mucho humo y oyeron lo que parecía voces extrañas, pasos de zombis…no se pararon a comprobarlo, escaparon sin mirar atrás hasta llegar a una carretera… donde se perdió su rastro.

FÁTIMA HAMAD SÁNCHEZ

FELIZ NAVIDAD

Mamá y papá solían decir que Papa Noel sabe si he sido durante todo el año buena o mala, que es capaz de ver cada pequeño movimiento que hago. Ahora que he crecido, creo que están algo preocupados de que me quede despierta en Nochebuena con la esperanza de encontrarme con él. Pero no importa, pues esta Navidad finalmente pasó.

Lo vi entrar a mi casa y me acerqué a él, mientras colocaba los regalos debajo del árbol de Navidad. “Siempre supe que no dejarías de creer en mí” susurró mientras yo quitaba lentamente el cuchillo que había clavado en su espalda. Por fin, pude deshacerme de ese maldito viejo barbudo que espía todo el tiempo a niños.

MARÍA GONZÁLEZ MURCIA

       

¡ENHORABUENA A TODAS!

 

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